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Uno de los mejores programas radiales de opinión en Costa Rica es “Desayunos de Radio Universidad”. Su lema publicitario nos invita a escuchar “las opiniones más informadas”. A menudo lo sintonizo y disfruto de su riqueza temática, digna de la expresión académica de nuestra primera Casa de estudios superiores. Cada día el programa goza de distinta conducción y los viernes corresponden al Dr. Constantino Urcuyo. El pasado 10 de agosto del presente, el señor Urcuyo presentó a la radioaudiencia a su nueva compañera de conducción, la Dra. Patricia Vega.
Como todos los viernes, el programa dio inicio sin más novedad que la impresa en los titulares de algunos periódicos nacionales, entre ellos el “Semanario Universidad”. Comúnmente don Constantino lee y comenta las noticias que considera relevantes, pero rara vez se detiene en el contenido de los artículos de opinión, que poco menciona.
Al pasar revista del Semanario, el Dr. Urcuyo no dejó pasar por alto la polémica que ha suscitado la decisión tomada por el Rector Jensen de sustituir a su Directora y señaló como relevante la publicación, en página 21 de la edición #1957, de dos artículos de opinión. El primero lo escribió el profesor Helio Gallardo (“La tradición del Semanario”) y el segundo la politóloga Ana Lucía Hernández (“Retos futuros de la dirección del Semanario Universidad. Respuesta al artículo del Dr. Helio Gallardo”). En la misma página la Dirección del Semanario publicó una nota aclaratoria a la opinión pública en la cual señala la gravedad de un hecho inédito en las páginas de Universidad. ¡Vaya virtualidad, soñada no sólo por los rotativos más influyentes del orbe, sino por las cadenas internacionales de televisión e internet!
Durante el programa el diálogo entre Urcuyo y Vega, a quien don Constantino daba la bienvenida como compañera de equipo, me pareció interesante y enriquecedor. Hablaron sobre la complementariedad entre historia y comunicación, sobre la importancia de canalizar la información histórica a través de los mejores métodos y medios de comunicación, etc. En su primer día, más que conductora de “Desayunos”, la Dra. Vega fue la entrevistada, quedando claro el calibre académico amasado por doña Patricia a su paso por la Universidad.
El segmento último del espacio radial comúnmente se conjuga con el abordaje de preguntas y comentarios de la audiencia. Un radioescucha llamó solicitando al dúo conductor su criterio acerca de la polémica por la destitución de la periodista Laura Martínez, particularmente el caso de los artículos simultáneos. El doctor Constantino Urcuyo, académico politólogo de la UCR y más allá, se inhibió de comentar sobre el asunto por carecer –según sus palabras por mí no grabadas mediáticamente- de los elementos de juicio necesarios para opinar. Lo mismo hizo la doctora Patricia Vega, académica historiadora y comunicadora de la UCR y más allá.
¿Son estas las opiniones más informadas con que cuenta la Radio Universidad en los “Desayunos” de los viernes? ¿Qué se esconde bajo el manto de tan lamentable –aunque muy costarricense- actitud de dos formadores de opinión que no opinan sobre el problema político más álgido que hoy se vive en la Universidad de Costa Rica? ¿Cuál es su partido filosófico respecto del deber constitucional que obliga a los medios universitarios a divulgar el conocimiento científico y humanista? ¿Por qué no proclaman, a los cuatro vientos desde la cátedra radial universitaria, su posición sobre el cambio de timón que sin mayor fundamento la administración pretende aplicar al rebelde Semanario? ¿Cuál es su interés, o su temor? ¿O será que la UCR está plagada de universitarios que en el fondo no lo son, y que los que somos estamos fuera? ¿Será este fenómeno el producto de décadas de procesos conniventes de selección de funcionarios, tanto académicos como administrativos, donde en los concursos de antecedentes los licenciados superan en nota e idoneidad a los doctores, para después doctorarse en el extranjero becados por la Institución?
Y que conste, no juzgo la forma en que Urcuyo y Vega hayan ingresado como funcionarios a la Universidad, porque no la conozco. Únicamente deploro la actitud anodina y perniciosa para la academia y el país de dos figuras públicas que deberían predicar con el ejemplo. Por eso, como ciudadano que contribuye a la manutención de la Universidad, exijo que se pronuncien sobre el problema político que afecta al Semanario en general y a su Directora en particular.
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