Abrir Noticia Guardar

Junta de notables y diálogo ciudadano

La presidenta, doña Laura Chinchilla, según lo expuso en su discurso del 1 de mayo, estará nombrando próximamente una  Junta de Notables para que ofrezca luces sobre los ajustes o cambios requeridos por nuestro maltrecho sistema democrático.

La presidenta, doña Laura Chinchilla, según lo expuso en su discurso del 1 de mayo, estará nombrando próximamente una  Junta de Notables para que ofrezca luces sobre los ajustes o cambios requeridos por nuestro maltrecho sistema democrático.
Esta iniciativa podría significar, por una parte, un reconocimiento de que no basta su equipo para atender  situaciones que rebasan  los problemas coyunturales de una gestión de gobierno.
Por otra parte, sería un paliativo más para intentar callar el clamor ciudadano por el diálogo social inclusivo: la mejor vía para llegar a un acuerdo nacional con características de nuevo pacto político ciudadano, que permita encarar los desafíos de una verdadera reconstrucción democrática.
 
Efectivamente, para que una iniciativa de este tipo no se convierta en un  saludo a la bandera,  o venga simplemente a maquillar una gestión de gobierno que a mitad de su período no goza del favor del pueblo, pareciera recomendable definir la tarea de esta comisión teniendo en perspectiva, precisamente, la necesidad de ensanchar la tienda para una participación más protagónica y decisiva de los diferentes sectores de la ciudadanía, en la  proyección de la Costa Rica de los próximos decenios.
Una comisión de este tipo, que debería estar conformada no sólo por representantes de diferentes corrientes ideológicas sino de esos sectores, podría abocarse con más diligencia a esbozar las líneas de una posible agenda de diálogo ciudadano, con miras a sentar en una mesa amplia y generosa a  tantas gentes como sea posible: una asamblea del pueblo; un espacio donde vibren las voces, fluyan las ideas y se unan voluntades para aportar a la construcción de la nueva Costa Rica.
El asunto del protagonismo de la ciudadanía va en serio. Hay quienes todavía creen que  a este pueblo se puede seguir dirigiendo o “arriando” desde arriba. Menosprecian y subvaloran la inteligencia ciudadana; más aún, piensan que es posible desoír a las “minorías” que claman por el respeto a sus legítimos derechos. Con tales actitudes, solo se contribuye a alimentar la  indignación  ciudadana.
Los analistas nos advierten del peligro que representa caer en simplificaciones fáciles para no asumir las dificultades que representa encarar las realidades  complejas del contexto actual: “Es una cuestión de calidad y cantidad: los humanos jamás hemos sido antes tan numerosos, diversos, variados en nuestros estilos de vida, valores y circunstancias, todo esto simultáneamente. Es tentador intentar escapar de esta complejidad ignorándola. De ahí el atractivo de las religiones fundamentalistas y las ideologías extremas, las cuales reducen la complejidad del mundo a la sencillez de las consignas, los eslóganes y las órdenes inflexibles” (Moïsi, Dominique (2009). La geopolítica de las emociones. Pág. 229).      
La ciudadanía costarricense está cobrando conciencia del  papel protagónico que le toca jugar en el nuevo escenario; nadie puede quedar al margen.  Si queremos una Costa Rica próspera y solidaria, empecemos por sentarnos cómodamente, sin estrujar a nadie,  en la mesa del diálogo.

  • Álvaro Vega Sánchez (Sociólogo)
  • Opinión
Notas

Este documento no posee notas.