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Humanismo… El gran reto de la UTN

Es importante debatir críticamente la relación Humanismo-Universidad Técnica Nacional; de lo contrario podría caerse en el error de seguir modas “académicas” o en una cultura de mercado que lleva consigo la despreocupación por la humanidad, con esto desarticulando no solo la historia sino también la esperanza. Independientemente del tipo de universidad pública que somos, no podemos perder de vista que la Universidad es la institución humanista por excelencia. Más allá del positivismo científico o  la racionalidad utilitarista, nuestro fin es el ser humano, debemos ser una universidad antropocéntrica.

Es importante debatir críticamente la relación Humanismo-Universidad Técnica Nacional; de lo contrario podría caerse en el error de seguir modas “académicas” o en una cultura de mercado que lleva consigo la despreocupación por la humanidad, con esto desarticulando no solo la historia sino también la esperanza. Independientemente del tipo de universidad pública que somos, no podemos perder de vista que la Universidad es la institución humanista por excelencia. Más allá del positivismo científico o  la racionalidad utilitarista, nuestro fin es el ser humano, debemos ser una universidad antropocéntrica.
Con esto no quiero decir que debemos olvidar la técnica, sería irresponsable proponer un humanismo sin considerar la técnica como un medio para pensar al ser humano. Un ser humano que no solo le importe el presente, el “vive el momento”, que reduce con esto su existencia, sin historia ni proyección o en palabras de  Octavio Paz, el ser humano que se fascina ante la nada.
La labor humanista va mucho más allá de contar con la enseñanza de las humanidades dentro del plan de estudios, ya que esto, sin un ambiente y discurso realista del pensamiento comprometido a la acción de humanizar, convierte al estudiantado y al docente en un repetidor de conocimiento.
Las acciones deben orientarse desde los diferentes estamentos que conforman la UTN, deben recordar la labor tan importante que asumen estando en una Universidad Pública, no se pueden pasar por alto las reformas de Córdoba. No se puede  educar pensando en la profesionalización del estudiante únicamente, debe educarse para fines trascendentales. Se debe desarrollar la cualidad de crear e imaginar y con esto humanizar el presente o como propone el profesor Boaventura de Sousa Santos:  descolonizar la educación.
El hábito de reflexión, el pensamiento crítico y el compromiso social deben ser axiomas del quehacer universitario; la investigación, la docencia y la acción social solo serían adornos sin estas cualidades.
Premiar únicamente la relación universidad-mercado significa ser anti-alma máter, significa limitar las facultades de los estudiantes, significa condicionar  la autonomía universitaria por su poca “funcionalidad”. Rendir culto a estas prácticas es “educar” para la indiferencia.
Humanismo y Competencias. Debemos entender que proponer una manera de educar es proponer una humanidad, es proyectar al ser humano. Siguiendo esta afirmación me pregunto ¿qué humanidad propone la exclusiva formación por competencias?
Reflejo de una sociedad que su modelo es el hombre productivo, el hombre de negocios adaptable y victorioso al paso apabullante del mercado, surgen estas estrategias en busca de las “habilidades y destrezas” para la productividad, para lograr ese humano que cumpla con la competitividad. El ser humano que se propone  es aquel que cuenta  con las condiciones para la contratación, es al que se le educa a trabajar en grupo y vivir en soledad, como táctica desmovilizadora del sentido de comunidad.
La castración del conocimiento abstracto por su poca funcionalidad es un precio pedagógico e intelectual que no estamos dispuestos a que el estudiantado ni la comunidad docente lo pague. La exclusiva formación y selección por competencias es una práctica antihumanista, ya que no propone estrategias para la emancipación (si el término es muy fuerte para alguien, cambiar por humanización).
Conclusiones Generales. La Universidad debe luchar contra el desencanto que sufre la sociedad, debe promover la transformación de la realidad nacional; enfocarse en el mercado como criterio supremo no es la ruta acertada, ni será el absoluto de la educación pública.
El espíritu de la época es la indiferencia, esto como consecuencia de una forma de entender al ser humano breve e individualista; debemos proponer un nuevo ser humano que posea el pensamiento del humanismo, crítico de la realidad social, fundamentado en la construcción histórica y original para la creación de la utopía. De lo contrario,  seguiremos desmovilizando la humanidad hacia la barbarie.
La construcción de la igualdad social, el compromiso con los grupos sociales excluidos, la ecología de saberes, la aceptación de la diversidad, la inclusión de diversos sectores  que fortalezcan el quehacer universitario sin ningún tipo de restricciones de las libertades académicas, nos hará una  Universidad latinoamericana del siglo XXI.

  • Cristopher Montero (Profesor UTN)
  • Opinión
Individualism
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