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La facultad de Odontología de la Universidad de Costa Rica (UCR), jubilosa y engalanada, cumple con gran orgullo 70 años de su fundación.
70 años de formar profesionales en una rama de la salud que combina el arte y la ciencia con una dosis tan importante de bien social, que hoy en día el odontólogo es un profesional imprescindible en cualquier programa de salud, comunitario, empresario, privado o institucional. La Facultad de Odontología ha logrado ennoblecer la profesión y que hoy se conceptúe a este profesional como un científico, respetado y de invaluable importancia en la comunidad.
Es una facultad que desde su fundación fue dirigida por profesionales de los más destacados en ese campo; que formaron a otros muchos a su imagen filosófica; y que fueron y son orgullo de una odontología que al día de hoy está, científica y tecnológicamente, al nivel de las que ostentan las naciones más desarrolladas en esa disciplina.
El esfuerzo ha sido enorme; comenzó siendo una modesta escuela en los restringidos años cuarenta, con el mundo envuelto en una sangrienta guerra; reclutando a los pocos profesionales graduados de facultades extranjeras que recién regresaban al país; jóvenes que sin conocimientos de pedagogía, y trabajando con las uñas, pusieron su alma y sus ilusiones en una enseñanza llena de solidarismo y amor por el bien social. Formaron así los primeros profesionales y profesores que continuaron su ejemplo; y con todo su empeño, los faltantes que tenían en desarrollo tecnológico y científico, los iban llenando en el aula y en la clínica con su discurso ético y moral, que nunca dejaron de lado para formar odontólogos humanitarios.
Después de casi 45 años de ejercicio activo y docente en esta profesión me atrevo a decir, en términos generales, que lo que fue la pésima salud bucodental de nuestra población hasta mediados del siglo pasado, ha dado un vuelco definitivo y puede hoy ser considerada como aceptable, buena, o excelente, dependiendo eso sí, desgraciadamente, del alcance económico de los sectores sociales que haya logrado cubrir la práctica odontológica nacional; pero sería injusto atribuirle este último aspecto, en forma estricta, a la Facultad de Odontología. Ciertamente falta mucho por hacer; pero lo bueno logrado se debe al esfuerzo y a las políticas curriculares y sanitarias dictadas o fomentadas por ella.
Decía que falta mucho por hacer; y aunque no todo corresponderá a la noble Facultad de Odontología, ella podrá influir mucho para no seguir dejando de lado la salud oral de los menos favorecidos; por hacerles comprender a las instituciones que gobiernan los programas nacionales de salud, que la moderna odontología ya no consiste solamente en reparar, extraer o reponer piezas dentales; que hoy tenemos más de diez especialidades odontológicas, que no son ni una clase aparte, ni constituyen una élite y que todas son igualmente importantes y deben estar totalmente involucradas en sus programas para poder hablar de odontología integral; especialmente la que reciben los grupos sociales carentes de medios para pagar costosos servicios privados.
Pero sí hay un aspecto de fondo que le corresponde casi enteramente a la Facultad de Odontología de la UCR, como “madre”, diríamos, de la enseñanza de la Odontología pública y privada que se imparte en todo el país, y es el rescate de la ética y de la moral del profesional en odontología. Hemos visto a través de los años una decadencia pavorosa de estas “virtudes”; causa quizá de todo “error” atribuible a cualquier comportamiento profesional. Porque no hay comportamiento profesional reprochable social o jurídicamente que no tenga su origen en un faltante ético o moral del odontólogo que lo realiza.
Tampoco podemos decir que porque la demanda científica y tecnológica haga de la odontología actual una de las más costosas en términos económicos, le sea permitido separarse de los patrones de moralidad, solidaridad y bien común que deben inspirarla en todo momento al impartir sus servicios.
Esta celebración debe ser motivo de orgullo universitario y nacional y de apoyo comunitario e institucional, para una facultad que ha tratado siempre de hacer bien las cosas con los modestos recursos dispuestos a su alcance.
Setenta años cumplimos,
Con júbilo y alegría,
De buena odontología;
Impartida y facultada,
Por la escuela aquí nombrada,
¡Con mucha categoría!
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