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Ese fue el titular de CNN (español) el lunes 8 de octubre, para informar y comentar sobre las elecciones presidenciales en Venezuela.
Hugo Chávez es el mejor ejemplo de que la “sondeomanía”, como estrategia inductora, y las aves migratorias de la inteligencia artificial, que dejan caer muy a menudo y de manera nada inocente sus huevos sobre las páginas de algunos diarios, convirtiéndolos en opinión, no son más que el frenesí, albur de mentes alocadas, facinerosas, deseosas de que ese rumor invisible de la opinión pública los convierta en realidad. Es el tipo de periodismo que se deja engañar por sus propias ilusiones.
De allí la desazón, frustración, resentimiento, tristeza por la elección del 7 de octubre, una elección transparente, que produce envidia por ese más del 84 % de participación del padrón electoral… Si ese fenómeno se diera en Costa Rica, obligaría a mayor responsabilidad de parte de los políticos, no sería tan fácil ganar.
Los caprileños engañados por la retórica altisonante y avasallante, noche y día, y tarde también, pegaron contra el muro de la realidad.
Chávez enterrado, desenterrado y vuelto a enterrar por Montaner y pacotillas, hace las del Ave Fénix, y los chavistas convencidos por su fe inquebrantable en las masas, no dejan de trabajar (cuantitativos).
Tenía que haber un ganador… y ese fue Chávez (a pesar o para regocijo), y también la memoria colectiva, desechando la realidad virtual mediática como triunfo anticipado. La ecuación fue equilibrada, si hablamos del comportamiento de los medios. Extraña paradoja.
La presencia en los medios es útil, pero difícilmente supere la experiencia. 40% de los venezolanos han logrado salir de la pobreza gracias a Chávez, también conocieron las generaciones de políticos anteriores (chulos, gamberros, saqueadores) con el mismo petróleo que tanto le endosan a Chávez, el whisky más barato de América Latina y las misses alfombrando sus fiestas, y nunca lograron divisar la miseria en que hundían a sus coterráneos. A los venezolanos jamás los hará cambiar de opinión una canción mediática.
Volviendo al titular “la amarga derrota… una vez más”, pero por qué no “la dulce victoria… una vez más”. Al escoger una de esas opciones demuestro con quién estoy, a pesar de estar haciendo “periodismo” (ejemplos sobran en el prensa internacional y nacional). No en balde esos rostros largos de los presentadores de CNN, rostros de amante engañado, traicionado, actitud totalmente transparente para el público.
La realidad ha logrado que la retórica liberal no pegue en los venezolanos, como sí lo hace en Costa Rica, que nos ofrecen el cielo pero nos dan el infierno, y la gente llora, sin embargo, vuelve a votar por su verdugo.
Nada va a cambiar la situación por más que los medios satanicen a Chávez. Es la antiglobalización en directo. Sí es muy probable que el sucesor de Chávez sea Enrique Capriles, a quien le tocará lidiar con la oposición más beligerante que pueda imaginarse.
Lo mismo que las 10 sonrisas de más de Romney y de las mujeres que se le acercaron después del primer debate, no quitarán a Obama de la presidencia.
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