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El pasado 2 de octubre, Santa Cruz de Guanacaste congregó en su parque central a grupos ecologistas, campesinos y representantes académicos, los cuales emprendieron así el camino para lograr que el maíz nativo costarricense, y las tradiciones asociadas a él, sean declarados patrimonio cultural de la humanidad.
La lucha de esta red de organizaciones sociales reside en la defensa del maíz criollo, frente a las variedades híbridas que, sostienen, son producto de un proceso de contaminación transgénica.
En un comunicado —enviado por las agrupaciones Red por una América Latina Libre de Transgénicos (RALLT), la Asociación Kokopelli, y la Asociación de Ecología Social—, se dieron a conocer los objetivos de esta campaña.
La meta de este esfuerzo es lograr que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) proteja este grano en el ámbito internacional, y el Ministerio de Cultura y Juventud en el campo nacional.
Fabián Pacheco, especialista en agrobiología, es uno de los impulsores de este movimiento en Costa Rica. Pacheco leyó durante la actividad el manifiesto en contra de la introducción del maíz transgénico en el país.
Entre los postulados que defienden está el desconocer “a los organismos genéticamente modificados e híbridos degenerativos como semillas, ya que no cumplen con la función de generar y sostener la vida”.
“Rechazamos todas las formas de propiedad intelectual sobre los organismos vivos y su conocimiento asociado, el control corporativo sobre la vida en toda forma de transgénico y aquellas tecnologías que impiden la reproducción libre de la semilla”, asevera también el manifiesto.
Fátima Montealegre, miembro de la Asociación Cultural Sol de Vida, explicó también la importancia del maíz y su defensa en la cultura costarricense: “La ingeniería genética está desvirtuando y convirtiendo al maíz en algo que no se parece en nada a lo que nos heredaron los ancestros; las trasnacionales del monocultivo insisten en borrar nuestra forma de vida con el maíz, en invadir con transgénicos la cadena alimentaria y los campos de cultivo”.
“El maíz es más que una planta; el maíz es tradiciones culturales, recetas de cocina, conocimiento agrícola cultural. Perder nuestros maíces nativos es borrar un legado milenario de cultura e identidad”, criticó Montealegre.
Como principal sustento de la lucha, citan en el comunicado un estudio desarrollado en Francia por la Universidad de Caen. En este, se determinó una posible relación entre el maíz transgénico de la variedad NK603, genéticamente modificado para hacerlo resistente al herbicida glifosfato, y la aparición de tumores cancerígenos.
A raíz de este hallazgo, a finales de setiembre pasado el Gobierno ruso prohibió temporalmente la importación de maíz transgénico de la compañía transnacional Monsanto, mientras obtienen informes detallados del experimento.
La actividad del martes pasado se desarrolló en medio de platillos típicos y marimbas, en un ambiente que procuró, además de esta lucha social, compartir conocimiento y experiencias en torno a las distintas variedades de maíz en Costa Rica.
También, se recolectaron firmas en apoyo a la campaña que busca declarar el maíz guanacasteco como patrimonio cultural costarricense.
Esta iniciativa también se desarrolla en Internet, en donde la RALLT lanzó el sitio www.maiznuestropatrimonio.org, donde se brinda información sobre la cultura que rodea a esta semilla, como prácticas culinarias, cuentos, leyendas y ritos. Junto a ello, la petición a la UNESCO dirigida a Irina Bokova, su directora general, en el cual se le solicita realizar la declaratoria bajo la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial.
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