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No alineados piden reformar las Naciones Unidas

Reformas a las Naciones Unidas, que le den mayor poder a la Asamblea General y menos a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, pidieron los países No Alineados (NOAL), en su XVI cumbre celebrada la semana pasada en Teherán, capital de Irán.

Reformas a las Naciones Unidas, que le den mayor poder a la Asamblea General y menos a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, pidieron los países No Alineados (NOAL), en su XVI cumbre celebrada la semana pasada en Teherán, capital de Irán.
El viceministro de relaciones exteriores de Egipto, Ramzy Ezedin, abogó por un mayor poder de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) frente al Consejo de Seguridad.
Ezedin criticó los poderes de las grandes potencias en el Consejo de Seguridad, en particular el derecho de veto, y dijo que la ONU debe «profundizar en la democracia para acabar con el doble rasero en las relaciones internacionales».
 
En medio de renovadas tensiones por las amenazas de un ataque israelí contra las instalaciones nucleares de Irán, la cumbre puso nuevamente el tema sobre el tapete.
La república islámica no busca fabricar armas nucleares, pero no renunciará al uso pacífico de la energía nuclear, dijo el ayatola Ali Jamenei, líder supremo iraní, en la inauguración de la reunión.
Dicha cumbre se celebró en el centro de las tensiones mundiales, que se expresan hoy en los conflictos nacionales en los países del norte de África y del Medio Oriente (en especial en Siria), en la situación palestina y en los insistentes rumores de un inminente ataque israelí contra Irán para tratar de poner fin a su programa nuclear.
Es en el escenario internacional (conflicto nuclear) y regional (reconciliación de Irán con Egipto y la crisis en Siria), donde reside el mayor interés en la resoluciones de esta cumbre, estimaron comentaristas internacionales.
Todos estos temas fueron tratados en la cumbre e incluidos en la larga declaración final de la reunión, que el primer ministro de Israel —Benjamin Netanyahu— calificó de «una desgracia para la humanidad».
Asistieron a la reunión de Teherán 120 países y delegaciones, encabezadas por jefes de Estado, primeros ministros o altas autoridades de los países miembros.
De acuerdo con las informaciones suministradas por los organizadores, entre los asistentes se encontraban el primer ministro de la India, Manmohan Sing; el mandatario de Pakistán, Asif Ali Zardari; los primeros ministros de Irak, Nouri al Maliki, y de Siria, Waël al Halaqi; y los presidente de Palestina y de Egipto, Mahmud Abas y Mohamed Morsi, respectivamente.
También, asistieron el hijo del rey saudí, Abdulaziz bin-Abdullah; viceministro de Relaciones Exteriores de su país; y el emir de Qatar, Hamad al-Thani, “cuyo papel ha sido clave en los cambios en Libia y tiene un rol central, junto a Turquía y Arabia Saudí, en la crisis siria”. De las delegaciones, se destaca la de Naciones Unidas, encabezada por su secretario general, Ban Ki-moon.
La presencia de Morsi causó especial atención por diversas razones. La primera debido a la importancia de Egipto en la región y las expectativas que los cambios políticos ocurridos en el país han despertado. Teherán y El Cairo no mantienen relaciones diplomáticas, rotas desde 1979, y se trata del primer presidente egipcio que visita Irán en más de 30 años. La otra razón fue el discurso del presidente egipcio y en particular su posición frente a los conflictos de Siria y Palestina.
UNA LARGA HISTORIA
La Primera Conferencia Cumbre del Movimiento de Países No Alineados se celebró en Yugoslavia en 1961, adonde asistieron 28 países. El movimiento intentó durante años colocarse al margen de las disputas geopolíticas entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el desaparecido Pacto de Varsovia.
La NOAL se convirtió desde entonces “en un foro masivo capaz de establecer importantes consensos en temas vitales, a partir del respeto a la pluralidad y de priorizar los criterios comunes”, señaló un analista.
Pero ese camino no ha estado ajeno a conflictos, dada la diversidad política de sus integrantes. La desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista del este europeo en la década de los noventa hizo a muchos pensar que el foro había perdido su razón de ser, un tema que fue relevante en la conferencia que se celebró en 1992, en Yakarta, la primera desde el fin de la Guerra Fría. Ahí se planteó un cambio en las estrategias de los países miembros, ante la realidad del surgimiento de un mundo unipolar.
“La existencia de un mundo multilateral, donde la paz, la libertad, el desarrollo y el progreso puedan tener lugar para todos” fue planteada por el entonces presidente cubano, Fidel Castro, en el discurso que pronunció en la XIII Cumbre del Movimiento, celebrada el 2003, en Kuala Lumpur, capital de Malasia.
SIRIA Y PALESTINA
Otras cuestiones, como el terrorismo, el desarme o el conflicto palestino y el sirio, están también en el temario del documento final de la reciente cumbre. La declaración final, de 701 artículos y documentos anexos, hizo también referencia a diversos temas latinoamericanos, entre ellos la condena al bloqueo económico estadounidense contra Cuba y el repudio al golpe de Estado en Paraguay.
Para el vicecanciller iraní, Abbas Araqchi, lo importante de la Declaración de Teherán, y que todos los miembros subrayaron, “es lo innecesario de una intervención militar en los asuntos internos de Siria”.
Sin embargo, el discurso del nuevo presidente egipcio sobre la situación siria hizo que la delegación de ese país abandonara la sala de reunión, molesta por las críticas. Morsi declaró que el Gobierno de Al Asad había «perdido la legitimidad» con sus acciones violentas y pidió a la oposición que se una para buscar una salida pacífica al conflicto.
En el NOAL, hay posturas contrarias sobre muchos asuntos. En el caso de Siria, por ejemplo, Irán y Venezuela apoyan al régimen de Damasco, mientras que Catar y Arabia Saudí respaldan a los rebeldes.
El tema fue objeto de conversaciones bilaterales, como la sostenida por el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad y Mohamed Morsi. Ambos «insistieron en la necesidad de resolver la crisis siria por la vía diplomática e impedir cualquier intervención extranjera», informó el viceministro iraní de relaciones exteriores.
Otro tema importante fue el de la situación palestina. El representante egipcio reclamó «un Estado con unas fronteras seguras y con capital en Jerusalén» para los palestinos.
Por otra parte, en la cumbre celebrada en Irán, el programa nuclear de ese país no podía quedar ajeno al debate y fue tocado, entre otros, por el presidente egipcio y el secretario general de Naciones Unidas.
Morsi defendió el derecho de todos los países a utilizar la energía nuclear para fines pacíficos, «de acuerdo con las reglas internacionales», mientras Ban Ki-moon pidió encarecidamente al Gobierno iraní —“en el interés de la paz y de la seguridad en la región y en el mundo”— que adopte “las medidas necesarias para restablecer la confianza internacional sobre el carácter exclusivamente pacífico de su programa nuclear».
También, instó a los dirigentes de «todas las partes» a finalizar las amenazas provocadoras», que podrían «degenerar rápidamente en una espiral de violencia».
Sobre el tema, el guía supremo iraní, Ali Jamenei, reafirmó que su país «nunca» intentará fabricar la bomba atómica —contrario a lo que dicen las potencias occidentales y la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)—, aunque advirtió que su país «nunca renunciará» a su derecho a usar la energía nuclear con fines pacíficos.
Cabe mencionar que Estados Unidos e Israel trataron de evitar la participación Ki-moon en la cumbre, pero sus críticas no lo hicieron desistir de participar. Viéndose desatendido en su petición, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hizo publicar la carta sobre el tema que le había enviado al secretario general, en la que calificaba de “gran error” su viaje a Teherán.
Estados Unidos, por su parte, saludó las «fuertes» críticas manifestadas por el presidente egipcio contra Siria, así como las referencias de Ban Ki-moon, con respecto al programa nuclear de Irán.

  • Gilberto Lopes 
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