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El Rector Henning Jensen no parece gozar del don de la sabiduría al no rectificar el error, ya consumado, de retirar a la Directora de “Universidad”, Laura Martínez, sin oír las voces que han manifestado su descontento por la forma inconsulta con que la nueva administración ha tratado un tema tan sensible, como lo es el rumbo periodístico que debe caracterizar al “Semanario”.
Surge así la posibilidad de que a partir de enero de 2013 al Semanario “sin paredes dogmáticas” le construyan algunas, o se inserte en él el “periodismo corrongo” (Carlos Morales dixit), o bien que por una eventual línea editorial hipercrítica mis inocuos escritos no quepan en él, y se me rechacen (como algún día sucedió por otras razones). Por eso me apresuro a dejar planteadas algunas ideas relacionadas con los menesterosos esfuerzos que están haciendo activistas políticos que, en mayor o menor medida, lucharon junto al pueblo en el movimiento del NO al TLC, en el sentido de articular a todas las fuerzas progresistas (partidos políticos de izquierda, comités cívicos y patrióticos, organizaciones indígenas y campesinas, sindicatos, empresarios con conciencia social que han sido castigados a cinco años de la imposición del TLC, obreros que aún no reciben los autos “Mercedes” ni las motos “BMW” y ciudadanos que apuestan por la soberanía nacional) en un gran frente electoral capaz de arrebatar el poder en las próximas elecciones a quienes no terminan de saquear el país.
Como miembro del Comité Cívico de Occidente (CCO), organización de lucha social que, desde marzo de 2011, se ha sometido a un proceso de legitimación en sus bases con el fin de transformarse en partido político de arraigo comunal, considero impostergable contribuir, desde la experiencia de trabajo en el CCO, con la definición de las bases programáticas que podrían no sólo hacer viable un proyecto de tal nobleza, sino que, discutidas éstas con transparencia, acelerar los procesos en el camino hacia un contundente triunfo político-electoral y, a la vez, abrir las puertas que conduzcan en dirección a la transformación social, aquella que el pensamiento socialista (que es un humanismo –decía Sartre) ha soñado para nuestro pueblo.
Lo anterior es el resultado de años de reflexión en el seno del CCO, donde la vía pacífica en la toma del poder es considerada la alternativa más preciada, aunque conviene prepararse para el peor de los escenarios de lucha que, sabemos, siempre deja una estela de sangre y dolor. De ahí la necesidad de impulsar un proyecto electoral inclusivo y franco, donde todos quepamos con nuestras propuestas, pero donde todos entendamos que la democracia participativa depura iniciativas y las integra, logrando así su enriquecimiento. Si estos principios se respetan y prevalecen, el CCO, o en su defecto el Partido Revolucionario de Occidente (PRO), sometería a discusión dos documentos programáticos que, en su momento, fueron publicados en el Semanario Universidad. Dichos escritos son: “¿Quién debe resolver el problema del saqueo a la patria?”, publicado su resumen bajo el título “Extracto de una propuesta” (No. 1611, mazo de 2005) y “Sin coalición NO hay voto” (No. 1831, noviembre de 2009).
Un último detalle de carácter estratégico: en el CCO estamos convencidos de que, en la actual coyuntura política, sólo articulada a partir del movimiento del NO al TLC, y convocada por dicho movimiento, sería viable una coalición capaz de vencer al neoliberalismo en las elecciones de 2014. Pero además, somos concientes de que únicamente activando el movimiento del NO tendríamos garantía de la transparencia del proceso electoral y del respeto de sus resultados. No olvidemos que desde su nacimiento a la luz pública, en una pequeña concentración de representantes de varias organizaciones (CCO incluido) con mantas y pancartas, frente al hotel Intercontinental en 2003, donde se cocinaban los últimos zarpazos del águila imperial con sus acólitos criollos en las primeras “negociaciones” del TLC, hasta el fraude del referendo de octubre de 2007, el movimiento del NO siempre acumuló triunfos. Como fantasmas justicieras, las victorias del NO persiguen la implementación del TLC después de cinco años de su “aprobación”, y los resultados de ésta tienen un extraño parecido con los obtenidos en la reparación de “la platina”, del “hueco” convertido en caverna turística en la autopista General Cañas y en la tala y escarbadero de la “trocha” del San Juan.
Y la consigna sugerida sería: ¡NO más bipartidismo cleptómano e incapaz, SÍ a la soberanía y a la justicia social!
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