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La Iglesia de Santiago Apóstol, joya arquitectónica construida en la primera mitad del siglo pasado, muestra en sus columnas el problema estructural y tectónico que aqueja a la ciudad de Santiago, Puriscal. (Foto: Jasson Clarke)
Cerca de una parada de buses, una grieta en la acera da fe del problema que aqueja a las edificaciones, calles y viviendas de Santiago de Puriscal. Sobre la misma cuadra, otra evidencia de la situación: la iglesia de Santiago Apóstol, rodeada de una malla metálica y con rótulos de letras rojas que prohíben el ingreso a transeúntes, locales y visitantes.
Basta un vistazo a las columnas del templo para descifrar el porqué de la precaución. Los pilares ladeados de sus entradas muestran la inestabilidad de toda la estructura, declarada inhabitable. Un fuerte temblor en 1989 y los enjambres sísmicos al año siguiente causaron daños en la joya arquitectónica, que dos décadas después el Ministerio de Salud consideró una potencial amenaza para la seguridad de las personas.
Los puriscaleños se han acostumbrado a las fisuras en las calles, en las paredes de la escuela y el liceo, y las grietas en las casas. Viven, sin embargo, en una ciudad que lentamente se desliza, a un ritmo imperceptible, pero que a lo largo de los años ha resultado en el cierre del antiguo hospital, el mercado, el gimnasio municipal y el ya mencionado templo católico.
SUMA DE FACTORES
Subiendo por la carretera que lleva al centro del cantón de Puriscal, las laderas de la montaña muestran el primero de cuatro factores que ocasionan el problema del deslizamiento en Puriscal: la tierra arcillosa, de un color rojo intenso. Sobre ella descansa el pueblo en una leve pendiente.
El cantón está, además, cruzado por fallas sísmicas activas, que dividen el subsuelo en una especie de rompecabezas deslizante. Solo en la cuadra del templo de Santiago Apóstol, ocho agrietamientos recorren y desestabilizan su cimentación.
Estas fallas sísmicas también son visibles en lo escarpado del terreno. De noroeste a sureste, las fallas llegan a alcanzar los 30 kilómetros. Y estudios geológicos realizados por Walter Montero y Wilfredo Rojas, geólogos de la Universidad de Costa Rica (UCR), determinaron que pueden causar sismos de magnitudes cercanas a los 6.5 grados en la escala de Richter. De hecho, los temblores que experimentó Puriscal en mayo y junio de 1990 rondaron los cinco grados.
Otro factor que vulnera las estructuras del cantón de Puriscal son los eventos meteorológicos como lluvias y tormentas tropicales. Estos actúan como agentes disparadores de los deslizamientos, pues afectan directamente al cuarto factor que contribuye al fenómeno: las aguas subterráneas.
El nivel de estas aguas, llamadas también nivel freático, es muy superficial en Puriscal, siendo en ocasiones de tan solo dos metros de profundidad.
Estos cuatro elementos ponen en un peligro real la estabilidad estructural del cantón, que ha visto en 30 años cómo, por bloques, las 450 hectáreas de la ciudad de Santiago se mueve y reacomoda hacia el río Picagres, sin que sus habitantes perciban el movimiento. Doscientos millones de metros cúbicos de tierra se arrastran a una velocidad de 5 a 15 centímetros al año, acelerados por las lluvias y los enjambres sísmicos que no son extraños en la región. Es el deslizamiento más grande conocido en Centroamérica y el Caribe.
DISTINTAS ALTERNATIVAS
Grietas como estas son parte de las consecuencias del deslizamiento puriscaleño, también presentes en calles y viviendas. (Foto: Jasson Clarke)
La amenaza del deslizamiento ha sido estudiada desde 1985 por el Departamento de Ingeniería Geotécnica (DIG) de la Escuela de Ingeniería Civil, de la UCR.
El Ingeniero Sergio Sáenz Aguilar, catedrático y director del DIG, explica que la DIG se propuso estudiar el problema de la ciudad de Santiago, que era sumamente complejo. A partir de ahí establece una línea de investigación sobre Puriscal, en la cual se han hecho trabajos finales de graduación sobre diferentes aspectos sobre el problema de la ciudad.
La primera de estas tesis investigó las causas y posibles soluciones del deslizamiento de Puriscal. Posteriormente, se realizaron anteproyectos, diseños y presupuestos económicos que determinaron la viabilidad de atacar y detener el deslizamiento.
Tres fueron las propuestas para lograr mitigar el movimiento de la ciudad de Santiago de Puriscal, todas ellas enfocándose en el único de los factores que puede ser intervenido por el ser humano: el nivel freático.
La primera de ellas fue la de crear pozos de bombeo, que disminuirían el nivel de las aguas subterráneas. Su sencillez y facilidad de construcción se contraponen al inconveniente de requerir una operación y mantenimiento perpetuo.
Las otras dos soluciones son de un costo similar: excavar zanjas de 25 metros de profundidad y rellenarlas de un material granular, o la construcción de túneles subterráneos de drenaje. Cualquiera de las dos supondría una inversión de al menos $15 000 000.
Sáenz afirma que desde el DIG se recomendó la última de las alternativas, pues la construcción de los túneles no afectaría el funcionamiento normal de los habitantes de Puriscal. Las galerías de drenaje, como también se conocen estas estructuras, ya son utilizadas en Puente de Mulas, para abastecer de agua a la ciudad de San José. Además, presentan la ventaja de requerir un mantenimiento mínimo y no necesitar un tipo alguno de operación.
La capacidad instalada de empresas constructoras del país, sostiene Sáenz, es suficiente para llevar a cabo estas galerías de drenaje.
SOLUCIÓN A UN COSTO
Las galerías de drenaje rebajarían el nivel de las aguas subterráneas, de los tres metros actuales a unos veinticinco de profundidad. No obstante, la solución vendría a un costo necesario de considerar. Al drenar el nivel freático, la ciudad entera de Santiago irremediablemente se asentará, y de manera un tanto irregular.
De esto trató el último trabajo final de graduación presentado en la Escuela de Ingeniería Civil de la UCR, por el ingeniero Gabriel Corrales. El ingeniero estimó que los asentamientos en Santiago de Puriscal serían menores a 35 centímetros y que se darían gradualmente en un período cercano a los 60 años. En otros términos, la ciudad se hundiría a menos de medio centímetro por año.
Según Corrales, “ese abatimiento del nivel freático mejora las condiciones del suelo, ya que la masa de tierra va a dejar de desplazarse. Los espacios que en este momento están ocupados por agua, en el momento en que se realice el abatimiento, van a ser vacíos, que van a provocar que la ciudad se asiente. Así se estabiliza, pero esa es una de las consecuencias negativas de la solución. Sin embargo no es tan negativa en comparación con el riesgo que corre la ciudad”.
“Ese es el precio por salvar la ciudad, y la tesis de Gabriel demuestra que no es tanto el problema. La magnitud de los asentamientos no va a producir daños tan grandes como para que digan que el remedio es peor que la enfermedad”, dice Sáenz.
Corrales también estudió un deslizamiento de condiciones muy similares al de Puriscal, que se presentó en Valle Maggia, Suiza. En esa localidad, también se utilizaron galerías de drenaje, que tuvieron asentamientos parecidos a los que se espera ocurran en la ciudad de Santiago.
El costo estimado de las obras es de $15 millones, lo cual para Sáenz podría financiarse mediante un préstamo para prevención de emergencias del Banco Interamericano de Desarrollo. Este monto representa alrededor de un 10% del valor de los terrenos y edificaciones de Santiago, el cual se calculó en unos $150 millones.
La estructura del templo de Santiago Apóstol también tiene esperanzas de ser reconstruida. Una loza de concreto de un metro de grosor, colocada por bloques bajo la superficie de la iglesia, y 1,4 millones de dólares proveerían la cimentación necesaria para luego ocuparse de reforzar las paredes, columnas y el techo del edificio.
El ingeniero Sáenz señala positivamente la anuencia del alcalde de Puriscal, Manuel Espinoza, para dar curso a los trabajos y por fin solucionar el problema del deslizamiento puriscaleño. El ingeniero Gabriel Corrales cree que ya es posible empezar a poner en práctica las medidas propuestas por la UCR. Sáenz, sin embargo, advierte que debe ser una empresa profesional la que lleve a cabo los estudios y diseños finales, así como la construcción de las galerías, pues la UCR no es la figura legal apropiada para desarrollar las obras.
Junto a la relevancia de los estudios realizados por la UCR, Sáenz acota también la importancia de la voluntad política para resolver la situación e invita a pensar en las consecuencias a futuro de no decidirse a actuar.
“Veo muy difícil que la ciudad pueda sufrir un deslizamiento catastrófico, porque no ha pasado a lo largo del tiempo. Pero sí es cierto que la ciudad se va dañando cada vez más”.
“Si yo viviera en Puriscal, yo quisiera heredarles la seguridad de vivir en Puriscal. Si no se le da la oportunidad (de detener el deslizamiento), la ciudad no tendrá ese futuro”, apuntala Sáenz.
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