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Salvemos a la persona alcohólica

No es la primera ni la última vez que la administración de esta universidad  en concubinato con el sindicato tira a la calle a sus trabajadores por la enfermedad del alcoholismo, esto sin importar los años de servicio, la familia y la salud de la  persona;  triste y doloroso ver cómo a la mayoría de la comunidad no le importa  el mal del otro al punto que ni se siquiera dan una palabra de aliento y solidaridad para estos compañeros;  por el contrario juzgan y enjuician. Esta falta de solidaridad es una conducta típica del sistema neoliberal, que premia el egocentrismo

No es la primera ni la última vez que la administración de esta universidad  en concubinato con el sindicato tira a la calle a sus trabajadores por la enfermedad del alcoholismo, esto sin importar los años de servicio, la familia y la salud de la  persona;  triste y doloroso ver cómo a la mayoría de la comunidad no le importa  el mal del otro al punto que ni se siquiera dan una palabra de aliento y solidaridad para estos compañeros;  por el contrario juzgan y enjuician. Esta falta de solidaridad es una conducta típica del sistema neoliberal, que premia el egocentrismo
Sin  duda es un mecanismo perverso el que opera en esta dinámica del despido del enfermo alcohólico; veamos algunos de ellos.
En primera instancia se acude al protocolo de lo legal; aquí afloran los tinterillos y leguleyos trasnochados, dueños de la verdad absoluta, omnisciente y omnipotente, de un sistema patriarcal, predicadores de la libertad y la democracia, que amparados a una obsoleta y manoseada convención colectiva de trabajo y a  un anacrónico código de trabajo de la década de los cuarenta, el cual toma sus principios igualmente de un prehistórico y desfasado manuscrito del derecho romano e igualmente a un sin número de normas y procedimientos empachosas que sobrepasan los cánones del  histrionismo, la obsesividad  y la paranoia, y  en alianza con camarillas de jefes sedientos de poder enjuician y condenan indiscriminadamente a la persona alcohólica.
Uno se pregunta ¿qué ley suprema y máxima da la potestad a enjuiciar y condenar a una persona enferma alcohólica? Intuyo que obedece al andamiaje del edificio panóptico, enmarcado igualmente dentro de la normalidad y la patología lo que legitima semejante aberración.
En segunda instancia, se  podría nombrar la salud emocional y dentro de esto la dinámica grupal; me refiero al mentado y famoso “chivo expiatorio”, sobre el cual los integrantes del grupo depositan sus ansiedades y temores, con lo cual según esta teoría el sacrificio servirá para expiar la culpa grupal y en la cual personas enfermas asumen estos roles por años, sin darse cuenta de que son víctimas inocentes de todo un   andamiaje psicológico inconsciente de depositaciones que no son suyas.
En tercera instancia, está la conducta típica de estos tiempos, la falta de empatía y solidaridad, en donde el individualismo es la premisa y esta universidad -por mas que se le quiera llamar humanista- no escapa a estas corrientes, y esto se refleja en la carencia de un centro de salud integral, en donde se atienda al enfermo alcohólico y que haya una política clara que tome en cuenta el verdadero desarrollo humano, o exista al menos un espacio físico idóneo, en donde el grupo de alcohólico anónimos pueda celebrar sus reuniones, y no el simple hecho de tener una junta de relaciones laborales en donde se enjuician y condenan a estas personas.
En cuarta infancia, está la sociedad de consumo en la cual vivimos y los delirios de riqueza y poder que se albergan en un inconsciente colectivo que cada vez mas es mas depredador y excluyente de la verdadera riqueza del ser humano.
Por último, es de mi criterio que la mayoría de los y las verdugos que toman estas decisiones de despidos de estas  personas, son alexitímicas o se drogan en las noches para poder apaciguar la conciencia.

  • Jorge Villalobos Rivera (Psicólogo UCR)
  • Opinión
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