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Expresiones de deseo

Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las que puede soñar la filosofía.

Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las que puede soñar la filosofía.
Hamlet; W. Shakespeare
Nosotros, los que tenemos una «laberíntica redacción» y que repetimos ideas «mal estructuradas», jamás llamaríamos «Vicerrectoría de Educación» a la Vicerrectoría de Docencia como hace nuestra colega Kattia Arroyo.
Escribimos mal, pero entendemos. Esta retorsión del lenguaje que hace la colega no es una confusión. Es una expresión de deseos. El deseo real es aquel del que no se habla o del que nos disculpamos. Por eso es real.
Ahora, a toda la comunidad universitaria se le explica con claridad que, por detrás de las inconsistencias jurídicas que se le achacaron a la resolución VD-8782, se encontró el verdadero gesto de incorrección política de la Dra. Libia Herrero: no consentir que la Vicerrectoría de Docencia fuese una Vicerrectoría de Educación. La Dra. Herrero que renunció a su cargo pero no a sus principios, jamás hubiera incorporado a la semiosis universitaria tal estrechamiento discursivo e institucional.
Escribimos mal, pero entendemos: se hace política pero bajo el signo de la despolitización; se dice que se firmaron acuerdos y que se está trabajando para su cristalización. Pero no se dice que ya pasaron nueve meses desde su firma y que ya pasaron dos meses desde que el actual Vicerrector (de Docencia, no de Educación) ordenara su vigencia y, por ende, su cumplimiento y seguimos con la frustración de que, para el 2013 no se implementará ninguna reforma. ¿En la Universidad de Costa Rica, cuanto tiempo está permitido ignorar la instrucción de un Vicerrector? ¿Está permitido cumplir a medias la circular de un Vicerrector?
Esta desobediencia nos inmoviliza, nos desubica por el absurdo. Crea expectativas por anomia. No hacer nada genera conflictos que apenas se ven porque los que no hacen nada se presentan como paladines de la ética cordis pero lo que nos dan es una escenografía instantánea, polaroid, que nos deja mudos y paralizados.
La Dra. Eleonora Badilla lo ha señalado hace unos días: «La procrastinación es una acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse sustituyéndolas por otras más cómodas… (En La Nación del 2 de agosto). La Escuela de Filosofía viene diciendo desde hace treinta y cinco años que hay que repensar toda la estructura de la formación. Para que prospere hay que tomar una decisión política que neutralice a los grupos de poder burocrático que funcionan como máquinas de impedir dilatando ad infinitum y ad nauseam todas las reformas.
Mi colega Mario Solís suele recordarnos que destruir es más fácil que construir. Tiene razón. Y trabajar para intereses minoritarios es más fácil que construir acuerdos para las mayorías.
Apostar por un nuevo proceso de formación de formadores no es un acto analítico. Es una disposición política cuyo resultado no está predeterminado. Por eso, otra de las cosas que deberá cambiar es el así llamado «núcleo pedagógico». Que es autoritario porque es un molde que doblega a los futuros profesores a un diseño único, universal e inapelable acerca de lo que debe ser un profesor de la educación secundaria.
Pero si el universo docente está escrito exclusivamente en un lenguaje dictado por la invisible, pero poderosa «Vicerrectoría de Educación», quien conozca «todos los teoremas» controlará lo real. Ese es el laberinto. Un dispositivo de poder. Pero el hilo de Ariadna está en la Vicerrectoría de Docencia y no en los deseos de quienes quieren transformarla en una «Vicerrectoría de Educación».

  • Roberto Fragomeno (Director Escuela de Filosofía)
  • Opinión
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