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Vacío, realización con la cual Abya Yala cerró su ciclo del año dos mil diez, respira plenitud este 2012 visitando diversos festivales, invitada por la flexibilidad de su estilo (aspecto externo, forma) en correspondencia con la fuerza de su tema (aspecto ideológico, sustancia).
Esta faena de la post-modernidad contiene, por su aire de fiesta agridulce, un espacio del placer y del pensar en pugna con el tiempo del dolor y de la inercia que nos asedian desde ciertos datos puntuales tomados de archivos compuestos por expedientes clínicos y por algunas cartas sin distribuir provenientes de un ex manicomio josefino.
Por eso, quien juzgue esta obra sólo con el enfoque aristotélico, debe cambiar de lentes.
La Poética del estagirita cuenta con veinticinco centurias de epifanía. Sus señales están codificadas a la perfección. En cambio, la poética de vanguardia sigue abriéndose paso hacia lo ignoto, sobre todo, impulsada (creo yo) desde el estallido de la bomba atómica en 1945 cuya radiación y dispersión aún sacuden nuestras neuronas motorizando la exploración de una órbita ‘est-ética’ para lo cual carecemos de referencias aunque tratemos de ir estableciéndolas al ritmo de la violenta dinámica universal, en cuya marejada la especie intenta trascender. Por supuesto, aprecio la ruptura del canon precipitado por la irrupción de las primeras cuatro décadas del siglo XX.
Esas referencias hay que descubrirlas en sitios e instantes inesperados.
Verbigracia, he escuchado a científicos hablar de las teorías cuánticas que están provocando una resignificación de lo existente, incluyendo las contra-artes de la representación. Así, una anti-dramaturgia de otra estirpe aporta sutileza y criticidad a sus experimentos, aunque jamás nos podamos desprender por completo, en occidente, del aporte de la Hélade clásica, de los residuos del derecho romano y de las parábolas judeo-cristianas.
Asistir a las ceremonias coetáneas y laicas tratando de decodificarlas sin denigrarlas, parece ser el inquietante pero precioso desafío de un neocrítico y de un neopúblico capaces de introducirse en cada texto, encerrando bajo llave la preceptiva como pidió Lope de Vega (1562-1635) en su Arte nuevo de hacer comedias (1609), exhortándonos a crecer juntos con reflexiones e impulsos atinentes al vigente reclamo de eclosionar formas e ideología.
En Vacío, terminamos despejando algo del desconocimiento de nuestro entorno porque la mordedura anímica que nos alerta y nos alarma es, paradójicamente, amable, de tal manera que su ácido nos va concienciando al son de un cabaret que es la apariencia de una sociedad que ignorábamos, cuya realidad filtra certeras citas capturadas en los expedientes o en las cartas de ese asilo en donde, la Mujer (con mayúscula), sin que su especificidad sea tomada en cuenta, ha sido (o sigue siendo) marginada y condenada ‘por rara o por loca o por desvanecida’, en una muestra más de la iniquidad ejercida por un machismo ignaro e iracundo.
Esta rebelión temática encuentra su heterodoxo correlato estilístico, como debe ser, en el manejo de la categoría dialéctica ‘Aspecto externo – Sustancia’ que, en el presente duelo globalizador, estamos aprendiendo a modular con tacto de ángel porque no hay moldes previos pues cada exploración trae su exigencia singular.
De este modo, por medio de un acerado aletear de sugerencias, Roxana Ávila, la directora, y Aylín Morera, la colibretista, capturan y comparten su partitura y sueño creativos gracias a un proceso de alusión, no de transcripción. Se trata de una vía indirecta que permite evocar, vivos, ciertos trazos de la verdad profunda mientras el rito nos seduce e hipnotiza.
Por supuesto, el rapto del espíritu carece de explicación. Sucede.
Sin embargo, intentaré esquematizar mi aproximación a la obra que comento, gracias a las tres siguientes salvaciones específicas:
1a.- Durante el acto, predomina una horizontalidad visual succionada por un centro mínimo pero alto y enérgico cuya triangulación va atrapando a la concurrencia, desde el vestíbulo en donde acuciosos oficiantes distribuyen breves vasos que contienen una bebida con rezagos de vino, hasta el patio de butacas (ahora, sin ellas), segmento que al unirse al escenario establece el único y amplio ambiente de un animado y variopinto cabaret con sus clientes (nosotros, copartícipes o coculpables) dispuestos alrededor de coquetas mesitas y pícaros complementos.
2a.- De comienzo a fin nos asaltan canciones sentimentales, bailes morosos, aromas que la saudade recupera, texturas inéditas y evanescentes penumbras y el sabor, antes frío, luego caliente del vino extraviado en la sangría, un verdadero ajuste de cuentas contra los cinco sentidos convencionales a favor del enigmático cruce de percepciones que la sinestesia inventa.
3a.- En el centro y en lo alto, el cuerpo de Liubov Otto flota apenas detenido por un artilugio mecánico cuyas oscilaciones desafían la ley de gravedad al ir integrándonos en una red tácita de sensaciones e ideas.
Así son las ásperas suavidades de Adán versus Eva.
Ésta es la identidad ‘Aspecto externo – Sustancia’ de una obra que luce energía y sensibilidad en su concepción, en su ejecución y en la conmoción que provoca.
Me ampara el teólogo que predica que el sabor no reside ni en la manzana intacta ni en el paladar ocioso. El sabor reside en el mordisco.
A esta mordedura tácita conduce Vacío, con su estética orientada hacia la gratitud del entendimiento y con su ética en pro de una humanidad solidaria.
Por eso, para este cronista, Vacío (valga el oxímoron) contagia plenitud.
FICHA DE ACREDITACIONES:
Vacío, plenitud de ‘Abya Yala’
Coproducción: Abya Yala – Teatro Universitario – Pro Artes – Iberescena / C.R., octubre-noviembre 2010 (Teatro de la Escuela de Artes Dramáticas, UCR) / 2da. temporada: enero-febrero 2011 (Teatro de la Aduana, CNT)
Dirección: Roxana Ávila (cofundadora de ‘Abya Yala’ con David Korish)
Coautoría del texto: Roxana Ávila y Aylín Morera
Oficiantes: Aylín Morera, Anabelle Contreras, Andrea Gómez, Aysha Morales, Érika Mata, Fabiola Cordero, Fiorella Bákit, Mariella Richmond, Grettel Méndez, Ivania Morales, Liliana Biamonte, Liubov Otto, Maitén Silva, María Luisa Garita, Micaela Piedra, Monserrat Montero y Valentina Marenco.
Categoría y tipo: Vanguardia postmodernista.
Otras presentaciones: Festival Internacional de las Artes (FIA), San José, CR, IV 2012. / Mayo Teatral, La Habana, Cuba, V 2012.
SR / CR, mayo de 2012 / www.sergioroman.com / bitácora 139
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