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Whisky en las rocas

Aún no salgo del asombro ante la publicación de este medio de comunicación que, adscrito a la Universidad de Costa Rica (UCR), decidió perpetuar la maledicencia, la falacia y la especulación en sendas publicaciones, vinculando mi nombre, familia y práctica profesional, durante las últimas dos semanas.

Aún no salgo del asombro ante la publicación de este medio de comunicación que, adscrito a la Universidad de Costa Rica (UCR), decidió perpetuar la maledicencia, la falacia y la especulación en sendas publicaciones, vinculando mi nombre, familia y práctica profesional, durante las últimas dos semanas.
Si algo espero de este infausto periodismo es que tal vez la casa de enseñanza revise el plan de estudio y, especialmente, la ética del graduando pues resulta sorprendente el constatar su ausencia en los diez ciclos que comprenden los cinco años de carrera en la UCR.
Edgar David Chavarría Hernández es portador de la cédula de identidad número 4-207-985, vecino de San Rafael de Heredia y nacido el 20 de noviembre de 1987. Esta es la persona encargada del desprestigio y la insinuación resguardadas bajo el aura del periodismo que no se ejerce éticamente. Me refiero a los artículos 4, 5 12, 14, 16 y 18 del Código de Ética de las y los Profesionales en Comunicación.
Edgar David Chavarría Hernández es el redactor responsable de las notas aparecidas en el Semanario Universidad bajo los titulares “Construcción de trocha fronteriza favorecería a grandes empresarios de la zona y a petrolera Mallon Oil” y “Representante legal de Mallon Oil es el fiscal de sociedades que poseen 136 millones de m2 en zona norte”, publicadas los días 26 de septiembre y 3 de octubre, respectivamente.
En la conversación que sostuve con Edgar David Chavarría Hernández -grabada inicialmente sin notificármelo y, luego, sin mi autorización- éste me confirmó que el origen de las notas se remonta a un anónimo en las redes sociales Twitter y Facebook, bajo el pseudo-nombre “Whiskyleaks”. ¿Etiqueta roja o negra?
Léase bien, no un anónimo que Chavarría Hernández recibió y procedió a investigar, si no uno que leyó en Twitter o Facebook y le pareció suficientemente relevante como para publicarse en el Semanario Universidad.
Léase bien, no una fuente que le pidió a Chavarría Hernández que protegiera su identidad bajo el argumento del “off the record” sino un desconocido cualquiera que elucubró una teoría de conspiración que me vincula y que para el Semanario Universidad constituye una duda publicable.
Como estableció Maria Ogando Bautista “A cualquier espíritu crítico lo que realmente le conmueve ante estos mensajes morbosos no es el contenido en sí, sino el tratamiento dado por los medios de comunicación.”
Tengo más de 10 años de publicar mis opiniones en el periódico La República. Casi 20 de ser abogado. Como sé que el espacio es limitado y Chavarría Hernández es pródigo con la insinuación y la verborrea me limito a lo esencial:
Es falso, de falsedad absoluta, que la construcción de la trocha fronteriza favorezca a mi familia o a la empresa que represento. Es producto de un Whisky de más antes de proceder al leak natural.
Conforme a la Ley de Hidrocarburos no se requiere adquirir terrenos, pues si se van a realizar eventuales exploraciones y explotaciones, por ley se establecen servidumbres sobre los terrenos que se necesiten.
La fantasiosa teoría del anónimo Whiskyleaks, cual confesión de fe para Edgar David Chavarría Hernández, no tiene ningún sustento. Mal haría cualquiera en comprar tierra cuando un derecho de servidumbre, legalmente gratuito, es lo que corresponde.
Es falso e incongruente, según consigna el propio redactor, que el Grupo del Oro sea propietario de 136 millones de metros cuadrados de terreno. Según consta en el cuadro de la nota, con base en la información del geógrafo Jonathan Reyes; Edgar David Chavarría Hernández incrementa en sólo 106.4 millones de metros cuadrados el total de tierra.
Ante la falta de contrato, mi representada Mallon Oil Company no cuenta con estudio técnico alguno para establecer cuales serán las áreas de exploración. Esto incluye, como publicaba el periódico La Nación el 6 de junio, 2011 áreas en San Carlos (provincia de Alajuela), Sarapiquí (provincia de Heredia) y Pococí (provincia de Limón) a modo de ejemplo.
El recurrir a los precandidatos a la presidencia de la República Claudio Monge y Juan Carlos Mendoza, así como al diputado José María Villalta, amparados todos por el fuero parlamentario del artículo 110 de la Constitución Política deviene en una beligerancia impropia del periodismo ético.
Edgar David Chavarría Hernández, así como los diputados Claudio Monge, Juan Carlos Mendoza y José María Villalta, especulan de mala fe sin ningún fundamento técnico o lógico, con el único afán de jalar agua a sus molinos, sean lectores de un medio sin dirección o partidarios de sus intereses arribistas. Son lo que llamamos popularmente “bateadores” de un tema que, está claro, no conocen y de personas y empresas que, está claro también, desconocen.
Por si prevalece alguna duda, tras estas líneas o la mal transcrita conversación ilegalmente grabada entre el redactor Chavarría Hernández y el suscrito, he de reiterar a los lectores y a esos mal ubicados gestores de la nota que “No tiene nada que ver una cosa con la otra” como al menos correctamente, el Semanario consigna de mis palabras.

La Visión de la UCR es:
“(..) ser una Universidad de excelencia, sostenible, transformadora, inter y multicultural, actualizada, que mediante el diálogo libre y reflexivo y la evaluación continua, fortalezca su compromiso con el mejoramiento de la calidad de vida y sea referente en la conciencia nacional”.
El Código de Ética de las y los Profesionales en Comunicación establece:
“Artículo 5: Mantener con firmeza la credibilidad, conservando la honra y noble tradición de la profesión, al ser leales con las empresas, organizaciones y colaboradores siempre y cuando no atente contra el interés público.
Artículo 12: El engaño, la competencia desleal y el mercantilismo, se considerarán actos impropios en el ejercicio profesional.
Artículo 14: Es deber de todo profesional de la comunicación indicar la fuente de donde obtuvo la información y respetar la confidencialidad de aquella, cuando ésta así lo solicite”.

  • P. Oller
  • Opinión
Notas

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