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Políticas eléctricas están desligadas del desarrollo sostenible

Las políticas de producción eléctrica en el país, desde sus inicios, no incluyeron una valoración de los recursos naturales disponibles, ni mucho menos asumieron que dichos recursos son finitos, por lo que la capacidad alcanzaría únicamente para unas décadas más, si no se establecen medidas que lo subsanen.

Las políticas de producción eléctrica en el país, desde sus inicios, no incluyeron una valoración de los recursos naturales disponibles, ni mucho menos asumieron que dichos recursos son finitos, por lo que la capacidad alcanzaría únicamente para unas décadas más, si no se establecen medidas que lo subsanen.
Esta fue una de las conclusiones de expertos en el marco de una serie de foros sobre cambio climático y estrategias de desarrollo, organizado por la Universidad de Costa Rica (UCR), quienes enfatizaron en la necesidad de establecer un plan de expansión sostenible para la producción eléctrica del país.
Costa Rica tiene una cobertura eléctrica del 99.28%, siendo el país de América Latina que  brinda mayor servicio a la población. No obstante, las fuentes mediantes las cuales se obtiene la energía pueden enfrentar problemas.
El recurso se agota, el nivel de crecimiento de la demanda hace presión y la disponibilidad de fuentes se estima que alcanzará hasta el 2045. Ahora la realidad es que el desarrollo de la producción de electricidad tiene un plazo relativamente corto.
En estos momentos la producción eléctrica tiene como fuentes las plantas hidroeléctricas –que son las más utilizadas-, la térmica, eólica, de biomasa y geotérmica.
Al respecto, el ingeniero Carlos Manuel Obregón -exsubgerente del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE)- explicó que la mayor producción de energía se da por fuentes hidroeléctricas (un 73% en 2011), mientras que la térmica -producto del uso de combustibles- es de únicamente un 9%. La producción por biomasa es del 1%, la geotérmica alcanza el 13% y la eólica el 4%.
“La capacidad potencial estimada para la producción hidroeléctrica es de 6.474 megavatios y la capacidad instalada es de 1.692 kilovatios, lo que a primera vista da la impresión de  que el país está bien pero, cuando a esta capacidad se le resta lo que se encuentra en parques nacionales y en reservas, es mucho menor”, detalló Obregón.
Además, depender de una fuente como el agua para producir la energía tiene sus bemoles, pues en temporada de lluvias esta es suficiente, pero en verano disminuye su caudal, lo cual obliga a las autoridades a buscar alternativas eficaces para dicho período.
Por su parte, dijo el experto, la producción eólica durante la época de verano puede funcionar, ya que los vientos se incrementan en esta época, pero también es muy variable, dado que la intensidad del viento disminuye en cualquier momento y se reduce la producción de energía.
“La proyección de la demanda es clara, se nota como va creciendo la presión, y pasaríamos de una demanda de 10.000 kilovatios-hora a  24.000 kilovatios-hora en el año 2030. Será  ahí, donde deberemos determinar si queremos bajar el crecimiento acelerado, apagar las luces y hacer un balance entre lo que la sociedad quiere y lo que realmente se puede dar”, argumentó Obregón.
Ante este panorama, y frente a los diversos efectos del cambio climático, se requiere un plan de expansión, que se pueda ejecutar y que permita el desarrollo de iniciativas que solventen las problemáticas, entre ellas -indicó el exsubgerente del ICE- proyectos como el Diquís y muchos otros que se han tratado de impulsar y han encontrado oposición.
Este proyecto busca construir una megaplanta hidroeléctrica en Buenos Aires de Puntarenas, la cual permitiría la generación eléctrica de unos 650 megavatios de capacidad y una inversión cercana a los $2.000 millones.
Pero esta iniciativa ha tenido muchos opositores, entre ellos, el abogado ambientalista Álvaro Sagot, quien en diversas ocasiones ha dado su criterio a UNIVERSIDAD sobre la temática y ha sido enfático en que el proyecto no cuenta con los estudios necesarios de impacto y viabilidad ambiental.
Adicionalmente, su construcción se ubicaría en terrenos indígenas, donde existen humedales y se ubican las comunidades; incluso un estudio emitido por la UCR indica que se afectarían flora y fauna de la zona, la represa devolvería el agua al río Térraba sin su sedimento natural, lo que cambiaría el equilibrio natural.
Sin el sedimento, este delta -de 36.000 hectáreas- podría empezar a sufrir una erosión irreversible, lo cual afectaría el mangar y las especies que viven en este ecosistema, ya de por sí amenazado por otros factores.
PRODUCCIÓN ALTERNATIVA
Para resolver la problemática es necesario, manifestó Obregón, buscar alternativas para crecer en la producción de manera sostenible, pues hay suficientes recursos para dar cobertura por varias décadas, pero es indispensable garantizarlo por más tiempo.
El país cuenta con la geotermia, que se encuentra en los parques nacionales y no se ha podido hacer una valoración detallada de cuánto tenemos disponible; la opción eólica es un recurso disponible; y la biomasa se puede ir incrementando, puntualizó.
“Pero se deben tomar en cuenta aspectos como la variabilidad del viento, la poca disposición y gran oposición para construir embalses y aprovechar la energía eólica, las limitaciones para la explotación geotérmica, además la gran oposición al respaldo térmico por no ser renovable y ser tan contaminante. También está la introducción del gas natural, sustituir combustibles fósiles por biocombustibles, pero aún no hay acuerdos entre grupos ambientalistas, sociales y políticas públicas”, señaló.
Entre las opciones que debe desarrollar el país, mencionó que es necesario estudiar nuevas tecnologías de producción y cambiar las variables de consumo, seguir con la calidad de servicio que tiene el país, pero optimizando los procesos; además es fundamental darle seguimiento al cambio climático, pues puede afectar la gran mayoría de fuentes renovables de energía.
Asimismo, se requiere un plan nacional para optimizar los procesos, reducir el consumo energético y lograr que los embalses funcionen al máximo.
 
 
 
 

 
Para destacar
Durante el foro, organizado por la Universidad de Costa Rica, el ingeniero Carlos Manuel Obregón, destacó una serie de aspectos que están relacionados con la producción eléctrica del país.
¿Controlar el consumo energético puede ayudar a mejorar la eficiencia de producción?
-Los programas de reducción de consumo deben ser sostenibles y mantenerse a través de los años para que de verdad se dé un equilibrio, entre la producción y la demanda.
¿La energía solar es una opción para Costa Rica?
-La energía solar está disponible, pero la tecnología no ha avanzado lo suficiente para que su costo sea competitivo, si nos manejamos solo por costos. Por ejemplo, una planta solar de 120 megavatios, ocupa un espacio parecido a la planta hidroeléctrica Cachí, lo cual tiene su efecto ambiental importante, porque debajo de esos espejos no se puede colocar nada.
Hay que manejarla con cuidado, pero existen formas de aprovecharla, como la construcción de edificios que utilizan novedosas tecnologías para usar al máximo la luz natural disponible, o los sistemas que calientan el agua, mediante métodos solares.
¿Las reformas que se han dado a la producción eléctrica en el país, son negativas o positivas?
-La electricidad no debe ser un negocio, máxime que la generación privada debe darse bajo reglas del juego diferentes a las que se han venido dando. El modelo actual, como estaba estructurado, era un modelo exitoso, y cuando un modelo es exitoso lo ideal es fortalecerlo y no destruirlo. Esto no quiere decir que no exista la participación privada, pero debe darse bajo otras reglas del juego.

  • María José Núñez ([email protected])
  • País
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