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Jorge Luis Pinto, técnico de la Selección Nacional, convocará nuevas caras para el partido clave en El Salvador. (Foto: Imágenes en Costa Rica)
El fútbol es una industria. La Fédération Internationale de Football Association (FIFA por sus siglas del francés), la transnacional más poderosa económicamente hablando del planeta, y la Selección Nacional, un producto que las empresas de televisión tienen que promocionar y mercadear muy bien para engordar sus ingresos, son un ejemplo de ello.
En este negocio del fútbol, los únicos que sufren son los aficionados: se enferman, se rebelan, cuestionan, critican, aplauden, se ilusionan, se frustran; desayunan, almuerzan y cenan fútbol mientras los actores, los futbolistas, simple y llanamente juegan por dinero, con escasas excepciones.
Ganan millones, viajan en primera clase, fingen lesiones, no meten la pierna para no arriesgar contratos, exigen recompensas por ganar puntos y otros premios mayores en dólares, si van superando etapas.
Los canales de televisión mueven millones de colones en cada juego de la Tricolor en eliminatorias mundialistas y desde luego si se clasifica al Mundial, sus tesorerías se desbordan. Los cantineros pintan sus bares con la bandera Patria y drogan a los jóvenes mientras se desarrollan las confrontaciones. Si hay victoria, se amanece en la barra; si hay derrota, se cierra temprano.
El 12 de octubre en el Estadio Cuscatlán, Costa Rica puede quedar eliminada del Mundial Brasil 14; basta una victoria de los locales para decirle adiós a la justa mundialista. Es decir, están en juego $14 millones, que es el premio que otorga la FIFA a las selecciones que logran clasificarse — ya en competencia el premio aumenta conforme las selecciones clasifican a las siguientes etapas—.
Si este monto millonario no ingresa a las arcas de la Federación Costarricense de Fútbol, los clubes de la primera y segunda división, en su mayoría con sus finanzas rotas, irían a la quiebra y el fútbol nacional (de por sí artesanal, subdesarrollado y atascado) sufriría una parálisis que lo pondría en estado de coma, por no decir, terminal.
TODOS A UNA
Actualmente, Costa Rica ocupa el tercer lugar de la cuadrangular. México se esfumó con 12 puntos, marca perfecta de cuatro victorias en igual número de presentaciones; El Salvador va segunda con 5 puntos; Costa Rica tercera con 4 unidades y Guyana cuarta con una unidad. Con dos fechas por jugar, si los cuscatlecos derrotan a Costa Rica se va el Mundial, aunque los ticos derroten a Guyana en el cierre.
Todo o nada en el Estadio Cuscatlán. El empate sirve, porque deja todo para la última fecha. Costa Rica recibirá a Guyana y El Salvador viajará a México. Se supone que los mexicanos van a ganar, de lo contrario, serían el hazmerreír de la prensa deportiva costarricense, que les sacaría en cara por los siglos de los siglos y amén, que nos tuvieron miedo a pesar de que, como lo dijeron después de su par de victorias ante los nacionales, Costa Rica no era nada en fútbol.
Un empate en El Salvador; derrota de los salvadoreños en México y victoria costarricense en casa ante Guyana manda a Costa Rica a la hexagonal y los $14 millones quedan flotando.
Dada la trascendencia de este juego en El Salvador, las fuerzas vivas de la dirigencia del futbol, llámese Federación de Fútbol, Unión Nacional de Fútbol (UNAFUT), comisión de selecciones nacionales, cuerpos técnicos de la selección y de los equipos, se unen para entregarle al técnico Jorge Luis Pinto, a los jugadores seleccionados con diez días de anticipación (2 de octubre), para que los concentre a tiempo completo y prepare la estrategia del determinante compromiso. Hay mucho dinero y muchos intereses en juego.
PINCELADA OPTIMISTA
En el Estadio Azteca, la Selección Nacional mejoró mucho su triste papel ofrecido en el Estadio Nacional. La planificación del segundo partido con los mexicanos de parte del técnico Pinto resultó mucho más agresiva y los seleccionados le entraron al juego con otra actitud.
Se puede afirmar sin llamarse a engaño, que Costa Rica jugó mejor que México, pero perdió uno a cero. Esto se debió a una acción desafortunada del portero Keylor Navas, quien no supo medir un centro casi inofensivo que cayó en el techo de su portería y que Javier Hernández, con la complicidad de Gabriel Badilla, desvió a la red.
La forma de jugar de Costa Rica en México abrió las puertas de la esperanza y reforzó las ilusiones de que a El Salvador se le puede sacar el resultado que conviene.
De esos $14 millones que están en el aire y que se pueden convertir en humo, una buena tajada va a los bolsillos de nuestros seleccionados. Ellos lo saben y está en su mente, corazón, piernas y actitud darlo todo en la grama del Cuscatlán para sacar la victoria o mínimo el empate.
Aritméticamente el asunto es muy simple. México le gana a todos. Guyana ya perdió con El Salvador y con Costa Rica en su territorio. ¿Qué marca la diferencia? Que los salvadoreños nos empataron en San José. Las cosas se equilibran si Costa Rica les devuelve la receta y empatamos allá. Si les ganamos, mucho mejor.
El gol promedio favorece a los costarricenses que ganaron en Guyana 4-0; en cambio El Salvador triunfó 3-2. Además, los guyaneses le sacaron un empate a los cuscatlecos en su propio patio y se supone que en Costa Rica, van a morder el polvo en la fecha de cierre.
Entonces, los números favorecen la ruta de la Selección Nacional, siempre y cuando no se pierda y para esto, Pinto está dispuesto a reforzar la planilla con nuevas caras del campeonato nacional, que se da por un hecho, integrarán la nueva lista de seleccionados.
El capitán del Herediano, Pablo Salazar, es uno de ellos; hay que recordar que Giancarlo González no puede jugar el próximo partido por estar suspendido.
El goleador del campeonato, Cristian Lagos, será convocado, lo mismo que el defensor izquierdo de la Liga, Christopher Meneses.
De los legionarios podrían llegar el mediocampista Kenny Cunnighan y el delantero Jonathan McDonald y también del ámbito local los mediocampistas Pablo Gabas, Osvaldo Rodríguez y Allen Guevara.
Otros rostros nuevos en la Tricolor serán citados el dos de octubre y en diez días se desgrana la mazorca para el trascendental compromiso.
Nadie quiere quemar en estos entornos tan complicado, $14 millones. Es un botín muy preciado.
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