Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Hace pocos días, saltó prácticamente a mis manos un libro de don Carlos Tünnermnann Bernhein, titulado: Cambio y transformación universitaria, del 2003. (·)
Inicia el libro con una magnífica introducción-presentación, en que fundamenta excelentemente, el porqué y el cómo de su propuesta.
Me llamó poderosamente la atención, los conceptos y términos que emplea para justificar su propuesta. La forma y los contenidos, me persuadieron de entrada.
Conocí hace varios años a don Carlos. Siempre tuve mucho respeto por sus conocimientos y profesionalismo. Por lo tanto, claro, que tuve una gran credibilidad en su mensaje.
Máxime que a pocos años antes de retirarme, había empezado a comprender el daño monumental que hacía la globalización o mundialización. Fundamentalmente por los antivalores que transmite: Competencia, individualismo, enriquecimiento material, deseo insaciable por los objetos suntuosos y todo sazonado por una locura permanente e incontrolable por dar satisfacción al ego, al placer.
Y a pesar de ser tan obvio su impacto depredador en la humanidad, no todos lo ven. Si no todo el mundo, por lo menos las universidades que concentran, supuestamente, la mayor intelectualidad.
Aunque él caracteriza muy bien ese impacto, yo no me explico la actitud del Sistema Universitario de “dar” más herramientas para tal daño. De diseñar sus planes de estudio, con base en las características y necesidades del mercado-globalización. Tal es dicha actitud, que raya en sumisión.
Durante por lo menos quince años tuve que ver con el diseño de planes de estudio. Recuerdo muy bien, cómo hacíamos un esfuerzo superlativo por investigar cuáles eran las necesidades del mercado, en el campo profesional en que diseñábamos el plan de estudios, para que en este quedaran los contenidos que debían enseñarse y que servían al mercado. Quedando muy satisfechos con dicho logro (vaya ignorancia).
Creo que ese mecanismo de diseño no ha cambiado. Con un agravante mayúsculo, el de ignorar (como siempre) los principios y valores de los Estatutos Orgánicos, que supondrían un cierto “equilibrio” en tan mala conducta curricular.
Perdónenme el exceso de comillas en lo que presento. Pero deseo ser fiel a don Carlos, al conocimiento y sentimientos con que escribió su opinión y peligros, de todo tipo, del mercado-globalización.
Transcribo: “…el progreso de la globalización y sus características…”, “están generando a nivel mundial, una sociedad dual, cada vez más inequitativa, entre naciones y al interior de estas”. Y continúa: “la globalización se caracteriza por su asimetría: concentra la riqueza en sectores muy reducidos y conduce a la miseria a cada capa cada vez más extendida de la población”. Y concluye, en esta parte: “… ¿cómo hacer para que se inspire, no en la acumulación de utilidades, sino en la solidaridad humana?”
Aun así, con tales acciones execrables, indignantes e inhumanas del mercado-globalización, el Sistema Universitario, en sus actividades académicas, busca responderle a lo que demanda. Ese es su mundo de referencia, tristemente su marco conceptual-curricular. Su abrevadero epistemológico.
Los propósitos y valores de los Estatutos Orgánicos, como dije anteriormente, por supuesto son ignorados. Se desempolvan en situaciones “rimbombantes” de gran fatuo para adornar discursos, dar la idea de que se hacen correctamente las cosas.
Da coraje ver que instituciones que un día, fueron llamadas “conciencia lúcida de la sociedad”, hayan caído en tal irreflexiva, absurda e indignante bajeza.
Solo nos queda exclamar: ¿Pero qué estamos haciendo?
(·)Tunnermann Bernheim, Carlos. “La transformación de la educación superior: retos y perspectivas” 1a. ed.-Heredia, C.R.: EUNA, 1998. P 11-12 y sigts.
Este documento no posee notas.