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Con esta ilustración se ofrecen en Internet espacios en la futura Marina Bahía Cocodrilo, en la zona sur del país. (Imagen: tomada de www.thecostaricamarina.com)
La construcción de la marina “Bahía Cocodrilo” en el golfo Dulce podría poner en peligro a los ecosistemas marinos de la zona, al exponerlos a importantes focos de contaminación y atraer barcos que compitan en espacio con la fauna marina.
Este es el criterio del oceanógrafo Guillermo Quirós y de Álvaro Morales, director del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR) de la Universidad de Costa Rica (UCR), así como de algunos sectores de la comunidad de Puerto Jiménez de Golfito, quienes se oponen a la construcción de este proyecto, que ya cuenta con todos los permisos necesarios para iniciar las obras.
Marielos Jiménez, coordinadora de la comisión ambiental de la Asociación de Desarrollo Integral (ADI) de Puerto Jiménez, asegura que la comunidad está buscando los medios para que el criterio de los pobladores sea escuchado y se detenga el proyecto.
ECOSISTEMA FRÁGIL
La marina Bahía Cocodrilo ofrece –de acuerdo con el proyecto- 250 puestos de atraque para embarcaciones, un hotel, residencias y otros servicios turísticos que cubrirán 43 hectáreas sobre la superficie marina del golfo Dulce.
El oceanógrafo Guillermo Quirós realizó un análisis de las implicaciones que puede tener un proyecto de esta envergadura y de los aspectos que en su criterio se omitieron a la hora de presentar el Estudio de Impacto Ambiental respectivo, ante la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (SETENA).
Quirós argumentó que un proyecto de marina no es conveniente para el golfo Dulce, por la fragilidad de sus ecosistemas ante posibles focos de contaminación, como los que representaría un proyecto de estas dimensiones.
Un primer elemento en contra, es el hecho de que el flujo y reflujo de mareas en este golfo es de menor intensidad, por lo que un foco de contaminación por hidrocarburos, por ejemplo, tardaría meses en salir a mar abierto, lo cual causaría un gran daño ambiental.
Además, Quirós consideró que el llenar de barcos el golfo, hace que estos compitan por el espacio con los mamíferos que viven en estas aguas (delfines y ballenas), lo que afectará la belleza escénica del lugar y a quienes viven de los turistas que llegan a observar a estos animales.
“Es un ecosistema frágil; es una atrocidad poner una marina más en ese lugar. La gente que maneja costas en este país no tiene idea de lo que están haciendo, no tienen idea de lo que es el manejo de ecosistemas marinos”, reprochó.
Quirós expone en su documento que no se realizaron estudios para determinar la afectación de la marina en la dinámica de sedimentos y nutrientes, ni su impacto en los humedales; por el contrario, se extrapolaron datos de otras regiones que no guardan relación con el golfo Dulce.
Tampoco encontró un plan de contingencia en caso de derrames de hidrocarburos, de aguas negras y otros focos de contaminación, ni se midió la “granulometría”, entre otros elementos que en su criterio se deben considerar en los estudios.
Similar es el criterio del director del CIMAR, Álvaro Morales, quien afirmó estar estudiando aún el expediente del proyecto, aunque indicó que tiene muy clara la fragilidad de los ecosistemas en el golfo Dulce, ante este tipo de desarrollos.
“Es una locura poner 250 espacios para embarcaciones, en el lugar que guarda una cuarta parte de la diversidad marina de la costa Pacífica del país. Hay pruebas de que este tipo de marinas afectan a los cetáceos y las tortugas. Si las comunidades del golfo se opusieron a las granjas atuneras, no dudo que lo harán también con esto”, afirmó Morales.
Según Morales, el golfo Dulce es un lugar único en el Pacífico, que alberga a poblaciones de ballenas jorobadas que llegan allí para tener sus crías y protegerlas mientras se desarrollan, además de tener dos especies residentes de delfines.
Puntualizó que el proyecto se ubicará cerca de la salida de un manglar, y que provocará un gran “estrés ecológico” en el lugar, por la presencia de los barcos y el ruido propio de este tipo de actividades.
A la marina se suma la intención de levantar un hotel con sus respectivos parqueos, y el riesgo que significa el manejo de los combustibles, tanto para los vehículos en tierra como para las embarcaciones.
“No conviene una obra tan grande para un lugar que realmente es un paraíso natural. De seguro la comunidad no querrá que lo echen a perder. La zona sur del país enfrenta una gran presión para alojar grandes desarrollos turísticos”, lamentó Morales.
“NO QUEREMOS OTRO GUANACASTE”
Por su parte, la coordinadora de la comisión ambiental de la ADI de Puerto Jiménez, Marielos Jiménez, comentó a UNIVERSIDAD que el próximo 22 de setiembre se realizará un foro, para informar a la comunidad de los posibles impactos que tendrá la instalación de la Marina Bahía Cocodrilo.
Jiménez hizo ver que existe preocupación entre los pobladores, por los efectos que pueda tener la marina en los ecosistemas del mar y en los manglares, así como en los numerosos humedales que se encuentran en la zona.
Recordó que el área del proyecto se encuentra muy cerca de lugares de gran importancia ecológica para el país, como el Parque Nacional Corcovado y otras zonas protegidas en la península de Osa.
Jiménez detalló que actualmente la comunidad trabaja en la recolección de firmas, para solicitarle al Gobierno que detenga el avance de este proyecto, que ya cuenta con el aval de la SETENA y de la Comisión Interinstitucional de Marinas y Atracaderos Turísticos (CIMAT).
La activista recordó que hace algunos meses se presentó un recurso de amparo ante la Sala Constitucional, del cual se han enterado que fue rechazado, pero aseguró que hasta el momento no han recibido la notificación respectiva.
“Lo que queda es que el pueblo haga presión y que las autoridades nos escuchen. Durante todo este proceso ni en la CIMAT, ni en la SETENA nos tomaron en cuenta; por eso pusimos el recurso de amparo”, aseveró.
Para Jiménez, además de la marina, detrás vienen otros proyectos de desarrollo hotelero que han sido presentados por aparte, por lo que el impacto en la zona de las obras será muy grande.
“Quieren hacer un desarrollo aquí como el que han hecho en Guanacaste, y nosotros no queremos eso”, expuso.
UNIVERSIDAD intentó conocer el criterio de la empresa desarrolladora de este proyecto, pero al cierre de edición no fue posible ubicar a alguno de sus representantes.
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