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El Semanario Universidad, la Radio y el Canal 15 han formado parte durante años de nuestra vida cotidiana. Iniciamos la mañana con “Desayunos en la Radio”, disfrutamos durante el día de su exquisita selección musical, más tarde sintonizamos la programación científica y cultural del Canal 15 y cada semana absorbemos uno a uno los artículos del Semanario sobre el acontecer institucional, la situación nacional e internacional. Orgullosamente, podemos decir que los medios universitarios nos brindan el derecho a una comunicación creativa y autónoma, muy diferente al manejo empresarial de la información.
La distancia que separa a estos órganos informativos de los medios privados es gigantesca, lo cual supone un precio a pagar cada vez que alguna de sus informaciones no responde al sistema establecido, cuyos dictados provienen de grupos de poder dentro y fuera del país.
La libertad informativa de los periodistas en el ámbito universitario les ha permitido enlazar el análisis de la realidad nacional con la visión cultural y académica; se informa sí, pero a la vez se educa. Además, se divulga el compromiso de la Universidad con la investigación, la docencia y la acción social.
Históricamente, los medios universitarios han cumplido un papel clave en momentos difíciles del acontecer nacional: la defensa del ICE, su papel protagónico en contra del TLC, la difusión del memorando del miedo, su denuncia de la minería a cielo abierto y la peligrosa contaminación de las piñeras, la defensa de la Caja Costarricense de Seguro Social, las graves revelaciones acerca de la corrupción que carcome las instituciones gubernamentales… Debates que han encendido la alarma de sectores que a su vez intentan presionar a las autoridades de la Institución para tratar de silenciar información que lesiona sus intereses económicos y políticos.
El Semanario, la Radio y el Canal 15 cuentan con un destacado equipo de periodistas, felizmente dirigidos por personas que han dado la talla en una labor tenaz y valiente. Los cambios que deban darse, tanto en el equipo como en la dirección, tienen que corresponder a un proceso cuidadoso y ampliamente justificado dentro de la autonomía universitaria, que no respondan a la intimidación de sectores que quisieran convertir a estos medios en extensiones de intereses gubernamentales o de otros grupos de poder. Esta es la razón por la que han resultado incomprensibles los cambios express a tan solo pocos días del inicio de la nueva administración universitaria. De manera inesperada, amanecimos con una nueva dirección en el Canal 15, en momentos en que apreciábamos los buenos aportes en la programación. De igual manera, unos días más tarde, se pone en entredicho la continuidad en la dirección del Semanario Universidad, justamente cuando por medio de su portada (excelente caricatura), artículos de fondo e investigación periodística, ha mantenido debates de altura sobre la grave crisis institucional del país y la corrupción que permea los diferentes estratos del Gobierno.
La propulsión de estos cambios —algunos ya realizados— y otros anunciados ponen en duda la mesura y el debido proceso exigido en una universidad pública, que debe valorar imparcialmente la calidad de su personal y los frutos obtenidos. No es suficiente decir, tal como lo haría la empresa privada, se cambia el patrón, se cambia el equipo de trabajo. La experiencia profesional, los muchos años al servicio de la academia y el compromiso universitario con importantes resultados son calidades que pesan mucho en nuestra más antigua Casa de Enseñanza Superior, al servicio de los mejores intereses nacionales y, sobre todo, en una Institución cuya alma esencialmente humanista enaltece los valores de respeto por la justicia social y por la dignidad del otro (a) como persona.
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