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Jorge Luis Pinto está contra las cuerdas

El sueño personal de Jorge Luis Pinto es dirigir en un Campeonato Mundial. Su éxito como entrenador de varios equipos en diferentes partes del mundo es incuestionable, pues ha hecho campeones a clubes de Colombia, Perú y Costa Rica. Sin embargo, sus proezas no se repiten en selecciones nacionales y como técnico de Colombia y de Costa Rica, fue cesado en dos eliminatorias mundialistas, lo cual ha cortado sus ilusiones.

El sueño personal de Jorge Luis Pinto es dirigir en un Campeonato Mundial. Su éxito como entrenador de varios equipos en diferentes partes del mundo es incuestionable, pues ha hecho campeones a clubes de Colombia, Perú y Costa Rica. Sin embargo, sus proezas no se repiten en selecciones nacionales y como técnico de Colombia y de Costa Rica, fue cesado en dos eliminatorias mundialistas, lo cual ha cortado sus ilusiones.
Resulta necesario recordar el ingrato despido del técnico colombiano durante la eliminatoria hacia Alemania 2006. Un poderoso canal de televisión promovió el nombramiento de Alexandre Guimarães para que lo sustituyera. Guimarães se había lucido al frente de Costa Rica en la eliminatoria anterior, hacia Corea y Japón 2002, donde clasificó a la Tricolor en el primer lugar de la eliminatoria, con victorias históricas en México y Tegucigalpa. Así que de regreso de un partido en Trinidad y Tobago, prácticamente en el avión, Pinto se enteró de su destitución, lo que cortó las alas a su meta de convertirse en entrenador mundialista.
Seis o siete años después, la historia no es muy diferente. Jorge Luis Pinto puede dejar de ser técnico de Costa Rica por una ruta directa y fulminante, que sería la derrota de la Tricolor en El Salvador. Esto dejaría al país fuera del Mundial en Brasil: si se pierde, se van todos.
No obstante, se puede repetir la historia de aquella eliminatoria hacia Alemania, si la Selección Nacional no logra una presentación y un resultado convincente frente a los salvadoreños. Un empate, por ejemplo, puede darle a los costarricenses la clasificación, si México derrota a El Salvador en el cierre de la cuadrangular. Pero es muy probable que a Pinto le corten la cabeza, aunque logre el pasaporte a la siguiente fase de la eliminatoria.
El entorno de la Selección Nacional no está limpio. En los alrededores de la Tricolor, corren dimes y diretes, conversaciones privadas y rumores, que en su mayoría conducen en la misma dirección: ¡hay que quitar a Pinto!
El enemigo número uno del técnico colombiano es él mismo. Pareciera que no es consciente de su verdadero potencial; no asimila ni pone en práctica las manifestaciones de la mayoría de los jugadores que ha tenido bajo su mandato en los clubes que ha llevado a la cima y que lo califican como excepcional entrenador.
Entonces, en vez de volar por sus credenciales académicas y futbolísticas, gusta enfrascarse y encerrarse en planteamientos tácticos prudentes y conservadores que agotan la paciencia de quienes lo rodean: patronos, prensa y público. Sus discípulos callan y siguen instrucciones. Esta es la situación a pocas horas del crucial partido en El Salvador.
Los costarricenses exigen un partido a muerte: a ganarlo porque hay que ganarlo, a jugarlo con sangre, ganas, atacando, atacando y atacando, y puede ser que nos llevemos un fiasco.
Jorge Luis Pinto puede planificar un partido “a su manera” y nos podemos ir todos para la casa si se pierde, pero se puede ganar sin convencer o empatar y luego sobrevivir ayudados por México, en cuyo caso se puede despedir de Brasil 14 solo el señor entrenador.
Si el estratega colombiano, terco como pocos, no valora lo que está en juego, más para él que para el seleccionado, los costarricenses pueden llevarse  una desagradable sorpresa.
TREMENDA INTERROGANTE
¿Cómo jugará Costa Rica en el Estadio Cuscatlán?
Es urgente para Pinto triunfar con solvencia y sobriedad. La única manera de asegurarse su puesto para la siguiente hexagonal es que Costa Rica mejore (y mucho) su forma de jugar al fútbol.
La cuadrangular, salvo el fácil triunfo logrado en Guyana con un triplete de Álvaro Saborío, ha sido un calvario. El empate a dos goles con los salvadoreños en el Estadio Nacional puso a Costa Rica contra las cuerdas. Después, le siguieron las dos derrotas ante los mexicanos. Vale que Guyana le sacó dos puntos a los salvadoreños en el Cuscatlán, de lo contrario ya estaríamos eliminados.
Esta seguidilla de malos resultados engrosan el entorno contrario al trabajo de Pinto. Y quienes laboran a su lado y los periodistas que se le han podido acercar a cuestionarlo no hallan respuestas sinceras. El colombiano se aferra a una respuesta global.
“El único partido malo fue con México en el Estadio Nacional. Frente a El Salvador fuimos ofensivos y perdimos muchos goles. Al final, nos anularon uno legítimo. Ellos remataron dos veces y anotaron. En México se jugó muy bien y se ganó en Guyana. A El Salvador vamos a derrotarlo”.
Don Jorge Luis está cerrado. No olfatea —o no desea hacerlo— el aserrín que se instala a su alrededor. Ojalá que esta ignorancia del entorno se deba a un exceso de seguridad debido a que sus discípulos harán el partidazo que los costarricenses soñamos en el Cuscatlán, un escenario de infierno.
De cara al partido, el éxito o el fracaso en el resultado de este vital compromiso no dependen tanto de la alineación del equipo, pues lo que cuenta es la actitud del director técnico. No vamos a ganar porque jueguen Ruiz, Bolaños, Saborío o Lagos, Acosta, Miller o Badilla, Oviedo o Leal, Gamboa, Campbell o Monge, sino por la actitud de Jorge Luis Pinto a la hora de encarar este compromiso.
El entrenador de Costa Rica tiene la papa en su mano. El sueño dorado que arrastra de dirigir en una Copa del Mundo hoy está en sus manos. Es el arquitecto de su propio destino. Un partido bien jugado en el Cuscatlán con victoria incluida lo puede instalar en un par de años en Río de Janeiro, de lo contrario…

  • Gaetano Pandolfo Rímolo 
  • Deportes
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