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Si ha existido un aspecto que ha marcado mi vida profundamente es la influencia de tantas inspiraciones femeninas, mujeres quienes han transitado y han escrito sus sentimientos y huellas en las páginas del libro de mi existencia. Por eso hoy puedo señalar, al estilo de la escritora Isabel Allende, que mi vida ha estado permeada de un “lazo ancestral con lo femenino”, “una firme cadena de extraordinarias mujeres que me formaron, y me siguen alimentando con las fuerzas nutritivas de la inspiración”. Una de esas mujeres ha sido mi querida mentora, mi gran maestra, mi amada amiga, la doctora Marina Volio Brenes, un abrazador rocío de humanidad e intelecto; savia de mujer quien con persistencia, por 23 años, ha danzado de cara a mis evoluciones en los diferentes trazos de mi historia. A Marina la conocí cuando iniciaba mi vida universitaria en Estudios Generales; aún recuerdo el primer día de clases en la Universidad de Costa Rica cuando ingresó al aula una joven señora de delicada silueta, elegantemente vestida, sonriente, con aires de gran sabiduría, quien, con voz pausada, se presentó como ex Ministra de Cultura e hija del General Jorge Volio, de quien siempre se ha sentido tan orgullosa. No oculto que me impactó la enigmática personalidad de esa mujer, eso fue suficiente para que, a partir de ese momento, naciera una admiración hacia la docente y, posteriormente, vinieran años de amistad, de reuniones, de festejos, de tertulias, de sueños y luchas compartidas, de descubrir, poco a poco, no solo el gran intelecto de Marina, sino su gran humanidad, su sensibilidad, su vocación por la sana política, su pasión por la enseñanza y su exquisita esencia de mujer… ¡Definitivamente qué placer es el saber que la vida me ha dado el honor de alimentarme de sus infinitas cosechas! Porque referirse a Marina Volio Brenes es hablar de una abogada e historiadora graduada por la Universidad de Costa Rica, doctora en Historia por la Universidad Complutense de España y con estudios en Derechos Humanos del Instituto René Cassin de la Universidad de Estrasburgo en Francia. Es hablar de una Ministra de Cultura, Juventud y Deportes (1978-1982), fundadora de la Compañía Nacional de Danza (1979), candidata a diputada (1998), candidata a la presidencia de la República (1998), vicerrectora de la Universidad Estatal a Distancia (1995-1997), vicepresidenta del Colegio de Abogados (2007-2009), presidenta de la Asociación Cultural Ateneo de Costa Rica (2004-2006), miembro de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas (2007), vicepresidenta del Colegio de Abogados (2007-2009), catedrática, autora de varios libros, en fin, una mujer que ha sabido aprovechar al máximo su intelectualidad y vocación de servicio en beneficio de su país y de miles de costarricenses quienes tuvieron el gran privilegio de ser educados a la luz de sus enseñanzas y vivencias. Son estas personas, como la doctora Volio, con quienes el país está en deuda, porque han entregado parte de sus vidas a hacer patria; por eso no estaría mal, pues más que merecido lo tiene, que sea el mismo pueblo de Santa Ana, el cual la ha visto evolucionar profesional y personalmente, el que demostrara el gran orgullo que es el contar en su comunidad con una personalidad de la talla de Marina declarándola Hija Predilecta de Santa Ana, máxime que ella también ha tenido una activa participación en este cantón al ser, por ejemplo, miembro de la Comisión de Asuntos Culturales de la Municipalidad de Santa Ana, miembro de la Comisión Pro Construcción de la Casa de la Cultura, miembro de la Comisión Conmemorativa del Centenario del Cantón de Santa Ana y la más asidua defensora ante la declaratoria de Patrimonio histórico arquitectónico del inmueble donde habitó su padre el General Jorge Volio Jiménez; además un pueblo se enaltece cuando honra a quienes han aportado en la construcción positiva de sus cimientos y sus raíces, y Marina lo ha hecho con creces, es hora de devolverle parte de lo mucho que ella le ha entregado a su país.
Por el momento, sea esta sugerencia parte de mi pequeño, pero muy franco reconocimiento y agradecimiento a mi entrañable amiga Marina Volio, porque puedo asegurar que, día a día, desde que su inspiradora savia de mujer se cruzó en los tránsitos de mi existencia, sigo creciendo como profesional, como ciudadano, como humano, siguiendo sus pasos. ¡Honor, a quien honor merece!
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