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Cumbre Río+20 fue más discursos y promesas postergadas

La Cumbre Río+20 recibió fuertes críticas por la Cumbre de los Pueblos –celebrada en forma paralela- por querer promover el “capitalismo ecológico”.

La Cumbre Río+20 recibió fuertes críticas por la Cumbre de los Pueblos –celebrada en forma paralela- por querer promover el “capitalismo ecológico”.
Posiblemente uno de los primeros problemas que enfrentó la Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas Río+20 fue el de cargar con el recuerdo de la cumbre que hace dos décadas puso en el tapete -también en Río de Janeiro- la urgente necesidad de hacer un alto en el camino y darle un giro al llamado “desarrollo”.
Sin embargo, la cumbre de Río+20 no solo fue incapaz de superar a su predecesora, sino que además tuvo que cargar con el desinterés y la falta de compromiso de las grandes potencias en los temas más urgentes e importantes.
La declaración aprobada por las delegaciones previo al inicio de la cumbre que arrancó el 20 de junio, no fue más que una larga lista de 283 declaraciones de buenas intenciones, renovación de promesas que siguen sin cumplirse y un nuevo anuncio de que las acciones más urgentes a favor del medio ambiente y de la preservación de la vida en el planeta aún no serán ejecutadas.
ECONOMÍA VERDE
En el documento “El futuro que queremos”, aprobado tras las negociaciones previas al Río+20, se evidenció un intento de consolidar la llamada “economía verde”, tendencia que pretende “conciliar” la protección del medio ambiente con el crecimiento económico y la rentabilidad de las empresas.
La idea de un “capitalismo ecológico” fue ampliamente rechazada por la Cumbre de los Pueblos, actividad paralela a Río+20 que  reunió en la misma ciudad a miles de activistas y organizaciones ambientalistas, quienes reclamaron una mayor justicia ambiental y social.
Grupos como Greenpeace, DAWN y Oxfam, entre muchos otros, criticaron que la declaración de la última cumbre se aleja incluso de lo establecido en Río en 1992, distanciando una vez más el desarrollo de la ruta sostenible y amigable con la naturaleza.
«La Cumbre de Río+20 será un fracaso en caso de que sean aceptadas las propuestas actuales, que pueden profundizar más la división entre los esfuerzos medioambientales y los del desarrollo», advirtió Oxfam en un comunicado poco antes del inicio del Río+20, a propósito de la declaración que finalmente se aprobó sin grandes cambios.
A la economía verde se le critica sobre todo el enfoque en la “rentabilidad” y la continuación del modelo de explotación y expansión capitalista, a cambio de algunas compensaciones y “responsabilidad social” de parte de los sectores productivos.
Para la Cumbre de los pueblos, fue particularmente sospechoso el interés de las grandes corporaciones en la conferencia de Naciones Unidas, y su insistencia en consolidar mercados de agua, carbono y biodiversidad, como “soluciones” para el grave problema del deterioro ambiental.
También desaprobaron las propuestas para utilizar las nuevas tecnologías para mantener las prácticas actuales de producción, sin realizar un cambio sustantivo en la relación con la naturaleza, como es el caso del uso de transgénicos en la producción de alimentos o las alteraciones artificiales del clima.
Los ambientalistas ven que, lejos de buscar soluciones que permitan reducir la contaminación y los impactos ambientales, la pretensión en Río+20 ha sido buscar mecanismos para mantener los niveles de emisiones y el daño al ambiente, a cambio de compensaciones económicas y sociales.
Uno de los principales fracasos en esta cumbre fue la imposibilidad de establecer un fondo por $30.000 millones por año; la desaprobación de las naciones desarrolladas (con la excusa de la crisis económica) impidió la creación e inclusión de esta iniciativa en la declaración final.
Pese a las múltiples críticas que recibió el documento, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, defendió hasta el final el acuerdo alcanzado y aseguró que ahora llega el momento de trabajar para tomar el camino correcto.
“El documento que se adoptó por consenso brinda una firme fundamentación para alcanzar un desarrollo económico, social y ambiental bien hecho. Es nuestra responsabilidad ahora caminar hacia la dirección correcta”, expresó Ban al despedirse de las delegaciones en Río.
 

 
Algunas luces en Río+20
Pese al evidente fracaso en las negociaciones y el acuerdo final de Río+20, algunas de las actividades paralelas intentaron “maquillar” un poco la falta de líneas claras y de compromiso con el medio ambiente mostrado por las naciones más desarrolladas.
Corea del Sur realizó el lanzamiento de un Instituto Global sobre Desarrollo Sostenible junto a varias naciones (incluida Costa Rica), mientras que la ONU lanzó el “Desafío Hambre Cero”, en un nuevo intento por combatir la falta de alimentos en varios lugares del mundo.
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, llegó a Río para anunciar el lanzamiento de un fondo por $20 millones, con el que pretende apoyar proyectos para la electrificación de África con energías limpias.
Pese a ser criticada por la renuencia de Estados Unidos a comprometerse con la reducción de emisiones contaminantes y la compensación por los efectos del cambio climático, Clinton lamentó en su discurso ante el plenario de la cumbre, que Río+20 no defendiera los derechos reproductivos de las mujeres.
«Las mujeres tienen que tener el poder de tomar decisiones sobre cuándo y dónde desean tener hijos», dijo Clinton, quien abogó además por una economía de inclusión e igualdad de oportunidades.
Otro de los destacados con su discurso en Río fue el presidente de Uruguay, José Mujica, quien dio un mensaje cargado de sinceridad que le ha ganado múltiples admiradores en Internet y las redes sociales.
Mujica se dirigió a las 193 delegaciones presentes, para hacer “algunas preguntas” para cuestionar la lógica de consumo con la que se pretende sacar de la pobreza a millones de personas, y el impacto que esto puede tener en el medio ambiente.
“¿Qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? Más claro: ¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7000 u 8000 millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales?”, cuestionó el mandatario uruguayo.
Mujica expresó que el ser humano ya no es capaz de controlar las fuerzas que ha desatado y que ahora gobiernan su vida impidiéndole la felicidad.
“¿Estamos gobernando la globalización, o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?”, preguntó el presidente.
De igual manera, fueron presentadas iniciativas para la protección de los océanos y la reforestación, principalmente en zonas tropicales, pequeñas luces que quedaron a la sombra de un acuerdo sin compromisos ni acciones concretas.
 

 
Algunas cifras de Río+20
La organización de la Cumbre de Río+20 dejó a la ciudad de Río de Janeiro, Brasil,  ingresos por $137 millones, que dejaron los más de 100.000 turistas que la visitaron la semana anterior.
La mayor cumbre realizada hasta el momento por la ONU recibió a 45.381 personas, lo que incluye 12.000 delegados de 188 países miembros de la organización, y otros Estados observadores
En la cita, 4.075 periodistas provenientes de todo el mundo fueron acreditados, mientras que 9.856 representantes de organizaciones no gubernamentales participaron en más de 500 eventos oficiales.
Río también vio la realización de 3.500 eventos paralelos, que recibieron a unos 12.000 militantes de organizaciones no gubernamentales y representantes de pueblos indígenas  que participaron de la Cumbre de los Pueblos.
En Riocentro, sede de la cumbre, se utilizaron 205 kilómetros de cable de fibra óptica, con acceso a Internet sin cable para 32.000 usuarios simultáneos y una capacidad de red equivalente a una ciudad de 120.000 habitantes.
Pese a su convicción ambientalista, la Cumbre de Río+20 dejó a esa ciudad brasileña un total de 60 toneladas de basura, aunque no se compara con las 370 toneladas que dejó la última fiesta de año nuevo en la playa de Copacabana.
Sin duda, Río de Janeiro mostró su capacidad de recibir grandes eventos internacionales como la próxima Copa del Mundo 2014 y los Juegos Olímpicos 2016, en una ciudad que se mantuvo limpia, segura y ordenada durante la cumbre, pero que aún necesita ajustes en el tema del tránsito y transporte en horas pico.

  • Javier Córdoba 
  • País
Capitalism
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