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China decodificada

Sistema político chino

Sistema político chino
Más allá de los estereotipos
Patricia Rodríguez Hölkemeyer
Ensayo
EUCR
2012
 
La prensa occidental, y más aún la que llega a las mayorías en nuestro país, opera con respecto a China con un importante sesgo aparentemente de origen ideológico. Es frecuente saber de noticias negativas, desde catástrofes o ejecuciones judiciales, hasta extravagancias y rarezas, que la verdadera rareza sería que no las hubiera en un país de 1300 millones de personas.
Las noticias positivas sobre China son más bien escasas y el ojo crítico siempre está encima para confirmar el prejuicio de que el Gobierno de ese país es una aberración. Esto para el público no deja de generar sospecha, pues por un lado está el abierto involucramiento comercial con esa potencia, pero por el otro constantemente se le quieren ver los errores.
Es por eso que este libro, cuya autora tiene una solvente formación en ciencias políticas y una experiencia personal y académica que la respalda, nos ofrece una visión necesaria de tomar en cuenta para comprender mejor a la más reciente potencial mundial.
Patricia Rodríguez es catedrática e investigadora de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica, estudió un postgrado en Administración Pública en la Universidad de Harvard y fue ministra consejera de la embajada de Costa Rica en China de 2008 a 2010.
Durante su permanencia en ese país asiático logró y en los años recientes ha desarrollado una extensa y profunda investigación que hoy permite, en este libro, descifrar algunos aspectos claves para comprender mejor, con mirada occidental, el sistema político de esa potencia emergente.
El concienzudo trabajo de Rodríguez y la clara exposición que hace permiten al lector una aproximación reveladora sobre una experiencia política y su proceso de apertura de los últimos 32 años.
“Una de las mayores enseñanzas de ese periodo ha sido la constatación, de primera mano, de que el desarrollo institucional chino presenta un paisaje mucho más democrático de lo que se dice en Occidente”, dice la autora.
En efecto, tras la consulta con especialistas occidentales sobre el tema político chino y con investigadores de la Universidad de Pekín y otros institutos de estudios políticos chinos, Rodríguez presenta una explicación de los procesos e instituciones chinas que permiten comprender mejor una sociedad que ha demostrado que la democracia no es un monopolio político occidental.
Pero generalmente en la interpretación y en las informaciones que nos llegan sobre China prima una visión sesgada, producto de prejuicios, estereotipos o francas rivalidades, que no se sustenta en la realidad.
La autora señala que “La incomprensión y censura por parte de Occidente ante el experimento de gobernanza, que le ha dado tantos réditos al Gobierno chino en términos de los indicadores de desarrollo humano y de crecimiento económico y que, asimismo, le han procurado al Partido Comunista el apoyo del 87 por ciento de la población (según encuesta del Pew Center de Washington, USA, en el año 2010), procede, en cierta medida, del celo con que los chino evitan hablar acerca de su sistema político”.
La primera etapa, que ocupa los 30 años entre el triunfo de la revolución liderada por Mao en 1948, hasta las reformas iniciadas por Deng Xiaoping en 1979, fue la más dura y de consolidación de un sistema político centralizado. La década siguiente fue de acomodo, con los efectos de las reformas que culminó con la represión en la Plaza Tiananmen en 1989. Pero el Gobierno chino logró instaurar un sistema para canalizar los reclamos y descontentos populares que permitió una descentralización del poder. Así se desarrolló un sistema de congresos provinciales y locales que retomaba la tradición confuciana.
El sistema descentralizado que otorga poder a la representación local, permite canalizar las críticas y descontento. Los ciudadanos acuden al Gobierno central para denunciar abusos, corrupción o ineficiencia del las administraciones locales, las cuales también presionan al Gobierno central por políticas a favor de sus representados.
“Debido a que el PCC mantiene una cuota importante de diputados en los distintos congresos: nacional y locales, en ambos el sistema de congresos populares, y los comités del PCC de las localidades colaboran, pero al mismo tiempo compiten. Esa ‘unidad en la diversidad’ y ese aprendizaje colectivo que procede del sistema legislativo que permea todo el sistema de gobernanza, podría constituir una de las principales razones, del éxito chino”, apunta Rodríguez.
La principal fuerza política en el país es el Partido Comunista Chino, pero no es la única. Los diputados en los congresos locales son elegidos libremente por las comunidades y designados para elegir a los representantes en la Asamblea Nacional Popular (ANP), que cuenta con cerca de 3000 miembros escogidos cada 5 años y es la mayor autoridad política del país. Dicha ANP también cuenta con miembros elegidos de las regiones especiales administrativas y económicas y de las fuerzas armadas.
Una de las grandes preocupaciones del Gobierno chino ha sido generar eficientes sistemas de escuchar las inquietudes populares y poder canalizar en la acción política de manera que combatan las peores consecuencias de la apertura a la sociedad de mercado, pero que además permitan una distribución de la riqueza generada que vaya a favor de la sociedad como un todo.
La autora señala en al final de las conclusiones que:
“En los últimos años el PCC está tratando de establecer un equilibrio entre el mercado y la creatividad individual (diversidad) por una parte y, por la otra, el desarrollo de la sociedad como un todo (unidad) como lo prescribe la cultura y filosofía tradicional china. El esfuerzo por establecer ese equilibrio ha venido siendo el resultado, aunque no de manera perfecta, de la mencionada actitud hacia el aprendizaje del Gobierno chino, actitud de humildad confuciana que la ha permitido corregir sus propios errores y por ende sortear las vicisitudes y escollos que el proceso de reforma económica e institucional, ha venido generando. Esta actitud adaptativa y de acomodo del PCC +‘al fluir de las cosas’, y no la represión, es un última instancia lo que ha servido de soporte al auge chino”.
La apreciación es clara y el ejemplo también. La humildad confuciana frente a la soberbia que caracteriza a los políticos occidentales.
Este libro de Patricia Rodríguez sin duda ofrece muchas oportunidades no solo ya de descubrir las particularidades de la sociedad china, sino para aprender de su sistema político que es mucho más de la tergiversada visión que en general hasta ahora se ha promovido.

  • Manuel Bermúdez 
  • Los Libros
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