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Los cambios de temperatura producen el blanqueamiento y muerte de los corales (Foto: Cortesía del Biólogo Jorge Cortés).
La alteración de ecosistemas, cambios en la morfología de las playas y el aumento en el nivel del mar -a largo plazo una situación de creciente envergadura- son los principales problemas que el cambio climático que se da a nivel mundial ya muestra en las costas costarricenses y centroamericanas.
Así lo expresaron científicos consultados al respecto en momentos en que la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Cristiana Figueres, el pasado 25 de mayo al cierre de una conferencia de trabajo sobre el tema, “exigió metas más ambiciosas” en el compromiso para la reducción de gases de efecto invernadero (GEI) y expresó la necesidad de “impulsar un nuevo acuerdo que dé respuesta al impacto del calentamiento global, especialmente entre las poblaciones más vulnerables”, según información emanada del Centro de Noticias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Omar Lizano, doctor en oceanografía física e investigador del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR) de la UCR, manifestó que en todo el planeta se ha registrado un aumento en el nivel del mar -incluso citó el ejemplo de varias islas del Pacífico Sur que debieron ser permanentemente evacuadas- lo cual se manifiesta en el proceso denominado erosión de la costa: “las olas se adentran cada vez más en tierra firme, en el caso de Costa Rica se ha observado ese proceso desde Punta Burica hasta Bahía Salinas”.
Lizano aseveró que ese aumento del nivel del mar “es un proceso evidente” y entre las causas puntualizó el calentamiento global, pues cuando el agua se calienta aumenta su volumen y se expande. “En todo el mundo hay evidencia de este problema, se ha documentado en las costas de África, Europa y en América en países como Trinidad y Tobago, Puerto Rico, El Salvador, Guatemala, Chile o Colombia”, afirmó.
Por su parte Milena Berrocal, Geógrafa y especialista en cambio climático de la Fundación para la Paz y la Democracia (FUNPADEM), indicó que en el golfo de Fonseca -ubicado entre Nicaragua, El Salvador y Honduras- ya se aprecian efectos del cambio climático, como una disminución de las lluvias. Mientras, El Salvador y Honduras ya presentan problemas de desertificación.
COSTA RICA
Sobre la realidad que enfrenta Costa Rica, Lizano explicó que en el caso de la costa pacífica al aumento del nivel del mar se le suma el hecho de que la placa de Cocos presenta un movimiento de subducción que hunde la costa, según estudios del sismólogo Marino Protti.
Ante ello cobra importancia el manejo que las cuencas hidrográficas, pues explicó que los sedimentos que normalmente llegan a las playas se eliminan cuando se dragan ríos y, por otro lado, debido a la deforestación y otras actividades, los sedimentos que de hecho llegan tienen una calidad diferente, lo cual degrada los ambientes costeros.
El científico -quien además coordina el Módulo de Información Oceanográfica (www.miocimar.ucr.ac.cr), que informa sobre el comportamiento de mareas y oleajes- aseveró que “el manglar de Sierpe se está secando y muriendo por el agua salada, pues ahora el mar llega hasta donde no debería”. Detalló que se trata de uno de los ecosistemas de mayor productividad de especies marinas que incluso funciona como criadero de tiburones.
Apuntó que el aumento en el nivel del mar cambia la morfología de las costas y reduce el tamaño de las playas y citó el ejemplo de Palo Seco, Puntarenas, una playa que presenta una punta de arena que “está a punto de disociarse de la costa”.
Playa Azul, en Guanacaste, es otro ejemplo de erosión de este tipo y según dijo el fenómeno se ha observado en las playas Hermosa, Bandera, Esterillos, Dominical, Tamarindo, Sámara, el Coco, incluso en Punta Banco en la península de Osa.
“Las consecuencias de ello no sólo serán sensibles para el sector turismo, también perjudicará los asentamientos urbanos y reducirá la franja de 50 metros de zona pública; se deberá realizar un reamojonamiento”, expresó.
Añadió que Puntarenas presenta problemas de sedimentación y que “se salva” porque la línea del tren funciona como rompeolas. “Es cuestión de tiempo para que más temprano que tarde se desestabilice; en unos 30 años se requerirán medidas serias pero en la parte del estero ya los habitantes han solicitado la construcción de un rompeolas por el aumento del nivel del agua”, acotó.
Sobre la costa Caribe, citó el caso de Cahuita donde “incluso una casa de guardaparques debió ser retirada” ante el avance del mar.
“Se ha visto erosión en la desembocadura de los ríos Matina y Parismina, aunque también se ha comprobado que las arenas van a dar a Moín, donde la playa más bien ha ganado terreno al mar”.
El científico lamentó la inacción de las autoridades locales y nacionales en la mayoría de los casos y aseveró que “ningún político quiere aceptar estos problemas para no tener que tomar acción, más bien atacan a los científicos”.
“DESEQUILIBRIO COMPLETO”
Milena Berrocal se refirió al tema durante una presentación de “Manos a la Costa”, un programa de FUNPADEM que busca implementar diversos proyectos que den a comunidades costeras centroamericanas “mayor capacidad de respuesta ante la realidad que es y será el cambio climático”.
La especialista recordó que Centroamérica cuenta con más de 6.000 kilómetros de cordón litoral y que el 21% de sus 45 millones de habitantes viven en zonas costeras, lo cual anuncia el impacto que los cambios en el clima pueden tener en la región.
Berrocal destacó la importancia que tiene la emisión de los GEI, los cuales crean una barrera que impide que escape de la atmósfera una porción de los rayos solares que la Tierra reflejaba de vuelta al espacio, con lo cual aumenta la temperatura.
Los GEI a su vez se relacionan con el uso de combustibles fósiles, como el dióxido de carbono, el monóxido de carbono, los óxidos nitrosos -que se encuentran por ejemplo en fertilizantes- y el metano.
En ese sentido, Lizano detalló que cuando el hielo de las capas polares se derrite por el aumento de la temperatura, no sólo aumenta el nivel del agua por el sólo hecho de que caigan trozos de hielo, sino que el volumen de esos trozos aumenta al derretirse. Además, se trata de agua dulce que tiene una densidad diferente a la salada y eso suma al aumento del nivel general del mar.
Berrocal detalló que con el aumento en el nivel del mar aumenta la temperatura superficial del agua; si a ello se le suma un incremento en la temperatura de las masas de aire, entonces se pueden presentar más huracanes y tormentas tropicales.
Tras afirmar que en Centroamérica lloverá menos tiempo pero con mayor intensidad, la especialista recordó que aumentos en la humedad y en las temperaturas favorecen el desarrollo de ciertos insectos transmisores de enfermedades, como el Aedes aegypti que transmite el dengue y que antes llegaba hasta los 300 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.s.) y ahora alcanza los 1.400.
“Se esperan más inundaciones y huracanes. Las estaciones serán más severas, lo cual cambiará los patrones de cosechas e incidirá en la desaparición de algunas especies de anfibios y corales, lo cual ya ha sucedido”, indicó.
Por su parte, Lizano puntualizó que “el cambio climático es antropogénico -hecho por el ser humano- y si a ello se le suma la construcción en las costas y la destrucción de los manglares, el desequilibrio es completo”.
Cambios fuertes
Según información del Sistema de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el nivel del mar subió 17 centímetros durante el siglo pasado. Ello con un aumento de la temperatura de tan sólo 0,74º centígrados en el mismo periodo, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Sólo entre 1970 y el 2004 las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron en 70%. Las de dióxido de carbono -que representan el 77% de ellas- aumentaron en cerca del 80%.
El sitio web de la fuente citada también apunta que en África, en menos de una década entre 75 millones y 250 millones de personas sufrirán una mayor escasez de agua. Mientras tanto un aumento de la temperatura media mundial de mínimo 1,5° centígrados, podría significar un mayor peligro de extinción para el 20% al 30% de las especies vegetales y animales.
Por otro lado, la extensión del hielo ártico disminuye cada década un 2,7%. Si la temperatura sigue en aumento, un eventual derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia podría elevar el nivel del mar en siete metros.
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