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Lutz Förster es conocido por su trabajo en solitario y por el estudio de danza Folkwang.
Lutz Förster y Franko Schmidt, de la compañía alemana de danza Folwang, lideraron en días pasados un taller intercultural de danza impartido en Danza Universitaria de la Universidad de Costa Rica.
El taller se realizó como parte del programa de promoción de graduados del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD), en colaboración con Danza Universitaria.
La compañía de danza y teatro Folkwang (Folkwang Tanztheater Studio) fue dirigida de 1983 a 2009 por Pina Bausch y está afiliada a la Universidad Folkwang de las Artes, pero mantiene independencia artística.
Tanto la escuela como la compañía de danza basan su trabajo en la técnica Folkwang, creada por Karl Ernst Osthaus en 1874 y más tarde desarrollada por artistas e investigadores alemanes.
La “idea Folkwang” consiste en una forma de estudio, enseñanza, aprendizaje y producción de la música, el teatro, la danza, el diseño, los estudios académicos y las interconexiones entre estas disciplinas.
El nombre de la técnica es un vocablo en nórdico antiguo, que denomina a las cámaras de “Freya”, la diosa del amor y la belleza.
La mencionada actividad académica fue un ejercicio intercultural y de refrescamiento en la técnica, para mexicanos y costarricenses egresados de la Universidad Folkwang de las Artes, así como para los miembros de la compañía universitaria.
Además de 11 bailarines de Danza U, participaron en el taller 4 bailarines del sector independiente y 11 egresados de Folkwang —2 mexicanos y 9 costarricenses—, entre los que se encuentran Rodolfo Brenes, Valentina Marenco, Rodolfo Seas y Vicky Cortés, quien estrenará un espectáculo este mismo fin de semana (ver recuadro).
Según Carolina Valenzuela, productora de la agrupación, este taller además significó recobrar el vínculo de Danza U con la técnica y con la escuela alemana, que ha existido desde 1980.
Lutz Förster, quien además de bailar para Pina Bausch es maestro en la Universidad Folkwang de las Artes y coreógrafo, compartió con UNIVERSIDAD sus perspectivas acerca de la relevancia de la técnica alemana, su experiencia en la danza y sus impresiones al finalizar el taller en Costa Rica. A continuación un extracto de esa entrevista.
¿Qué es Folkwang?
—Folwang es actualmente una escuela, que fue fundada década de los 30. En ese tiempo, había un gran movimiento de liberación del cuerpo en general, liberación sexual, playas nudistas, etc.
En ese entonces había un hombre, Rudolf Schulz-Dornburg que pensó en buscar los principios del movimiento a través de la observación de la gente. A partir de mirar a las personas encontró tres básicos principios en la dinámica del movimiento: el tiempo o la velocidad, el punto donde empieza el movimiento físicamente y la intensidad, como en la música, que puede ir de piano a forte; así, desarrolló las calidades principales del movimiento.
Eso fue el desarrollo teórico y más tarde dos de sus alumnos decidieron usar esos principios para aplicarlos a la educación de los bailarines, porque en este tiempo había muchos bailarines muy emocionados, aunque no tenían ninguna formación.
Ellos lo que pensaron es que debía ser posible crear una escuela como la de ballet, que transmite el oficio y las habilidades, pero no solo para un estilo de danza, sino para ejercer la danza como tal.
Así, estas fueron las únicas personas interesadas en crear una escuela para bailarines, sin imponerles un estilo o formarlos solo para su compañía; eso es único en la historia de la danza. Martha Graham, por ejemplo, creó una técnica que solo funciona para bailar las obras de Martha Graham. Nuestra escuela da a los bailarines las herramientas para bailar, no importa la compañía o el coreógrafo.
¿Qué implica el lema de Folkwang “No educamos bailarines, educamos humanos que bailan”?
—Que la danza debe ser humana, sino es humana puedes olvidarla. La danza habla de los humanos y por eso la educación debe ser abordada de manera humana y también hay que aceptar el cuerpo humano tal y como es individualmente. No hay un ideal de cuerpo y, sobre todo, un cuerpo no es solo un cuerpo, es una persona.
En muchas escuelas, al final ves solo un instrumento, no una persona. Los bailarines se convierten en instrumentos del coreógrafo y nada más. En la danza, naturalmente, es más complicado, pues los bailarines son su propio instrumento. Otros artistas tienen un pincel o un violín; nosotros creamos nuestro instrumento y al mismo tiempo vamos aprendiendo a interpretarlo, descubrimos cómo usarlo, cómo funciona, es muy complejo; por eso en este trabajo debe siempre pensar en las personas como todo.
¿Cómo fue la experiencia de este taller?
—Ha sido muy especial. Primero, porque la condición es completamente nueva para mí. Es la primera vez que se realiza un taller para gente que estudió en Folkwang, unos de México, otros de Costa Rica; unos hace un año, otros hace 20 años.
Antes de venir yo me preguntaba si iba a funcionar, pero fue fantástico el trabajo que se logró hacer; también lo fue trabajar a la vez con exalumnos, con bailarines que no conocía y con otros que conocí antes en otros espacios, como en el Conservatorio El Barco. Hemos construido una atmosfera increíble; es como una gran familia.
El taller se planteó como un “ejercicio intercultural”. ¿Qué le dejó a usted esta experiencia?
—La danza siempre es una experiencia intercultural y en estos talleres, que son muy específicos, el problema es que los profesores generalmente olvidan que la danza es para expresar algo; de modo que estos espacios no son solo para aprender técnica, sino que la técnica tiene que servir para expresarse, para mostrar emociones.
Los alemanes son muy buenos en la construcción, en la técnica, en la intelectualidad, especialmente en esta técnica que es típica alemana; sin embargo, en danza es más importante la emoción.
Yo creo que es fascinante en Latinoamérica y, especialmente, en Costa Rica, donde hay una gran tradición de danza contemporánea que todo los emociona.
¿Cuáles han sido los momentos más importantes de su carrera como bailarín y coreógrafo?
—Mi trabajo con Pina Bausch, definitivamente. Son 37 años. Ahí he desarrollado mi vida profesional y personal; ahí encuentro todo lo que es importante para mí.
¿Qué es para usted la danza?
-No sé (entre risas), de verdad no sé. El concepto cambia todos los días, porque la danza es una cosa viva. Para mí, es una manera de vivir y eso es suficiente.
Vicky Cortés bailará ENMACETA
Este fin de semana la bailarina Vicky Cortés estrenará su nueva producción: ENMACETA, un espectáculo unipersonal de danza-teatro que se presentará del 3 al 5 de agosto en Gráfica Génesis.
La obra aborda la temática de la mujer y la violencia, desde una mirada crítica a aquello que se percibe como “femenino” en el sistema patriarcal. En ella, analiza el lugar social asignado a las mujeres y su condición aparentemente inmutable.
Cortés afirmó que este montaje surgió de una inquietud que ha tenido toda su vida, acerca del abuso de poder, la violencia y las injusticias que los seres humanos enfrentan diariamente.
La bailarina aseguró que el abordaje de la violencia en su obra no es literal, pues no se ilustran los actos de violencia, sino que se plantean cuestionamientos acerca de las razones que hacen que una mujer permanezca en situaciones de violencia psicológica y física.
“Hay una enajenación de las mujeres que se inculca desde la educación y nos enseña un camino de ilusiones, de modo que vivimos guindando de esas ilusiones y por eso soportamos situaciones de abuso de poder. Hablo de ideas como el príncipe azul y otros mitos de los cuentos de hadas”, explicó Cortés.
La bailarina y directora del montaje indicó que se analizan estos aspectos, ya que no es solo en condiciones de dependencia económica que las mujeres permanecen en relaciones violentas, sino que hay otras dependencias sociales e inseguridades “generadas desde la infancia, desde la leche materna y desde el lenguaje”.
El espectáculo cuenta con tres partes: una interacción sonora y de video, una instalación en movimiento a cargo de Cortés y, finalmente, un cierre que la bailarina espera que se convierta en un espacio de intercambio con el público.
Dicho trabajo contó con el apoyo del Programa PROARTES del Ministerio de Cultura y Juventud. Las funciones serán a las 6 p.m. los tres días y el costo de las entradas es de ¢3500.
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