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El culto a la personalidad es un acto que ha dejado resultados nefastos para la humanidad. Durante el XX Congreso del Partido Comunista (1956) Nikita Krushchev, en el discurso de fondo, denunciaba los errores cometidos por el culto a la personalidad que se le tributaba a Stalin: “… culto que en momento dado se transformó en la fuente de una serie de perversiones excesivamente serias de los principios del Partido, de la democracia del Partido y de la legalidad revolucionaria.”
De estas perversiones es que trata el discurso del XX Congreso: arrestos ilegales, torturas, asesinatos y represión en general, todo ello bajo un concepto inventado por Stalin, “Los enemigos del pueblo”: “ Este término hizo automáticamente innecesario que los errores ideológicos de los hombres expresados en una controversia se comprobasen; este término hizo posible que se usaran los más crueles métodos de represión, violándose así todas las normas de la legalidad revolucionaria, cada vez que alguien estaba en desacuerdo con Stalin o que se sospechara en él una intención hostil o debido simplemente a que tenía una mala reputación.”
Krushchev en este discurso dice que Stalin descartó el método de la lucha ideológica, reemplazándolo por el sistema de violencia administrativa, persecuciones en masa y terror. “De los 139 miembros y candidatos del C.C. del Partido que se eligieron en el XVII Congreso, 98 de ellos, es decir el 70%, fueron detenidos y fusilados [la mayor parte entre 1937 y 1938].”
Asimismo “…de los 1.906 delegados que fueron al XVII Congreso del Partido, ya sea para votar o para aconsejar, 1.108 fueron apresados y acusados de crímenes contra la revolución, es decir un número superior a la mayoría. “
Bueno, y es que el culto a la personalidad a Stalin también lo expresaron poetas egregios de nuestra lengua. Pablo Neruda: “Camarada Stalin, yo estaba junto al mar en la Isla Negra, descansando de luchas y de viajes,/cuando la noticia de tu muerte llegó como un golpe de océano./Fue primero el silencio, el estupor de las cosas, y luego llegó del mar una/ola grande…” (1953).
Nicolás Guillén, mucho antes de conocidos los hechos del XX Congreso: “Stalin, Capitán,/a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochun/A tu lado, cantando, los hombres libres van:/el chino, que respira con pulmón de volcán,/el negro, de ojos blancos y barbas de betún,/el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán./Stalin, Capitán…” (1942)
Rafael Alberti en “Redoble lento por la muerte de Stalin”, expresa efusivamente: “Padre y maestro y camarada:/quiero llorar, quiero cantar./Que el agua clara me ilumine,/que tu alma clara me ilumine/en esta noche en que te vas…” (1953).
Miguel Hernández en el poema Rusia (El hombre acecha 1937-9) canta: “(…) Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos/has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente,/y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos,/como a un inmenso esfuerzo le cabe: inmensamente…”. Escrito durante la época de la purga estalinista.
Vamos a pensar que en aquella época la información no fluía como ahora, máxime dentro de un sistema totalitario como el estalinista. En su exculpación Neruda dice “Esta ha sido mi posición: por sobre las tinieblas, desconocidas para mí, de la época estalinista surgía ante mis ojos el primer Stalin, un hombre principista y bonachón, sobrio como un anacoreta, defensor titánico de la revolución rusa. Además este pequeño hombre de grandes bigotes se agigantó en la guerra; con su nombre en los labios, el Ejército Rojo atacó y pulverizó la fortaleza de los demonios hitlerianos.” Confieso que he vivido (1974).
También los poetas laureados tienen derecho al beneficio de la duda. Lo que no deja lugar a dudas, son los crímenes denunciados en el XX Congreso del Partido Comunista a tres años de la muerte del déspota.
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