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Es imprescindible que los niños ingresen mejor preparados a primer grado, coincidieron expertos en la Facultad de Educación de la UCR.
Maestros mal formados para enseñar correctamente a leer y escribir, enfoques erróneos, ambientes indebidos y exceso de alumnos en una misma aula son parte de los principales problemas que enfrentan los estudiantes de primer grado en Costa Rica, lo anterior provoca que el desafío en este campo sea mayor para las autoridades educativas y los padres de familia.
Convocados por la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica (UCR), la Asociación Amigos del Aprendizaje (ADA), la Universidad Estatal a Distancia (UNED), Informe del Estado de la Educación y el Ministerio de Educación Pública, el pasado 22 de mayo se efectuó una mesa redonda denominada “Lectoescritura emergente en Costa Rica: un desafío pendiente”.
Para Marielos Murillo, de la Escuela de Formación Docente de la UCR, las mayores dificultades que se presentan en el primer ciclo de la educación general básica tienen sus raíces en cómo se guía erróneamente al niño a la hora de aprender a leer.
Llama la atención que en Costa Rica no existen estándares para determinar cuál debe de ser el nivel de lectura del niño al concluir su primer año escolar.
“Cada maestro en Costa Rica tiene su propio estándar. A veces incluso a alguna gente le da miedo hablar de un estándar, pero en otros países es un parámetro que es útil”, explicó Murillo a UNIVERSIDAD.
Algunos profesores utilizan como principio que el escolar, antes de las vacaciones de julio, ya tienen que haber aprendido a leer, lo cual contrasta con la realidad, afirmó.
La especialista considera que otra de las dificultades es el tiempo que un niño dispone para aprender a leer, porque “aquí las diferencias entre escuelas públicas son abismales en relación con las privadas”.
A lo anterior hay que añadir que los profesores, en una considerable mayoría, carecen de un método adecuado para educar en el campo de la lectura al estudiante y, por ende, enseñan a todos por igual.
El asunto es grave, porque de acuerdo con Murillo, cada uno de los maestros tiene su propia forma de enseñar a leer, sin que existan parámetros que faciliten la tarea. Si a ello se le agrega que muchos educadores tienen severos problemas en ortografía, por ejemplo, la situación se vuelve todavía más complicada.
“Será muy importante que, a partir del fallo de la Sala Cuarta para que los empleados públicos pueden evaluarse, a los maestros se les exija un examen donde demuestren sus conocimientos. ¿Alguien que tenga una pésima ortografía cómo va a enseñar a leer?”, mencionó.
Las dificultades para enseñar a leer no acaban aquí, las falencias apenas comienzan, porque si un niño viene de un hogar en el que la lectura está por completo ausente, ese ambiente en el que se desenvuelve le pasará la factura en el corto plazo.
DÉBILES CONOCIMIENTOS
Los maestros tienen conocimientos muy limitados en el campo de la lectoescritura y ello se refleja en la forma en que enseñan a sus alumnos, explicó Ana María Rodino, experta que trabaja para la UNED y para el Estado de la Educación.
“Hay un gran error en pensar que todo el peso del aprendizaje de la lectura debe recaer en el primero o segundo año de la escuela, cuando es un proceso que ha de comenzar en preescolar y que debe de continuar en la secundaria”, resaltó.
Rodino acepta que la concepción arranca mal en las universidades, porque los educadores no reciben una formación acorde con las exigencias que se encontrarán en las aulas.
“Todos los maestros y profesores, sin importar que en un futuro vayan a enseñar historia, estudios sociales o ciencias, tienen que conocer y saber de los procesos de la lectoescritura. Eso no sucede en la actualidad”.
En el caso de la lectoescritura emergente, que son los niños en preescolar, es el momento en el que se deben despertar y practicar una serie de destrezas que luego el niño desarrollará en posteriores niveles.
“En ese nivel, el niño tiene que reconocer letras, manejar vocabulario, debe ser capaz de comprender historias que le cuenten y armar sus propios relatos, distinguir los sonidos de las letras y saber que si se combinan producen un determinado significado”.
“¿Cómo es posible que un niño que llega a primero muchas veces tiene que ser ubicado en la adecuación curricular¿ ¿Cómo es que esto sucede si apenas empieza su vida de estudio? Los estudiantes sufren las consecuencias de haber recibido una mala formación en preescolar”, acotó.
La especialista recordó que la lectoescritura, a diferencia del lenguaje oral, no es un proceso natural como se tiende a creer.
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