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El vaticinio maya

“Dicen” que para este fin de año 2012 los aborígenes mayas habían vaticinado el fin del mundo, de la historia humana. Algunos afirmaron que realmente lo que se vaticinaba era el fin de un ciclo maya; un otro, no maya, afirmándose divino, asintió que no sería en diciembre, sino a mediados del próximo año en que él mismo rodeado de ángeles vendría desde el seno de Dios Padre a juzgar a vivos y muertos.

“Dicen” que para este fin de año 2012 los aborígenes mayas habían vaticinado el fin del mundo, de la historia humana. Algunos afirmaron que realmente lo que se vaticinaba era el fin de un ciclo maya; un otro, no maya, afirmándose divino, asintió que no sería en diciembre, sino a mediados del próximo año en que él mismo rodeado de ángeles vendría desde el seno de Dios Padre a juzgar a vivos y muertos.
Tal narración maya incluso se ha aprovechado como argumento para rodar una película. La naturaleza maleable del ser humano se ha asociado con el principio de salvar la propia vida. En un hipotético colapso universal, no habría nada que salvar, dado un acontecimiento precipitante (si es que existiese), y siendo este de proporciones universales, no se puede esperar mayor salvación que la transitoria, frágil y evanescente. Ante un colapso universal, no habría mucho que hacer ni mucho que esperar. Ante un desastre por dislocación de las fuerzas y leyes físicas universales, y ante las consecuentes alteraciones físicas gravitacionales, y  por más que algunos exorcicen a los demonios en los montes más altos de la Tierra… no queda sino la desintegración de los cuerpos físicos y la transformación energética de esto que ahora somos…
¿Vaticino maya? Alguien tuvo que echar a rodar este vaticinio. Alguien lo asustó y el resto vive asustado. Si tal vaticinio no se cumple, nada pasa. Si se cumpliera, no habría literalmente nada que lo pueda superar, evitar o contrarrestar, no habría ninguna posibilidad viable de prevención y tampoco ninguna medida cabalmente efectiva. Ni la cooperación universal ni “los Superamigos” podrían hacer nada, ni Batman, Robin, James Bond, el Capitán Trueno, el agente 86 ni la 99. Nadie podría hacer nada… Ante lo inevitable solo queda conservar la serenidad. Lo que ha de ser, será.
Pero claro, ante el anuncio del final del mundo cabe otra solución: ofrecer algo que es elemental y fácil de socializar y practicar, ofrecer la indiferencia de los oídos y de los corazones a eso que, por ser sospechoso, es susceptible de ser una patraña publicitaria, comercial, tendenciosa, en algún sentido manipuladora desde el miedo que despierta en los más y las peculiares ventajas que pueda desencadenar en quienes, siendo los menos, son por alguna razón beneficiados. En otras palabras, y es lo que nos ocupa, ¿cuánta mala saña se oculta en vaticinios como estos? ¿Quién los patrocina y quiénes usufructúan desde la manipulación y el miedo que desatan en los demás?
Pd: ante la realidad política y cultural que hoy califica al mundo, incluida Costa Rica, algunos amigos míos juegan con este vaticinio: ¡Por favor, Dios mío, que no hayan fallado los mayas…! A ellos dedico este artículo y agradezco su amistad… Y lo hago antes que llegue el fin… El fin se acerca.

  • Hernán Mora C. (Filósofo)
  • Opinión
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