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No sé si será poco tiempo para ver resultados en el Sistema Universitario, de la labor del SINAES. De lo que sí estoy seguro es que los mismos vicios en el Modelo Universitario, persisten. Me es difícil aceptar que acrediten, y que casi nada significativo pase.
Desgraciadamente no se evalúan –a mi juicio– los problemas básicos de la Educación Superior. Lo que sí he notado es que con conceptos, estrategias positivistas y tradicionales de educación, políticas y sociales, buscan resolver situaciones del siglo XXI.
Dichos problemas -que son muchos- no permanecen estáticos, su mismo dinamismo los hace más amplios y profundos. O se pretenderá que, como en mucho, continuemos engañados pero felices.
En los años de existencia del SINAES, infinidad de carreras se han acreditado y algunas de ellas se han reacreditado. Eso produce en los profesores una gran alegría, puesto que suponen estar muy bien académica y administrativamente. A tal grado que se promocionan como universidades, carreras que brindan con toda seguridad calidad académica.El SINAES sigue todo un protocolo para otorgar la acreditación. Desde una autoevaluación de una serie de variables, hasta la verificación de los resultados por parte de un especialista externo.
Esto es lo que llamo el efecto paliativo de la acreditación. Puesto que se viene atacando algunos efectos del mal funcionamiento del Sistema Universitario, tal vez remediando algunas variables académicas y administrativas. Brindando un falso bienestar, sin atacar variables –importantísimas- que a mi juicio, son las que impiden en general el buen funcionamiento del sistema.
Son muchas las variables académicas y administrativas que no se han evaluado en el sistema; cito algunas que si se evaluaran, modificarían de raíz el Sistema Universitario. Y por supuesto, superarían los efectos paliativos que brinda la acreditación.
Planteo una serie de variables de primerísima importancia que hasta ahora han sido ignoradas en los procesos de acreditación. No se han tomado en cuenta. En el entendido epistemológico, educativo, programático y de aprendizaje, que son muchas más.
Por ejemplo, la “enfermedad” académica y administrativa:
De que el Sistema Educativo se apoye en un modelo de enseñanza malo.
De que la FORMACIÓN en didáctica universitaria de los docentes universitarios, es casi nula.
De que el proceso de evaluación de los aprendizajes es llevado a cabo por profesionales que no saben ni de evaluación, ni de aprendizaje.
De que la evaluación del trabajo docente, es llevada a cabo por profesionales que no saben de evaluación docente.
De que la evaluación de los planes de estudio y el cumplimiento de los perfiles profesionales es ignorada.
De que la programación, enseñanza-aprendizaje de los principios y valores contenidos en los Estatutos, Misión, Visión y Objetivos Institucionales, no se hace.
De que las universidades no son administradas, en general como lo que son, CENTROS EDUCATIVOS.
De que en las Rectorías, Vicerrectorías y otros puestos de dirección, de un CENTRO EDUCATIVO, lo ocupen profesionales de otras disciplinas, que no tienen FORMACIÓN en educación.
De que no existan programas permanentes, obligatorios y de avanzada, para formar a todos estos profesionales deficitarios en planeamiento curricular, ejecución curricular, evaluación curricular y administración curricular a nivel universitario.
De que no nos favorezcamos con el aprendizaje de una lógica, racional y holística de acreditación (no politizada) que nos permita el aprendizaje para hacer algo que antes no se sabía hacer.
Esto y más nos permitirá ir “curando la enfermedad”´, actuando sobre las causas y no sobre los efectos.
La acreditación ha venido actuando en solucionar los efectos (paliando) y no trabajando en las causas que los ocasionan y sobre las cuales urge tomar decisiones.
Quisiera estar equivocado, así podría asumir la misma tranquilidad y confianza, que parece que asumen las universidades. Si no, es muy doloroso el hecho de que provenga de ellas mismas la gran pifia.
Todavía resuena en mí, cuando en los primeros años de universidad, oía hablar de la Universidad conciencia lúcida de la sociedad.
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