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Los desplazados por la penetración del crimen organizado, en especial el narcotráfico en la región, están creando un “drama invisible” que afecta a miles de centroamericanos sin que se le preste atención internacional al problema.
La voz de alarma la está dando la exrelatora especial de las Naciones Unidas para los derechos de los migrantes, Gabriela Rodríguez.
“La región centroamericana está siendo copada por el narcotráfico y el crimen organizado y esto provoca desplazamientos y migraciones internas, especialmente en los países del denominado “trifinio”, o ya conocido como “triángulo de la muerte”, que conforman El Salvador, Honduras y Guatemala. “¿Cómo se les llama a estos desplazados?”, se preguntó Rodríguez en entrevista con UNIVERSIDAD.
El problema principal es que es un fenómeno poco visible, del que no hay registros sobre número de desplazados como si existían en la década de 1980, cuando el istmo era desangrado por guerras civiles y conflictos políticos.
“Es posible que la entronización del crimen organizado esté provocando desplazamientos de muchas personas. Es un problema al que hay que ponerle mucha atención, porque es una bomba de tiempo cuya onda expansiva ya comienza a sentirse incluso en Costa Rica”, dijo a UNIVERSIDAD el politólogo Francisco Barahona.
Por su parte, Rodríguez dijo que un equipo de expertos prepara un estudio sobre la gravedad del problema, cuyo principal eje de incubación se origina en México, donde la lucha militar contra el narcotráfico comienza a desplazar a los carteles de la droga hacia la región centroamericana.
El sociólogo José Carlos Chinchilla advirtió que se trata de un fenómeno que si no se enfrenta a tiempo podría traer graves consecuencias sociales a Centroamérica, especialmente porque en los países del denominado “triángulo de la muerte”, la región más violenta del mundo, los estados y sus fuerzas policiales y militares ya no ejercen control sobre algunos de sus mismos territorios.
Chinchilla narró a UNIVERSIDAD la situación que viven en muchas partes de Guatemala los notificadores judiciales, quienes se ven impedidos de cumplir su función porque primero les robaban las motocicletas, luego los asaltaban y los dejaban desnudos, y por último, los matan.
Esto, a juicio de Chinchilla, provoca un clima de miedo, terror e incertidumbre entre las poblaciones afectadas, que obliga a muchos de sus habitantes a emigrar.
“Efectivamente, en la actualidad hay distintas formas de desplazamiento, en situaciones que parecen a veces increíbles, como donde operan las maras”, añadió.
Citó casos como el de El Salvador, donde las maras incursionan y se quedan viviendo en las casas de los pobladores bajo amenazas, e incluso no permiten que sus moradores se marchen. Los cobros de “peajes” y tarifas en muchas comunidades del norte de Centroamérica, fenómeno que incluso ya se ha comenzado a observar en algunos barrios marginales de Costa Rica, provocan que muchos propietarios opten por cerrar sus negocios y emigren a otros sitios más seguros, opinó el sociólogo.
(Ver nota aparte: “Enfrentamos transnacionalización del crimen”, dice director de ILANUD)
El politólogo Luis Guillermo Solís también coincidió en que deben estar ocurriendo desplazamientos en algunos países de la región por el impacto del crimen organizado y el narcotráfico, aunque consideró que no tienen las proporciones y el impacto de la emergencia humanitaria de la década de 1980 o lo ocurrido en Colombia, en donde se llegó a manejar una cifra de cuatro millones de desplazados internos por la violencia incubada por el narcotráfico.
(Ver nota aparte: Hay más muertos ahora que durante la guerra civil, advierte exdiputado José Merino)
“Es un fenómeno poco estudiado, y al que hay que ponerle mucha atención, pues puede agravarse en el futuro”, comentó por su parte el profesor y miembro del Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica Alberto Cortés.
En este mismo sentido coincidió el profesor de derecho de la UCR Nicolás Boeglin, quien abogó porque haya una “actualización” de las convenciones internacionales relacionadas con la protección de los derechos de desplazados y refugiados por la violencia, en especial en aquellos países donde ya son prácticamente “estados fallidos” al no poder controlar territorios, como la zona del Petén en Guatemala, bajo dominio de grupos dedicados a actividades criminales.
Para el Director Ejecutivo de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, Luis Alberto Cordero, Centroamérica se está enfrentando, ante este fenómeno, a una grave paradoja.
“Es una paradoja porque muchos años después (tras la firma de los acuerdos de paz) se está produciendo el mismo fenómeno de desplazamiento interno pero no por condiciones políticas o enfrentamientos entre actores estatales y no estatales, sino por la toma u ocupación de grandes partes de un país por parte de los grupos de narcotraficantes”, alertó Cordero, en declaraciones a UNIVERSIDAD.
En ese mismo sentido, explicó que también resulta paradójico la evidencia de una característica “que es la que menos nadie se esperaba, y es la ineficacia de la solución”.
“Lo que estamos viendo, en casos como México y Guatemala, es la intervención de las fuerzas militares para combatir al narcotráfico, sin ningún éxito. No sé cual es la solución, puede ser el control de los activos financieros y no descarto incluso el tema de la despenalización del consumo, un asunto cuya posición debería ser revisada por Estados Unidos”, que rechaza de plano esa salida, añadió.
Director de ILANUD: Enfrentamos transnacionalización del crimen
Centroamérica está invadida por la transnacionalización del crimen organizado, dijo a UNIVERSIDAD el director del Instituto Latinoamericano de Prevención del Delito, Elías Carranza.
Se celebran 25 años de los acuerdos de paz en Centroamérica. Pero la entronización del narcotráfico está provocando nuevos desplazados. ¿Cómo ve este fenómeno?
– El fenómeno nuevo es la transnacionalización de algunos delitos, como el tráfico de drogas, la trata de personas, el tráfico de armas, delitos que van cometiéndose en diversos países.
¿Costa Rica no escapa a esta situación?
– A esto Costa Rica no puede escapar totalmente porque es un país pequeño que no es una isla tampoco, de manera que tiene que haber pasos que se den conjuntamente con acuerdo y cooperación de distintos países.
¿Puede llegar a ser un problema de grandes proporciones este tema de los desplazamientos internos generados por el crimen organizado?
– Por supuesto que no se puede dejar como un problema invisibilizado. La región tiene que ponerle la atención, para que no se agrave el problema en un futuro.
José Merino, exdiputado: “Hay más muertos que durante la guerra civil”
El exdiputado José Merino dijo que Centroamérica es una región olvidada, donde hay más muertos ahora por la violencia criminal que durante la guerra civil de la década de 1980.
¿Centroamérica está viviendo una situación difícil, con desplazados “invisibles”?
– Lo que pasa es que cuando los conflictos no son provocados por fuerzas enfrentadas, como era el caso de los Estados y los grupos armados organizados, los países como los nuestros dejan de ser noticia. Realmente ese tipo de violencia que tiene su origen también en la pobreza, la descomposición social, el desempleo y el desamparo de los jóvenes, la falta de esperanza, que es terreno fértil para el narcotráfico, todo eso lo viven muchos países, y en el caso de Centroamérica en especial el triángulo de la muerte. Es una tragedia.
¿Usted decía en un artículo que parece paradójico que haya más muertos ahora en esa zona que durante la guerra de la década de 1980?
– Si se contabilizan los muertos de cada año por la violencia criminal, solamente en esos tres países que alcanzan un promedio de 15.000 al año, es una verdadera guerra civil. La diferencia es que estas no son declaradas, no hay dos grupos armados, uno del Estado y otro irregular enfrentados, es una guerra que desangra. Las otras se pueden acabar con un acuerdo de paz, tras alcanzar una negociación. Pero da la impresión de que esta guerra no se va a acabar nunca.
¿Pero se está incubando una nueva bomba de tiempo?
– Ese tipo de bomba ha estallado ya. Lo que pasa es que no se le presta atención, se le mira para otro lado. En Guatemala hay zonas donde no hay propiamente Estado.
¿Por ejemplo toda la parte del Petén, que está controlado por los Zetas?
– Son territorios enormes que están ya bajo el dominio del crimen, de bandas. El problema que tiene, a pesar de los esfuerzos del gobierno, con la existencia de las maras, es que es de difícil solución definitiva. ¿Y qué decir de Honduras? Ahí son las mismas fuerzas, está metido el Estado, las fuerzas policiales y judiciales. Son Estados donde el narco y el crimen organizado han picado muy alto y tienen bajo su control ámbitos del poder institucional muy decisivos. No hay entonces salidas, hay preocupaciones de Estados Unidos, pero estas tienden a agravar la violencia.
¿Es que ellos sólo piensan en la salida militar?
– Aplican el Plan Mérida, el Plan Colombia, y ya sabemos qué resultados dejó este último. Dirigen la ayuda a los ejércitos y muchos de estos son corruptos. Entonces, 25 años después Centroamérica realmente tiene poco que celebrar. Se acabó una guerra con características de grupos insurgentes que se levantaron contra Estados corruptos y represores. Pero la situación social de fondo, de descomposición, no ha hecho más que agravarse en estos 25 años.
¿No se le dio salida a estos problemas o disparadores de los conflictos?
– No, incluso había algunos compromisos tímidos de meterle el tema de la cooperación, sacar adelante a los países en los temas de desarrollo económico, y social. Pero no han tenido ningún efecto importante.
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