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No hay duda de que para tener una idea de lo que pasa en el país y en el mundo, debemos echarle al menos una “ojeada” a cualquier periódico de circulación nacional. Esto a pesar de que algunos de esos periódicos no son de nuestra total confianza. Más cuando pertenecen a empresas privadas que buscan acumular riqueza o representan los intereses de las clases poderosas del país. En ellos el nivel de putrefacción no tiene límite. Desde quienes lucran con el cuerpo de ingenuas jovencitas y no tan jovencitas, hasta quienes con supuesto “pedigrí” intelectual se asumen representantes de la academia nacional y mundial. Cuando leemos uno de estos periódicos, todas y todos lo sabemos, se debe tomar distancia de lo que ahí se dice y someter sus apreciaciones al riguroso criterio de verdad. ¿Quién lo dice? ¿Qué dice? ¿Cómo lo dice? ¿Qué argumentos utiliza? ¿Cuál es su posición ideológica?
Desde que tengo esta pérfida manía de «ojear» estos medios de comunicación, me ha llamado profundamente la atención un periodista, y supuesto escritor, de apellido Montaner. Este amanuense del sistema, desde hace muchos años se ha dedicado a vaticinar la muerte de líderes de la izquierda latinoamericana. Recuerdo que en mis años de adolescencia el señor Montaner pregonaba a los cuatro vientos la muerte segura del líder cubano Fidel Castro. Según dicho “periodista y escritor”, a Fidel le quedaban pocos años de vida. Fidel poseía todas las enfermedades habidas y por haber. Hasta las que no habían sido descubiertas. Pero, para desgracia de Montaner y beneficio de los pobres, hoy Fidel con más de ochenta años aún se mantiene en pie, escribe, aconseja y motiva a miles de hombres y mujeres alrededor del mundo. No hay duda de que el insigne revolucionario y humanista Fidel Castro tendrá que morir, pero será de viejo. La naturaleza al menos así lo designa. Que muera hoy, mañana o dentro de muchos años, qué importa. No somos eternos, lo importante es que cuando le llegue la hora deje un gran legado de contribuciones políticas, sociales y humanas. Y en esto último, Fidel Castro ha sido prolífero. En medicina y educación Cuba sigue siendo ejemplo en América Latina. De que Fidel se va a morir, no hay duda. Esa es la ley de la vida. Pero no será por los «berrinchosos vaticinios ideológicos» del habitante de Miami.
Pero hay algo muy importante. El neoliberal Montaner, ante el fallo milenario de sus vaticinios (empezó a profetizar la muerte de Fidel en el segundo milenio y ya vamos por el tercero) entonces ahora la emprende contra Hugo Chávez. Según él Hugo Chávez está más del otro mundo que de este. Que tiene sida, que tiene lupus, que padece de Parkinson, que es esquizofrénico, que tiene cáncer, que de esto y que de lo otro. Como muestra de esa colección de aberraciones ideológicas, sin fundamento alguno, tenemos lo que publicó el pasado domingo 4 de marzo del presente año en La Nación S.A., donde se deja decir la siguiente estulticia: «quien lo hubiera pensado que el fin del chavismo se generaría a destiempo en la oscura humedad de un colon impertinente. Esa es la extraña belleza de la historia”. Con eso de un “colon impertinente” hace referencia al supuesto cáncer de Hugo Chávez. Se alegra porque la historia es bella si alguien padece una enfermedad. Convierte la muerte del enemigo en una victoria política. Confirma que la derecha capitalista se regocija cuando alguien que propone una alternativa política viable sufre de cáncer.
No me queda la menor duda de que Hugo Chávez ganará las elecciones venideras en Venezuela debido al gran apoyo popular que tiene y llevará adelante su «Socialismo del Siglo XXI», al igual que muchos países en América Latina. El cáncer de Hugo Chávez, para dignificación y gloria de los pueblos pobres latinoamericanos, no está en ese «colon impertinente» que tanto regocijo parece traerle a Montaner, se encuentra enraizado desde hace muchos años en el bolsillo y en la mentalidad capitalista de quienes quieren condenar cada vez más a la miseria y a la indigencia a miles de latinoamericanos.
Esta satisfacción de Montaner por la enfermedad ajena y el dolor humano, es propio de su mentalidad capitalista y neoliberal. Ya en un panfleto escrito por él denominado “La libertad y sus enemigos”, publicado por la «Editorial Sudamericana» en el 2005, se dejó decir que “es absurdo sentir rubor por llegar a tener una posición desahogada en medio de un mar de pobreza». Si esta es la mentalidad de un teórico o de un intelectual del neoliberalismo y la derecha capitalista, lo que se sigue de aquí es la desaparición de la humanidad y el advenimiento de la barbarie.
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