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Costa Rica ha tenido un enemigo histórico consuetudinario, se llama Nicaragua. Desde hace 500 años, con la llegada de los españoles primero y luego los europeos, el problema de la frontera norte costarricense ha sido objeto de abusos constantes por parte de los nicas; se creían dueños del Partido de Nicoya, pero era una Alcaldía independiente de su jurisdicción. Luego de 1824, dicho Partido se anexó a Costa Rica, y desde 1858, con el Tratado Cañas-Jerez, la frontera norte de Costa Rica, o sea, la frontera sur de Nicaragua, países colindantes, quedó definida a perpetuidad.
El abandono costarricense de la frontera norte ha sido más que evidente; los nicas nunca encontraron postes ticos que le marcaran la cancha con balas y muertos; el recuento señala que tenían la maña y costumbre de entrar y salir de territorio costarricense cada vez que les daba su regalada gana. ¿Y los ticos y su amor a la patria y la defensa nacional? En asociaciones de nicas y ticos somos hermanos, a favor de los nicas, claro.
Una posible y efectiva respuesta de fondo la encontraríamos en que los costarricenses seguimos durmiendo en el cemento y los arrabales de un circunscrito y deficiente concepto de patria que no había salido del Valle Central de Costa Rica. El resto del territorio nos ha sido ajeno, en una lejanía malnacida, tierras de fortuna, donde creamos muchas “costarricas”, en abandono, inseguridad, y ostracismo.
Esos enemigos nicas tienen una virtud a nuestro favor, que nos debe servir para que la lumbre de nuestros ojos se convierta en llama incendiaria de nuestra independencia y soberanía plenas; a esos enemigos que nos invadieron militar y civilmente el 20 de octubre del 2010, les debemos el favor de habernos recordado que Costa Rica es una patria que no les pertenece, que no tienen gobierno ni monta de macho sobre nosotros, y que sus pulgas son las suyas y no las nuestras.
Nuestras comunidades fronterizas del norte, ¿ticas? han estado abandonadas al arbitrio de que ahí es tierra de nadie; los nicas han incursionado con el silencio cómplice de una buena cantidad de ticos que han preferido callar, porque bien llevan cuenta de que algunos fueron silenciados por ese norte de perro de guerra; las tierras ticas han sido un dominio de abusos, frontera sin frontera, miseria que nos muestra el espejo social, económico, educativo, cultural y político tico que los ha querido despojar de su dignidad; pero también, esas tierras ticas del norte han sido objeto de la expansión otros nicas invasores de tierras que migran ilegalmente y se establecen a la brava, juegan para ambos lados de la frontera, en su beneficio y en el de Nicaragua; la disyuntiva es si son verdaderos costarricenses capaces de defender nuestros intereses y nuestra soberanía. Los hechos dicen que no han sacado pecho por nuestra patria.
En el mes de mayo del 2012, el programa de Canal 7, Sección 7 Días, bien señalaba en su reportaje que en la zona de Los Chiles y Upala, el 25% de la población es nica, donde ilegales migrantes nicas entran y salen constantemente como si nada. No es de extrañar que los contrabandos sean una práctica común, como lo informa el Diario Extra 25/5/2012. P.18., donde reporta que este año nuestra policía ha capturado en los primeros cinco meses del año 65 mil kilos de maíz blanco, 29 mil kilos de maní, y más de 5 mil kilos de frijoles rojos, producto nica de Nicaragua que pretendían ingresar de contrabando a Costa Rica. ¿Y nosotros? Asando elotes, mientras esos enormes huecos fronterizos son aprovechados por narcotraficantes, contrabandistas, nicas y cuanto hecho impune contra nuestra patria se lleva a cabo de día y de noche.
¿Tenemos los costarricenses que llevar como carga y viacrucis el bienestar y los abusos de los vecinos del norte? El conflicto lo crean los abusadores y los ilegales. Es una lógica que favorece toda práctica ilegal, todo ilegal indocumentado, y aún los documentados, todos los vicios de una práctica nacional de Costa Rica del abandono de sus fronteras y de apretar pescuezos; al que no le cuadre, que jale para donde pertenece su corazón.
Se trata de recuperar, ratificar y preservar a futuro nuestra soberanía histórica, terrestre, marina, aérea, de ondas, étnica, cultural y de derecho, todas las cuales nos dan identidad, no de nicas, sino la de ticos, a pesar de los defectos y errores que podamos cometer y los que todavía no corregimos. Es nuestro patio, nuestra patria, nuestro destino de nación, separados de Nicaragua.
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