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Explorando la edición de este periódico correspondiente al 27 de junio, descubrí el artículo de Tito Méndez intitulado “Laura y el Semanario”, precisamente a la par de uno mío, “Espejos y el dilema del escritor”, en la página 23.
La introducción del escrito me confundió. Mi padre jamaiquino hubiera observado que el autor “was beating around the bush” (lit. “batía las malezas”, fig. “anduvo con rodeos”), hablando de futbol y Messi, política nacional, Arias y Figueres, así como dialéctica y marxismo. Por no venir al caso, aparentemente, esa retórica, como introducción formal, parece no ayudar ni a Laura ni el Semanario.
Pero seguí explorando, para ver qué más descubría, porque el escribir, el esfuerzo de comunicar que hace cualquier ser humano, envuelve un paso de gran valor en la infinitud que llevamos por dentro y nos rodea, como observó Freeman Dyson. Y, en ese afán, encontré una idea realmente importante que quisiera verificar con Tito y aclarar para provecho de lectores y lectoras de UNIVERSIDAD.
Después de su introducción, el profesor Méndez hace algunas reflexiones conceptuales sobre lo prescindible e imprescindible, que aplica a la sustitución de doña Laura Martínez, recurriendo al filósofo griego Heráclito, recordando la Guerra Fría -que supone ha terminado- y las fealdades del TLC. Entonces, propone que el señor Rector promueva una discusión sobre el retiro o no retiro de la directora de UNIVERSIDAD. Tampoco entendí o vi cómo contribuiría eso a “despejar las incógnitas de la ecuación”, al decir de los matemáticos, porque don Henning ya ha reconocido la buena labor que realiza doña Laura, pero argumenta tautológicamente que esa labor puede ser mejorada. Por tanto, continué explorando, hasta descubrir el énfasis de don Tito en este punto:
Hay que reconocer “la potestad que la voluntad general concedió a los académicos Henning Jensen y Roberto Salom para que organicen su gobernanza –que no es poca cosa-. Pero sí consideramos asunto de suma delicadeza hacer cambios –por más soñados que estos sean-, en el hasta hoy más crítico órgano de la prensa nacional” (sic), …un cambio en la dirección de UNIVERSIDAD exige ser consultado desde la almohada allende la Universidad”.
Estoy obligado a decir algo sobre esa observación. Fíjense que, en mi artículo a la par del de Tito, me refiero a un dilema limitado a los que escriben sobre experiencias de su vida personal. En cambio, Tito plantea un complejo dilema que envuelve tres actores o segmentos de actuación: Laura Martínez, la directora del semanario, Henning Jensen, el rector de la institución y el resto de la comunidad universitaria; no sé si cabría hablar de un “trilema”. En todo caso, cada parte enfrenta sendas disyuntivas, dudas o preguntas que podríamos resumir así:
Laura: ¿Es justo que me obliguen a retirarme de un cargo que he cumplido a conciencia y competentemente?
Henning: ¿Es correcto y conveniente para la institución que traslade una subalterna de esa índole, solamente o principalmente a mi arbitrio?
Resto de la comunidad universitaria: ¿Es aceptable esa decisión, conforme a las tradiciones y los ideales de nuestra institución?
Cualesquiera sean las respuestas, tendrán consecuencias significativas para cada parte y todas. Envuelven cuestiones de interés institucional, valores éticos, coherencia política y garbo administrativo. ¿Cada parte ha reflexionado responsablemente sobre esas consecuencias en lo inmediato y mediato, tanto para sí misma como para las otras? Por fortuna, en la Universidad de Costa Rica somos comunidad, a pesar de las presiones del entorno en sentido contrario; no nos hemos reducido al individualismo insensible. Mi fe es que todos aún somos Universidad y la Universidad todavía es de todos en el cosmos. Que esa estrella nunca deje de brillar.
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