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Acostumbrados como estamos los periodistas a buscar y reseñar sólo las cosas malas –en el entendido de que las good news no son noticia– vale la pena hacer lo contrario y recibir con aplauso y agradecimiento, la reinauguración y salvataje del hermoso cine Magaly, que ha vuelto por sus fueros tras diez meses de silencio y varios actos fúnebres –para mi felicidad– fallidos.
Los propietarios del local han decidido arriesgar la mejor sala de Costa Rica a las producciones independientes y al cine de calidad. Es un atrevimiento que solo apasionados del séptimo arte son capaces de emprender y por eso los simples aficionados como el suscrito, debemos apoyar de cualquier manera.
El cine Magaly se inauguró en 1978, una época en que las películas sobre la concluida guerra de Vietnam estaban de moda y allí vimos Deer Hunter, con Robert de Niro joven; y Coming Home, con Jane Fonda y John Voigth; además de Apocalypse now, con un Marlon Brando decadente y bajo la tutela de Francis Ford Coppola.
La lista de ensoñaciones compartidas en ese portaviones azul que es el Magaly sería muy larga, por lo que ahora interesa destacar que ha vuelto a la vida y con filmes de estremecedora calidad, como ese Un mundo mejor, de hechura escandinava y profunda ambigüedad humana.
La sala de fiestas azul de nuestro crucero urbano y cinéfilo ha sido retocada, el sonido depurado, la imagen proyectada me pareció más nítida, el vestíbulo embellecido y hasta la chica de las palomitas andaba con bonito uniforme.
Allá por los ochentas me peleé con Miguel Litín, porque alegó que él prefería ver el cine en su casa, sin las molestias del tráfico, la lluvia o los guachimanes, y aunque de allá a acá uno casi puede tener pantalla gigante en la casa, sigo creyendo que el rito colectivo de las grandes salas, donde se comparten las risas, los suspiros y las lágrimas con la multitud, es un fenómeno nostálgico e inolvidable que vale la pena mantener vigente.
¡Claro en un buen cine como el Magaly!
Congratulaciones a los empresarios y hagamos todo lo posible porque esa ceremonia de la luz y la sombra siga viva por mucho tiempo en la esquina de la California. Sobre todo con ese platillo de gran cine que están anunciando para las próximas fechas.
Lo que soy yo, no me lo pierdo.
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