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Nada se mueve, ninguna riqueza se produce en una sociedad sin el trabajo humano; las tierras pueden ser fértiles, las aguas abundantes, los yacimientos de oro, petróleo y otras riquezas inmensas; las máquinas y otros artilugios de la producción perfectos; pero, sin el trabajo del hombre y la mujer no se hace realidad la riqueza contante y sonante.
En el sistema capitalista de producción, con grandes implicaciones económicas, políticas y sociales, el trabajo humano se paga con un salario que, en condiciones corrientes, representa el 50 % de la riqueza producida por este y, con la aplicación de alta tecnología el 25 %. ¿Qué camino toma el resto de la riqueza producida? El gasto en materias primas, instalaciones, utilización de horas máquinas, trabajo gerencial, en suma capital invertido, no llega, en el primer caso, al 50% y, en el segundo, al 75%, de la riqueza producida por el trabajo humano; hay un remanente real, no providencial que se embolsa el capitalista y es el fundamento del sistema: la ganancia, la reproducción ampliada del capital, mecanismo injusto, productor de la marginación y la gran desigualdad económica, política y social que sufren las grandes mayorías.
El sistema capitalista históricamente ha acumulado inmensas riquezas y desarrollado medios de producción, como máquinas, en general variada tecnología, con la riqueza expropiada a los trabajadores manuales e intelectuales, en el pasado; a la vez, ha creado un estado a su servicio, si no, veamos, subvenciones a los cafetaleros, ganaderos, grandes arroceros, bananeros, piñeros, empresarios del turismo, industriales, exportadores, con preferencia por el capital transnacional; mientras, los trabajadores, artesanos, pequeños y medianos agricultores, comerciantes e industriales, sin apoyo, pasando estrecheces, esquilmados por los grandes, sobre todo por las transnacionales; se les expropia de la tierra, el agua, la educación, la salud, los servicios, la vivienda y una vida digna; además, es el colmo, este sistema, después de despojarlos de la riqueza producto de su trabajo, les carga un impuesto a su salario, ya de por sí injusto; mientras a los expropiadores, con sus arcas llenas, nacionales y extranjeros, les cobran bajos impuestos, hasta los exoneran y les permiten evadirlos; así es cómo la corrupción avanza a grandes pasos.
En cuanto a los trabajadores públicos, su pago no constituye un gasto, es una inversión, muy rentable que produce servicios e infraestructura, es decir riqueza, al servicio, fundamentalmente, de los negocios y ganancias del capital nacional y transnacional, dejando en abandono la solución de los problemas de las grandes mayorías, en cuanto a tierra, vivienda, educación, salud, seguridad comunitaria, servicios y una vida digna; pero además, los trabajadores públicos, como todos los trabajadores, producen riqueza real que, se les expropia, a través de un salario injusto, originando excedentes, en beneficio del sistema.
El salario mínimo actual debe ser de 400.000 colones. ¿Por qué? Es cuestión de sumar costos de alimentación, servicios (agua, luz, teléfono, transporte), alquiler de casa, vestido, calzado, útiles escolares, salud, impuesto al salario, impuesto de ventas y otros impuestos. Es una falacia decir que los salarios de los trabajadores públicos son un gasto gravoso para el Estado; todo lo contrario: el Estado y el sistema capitalista son gravosos y expropiadores de la riqueza que producen los trabajadores públicos y los demás.
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