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Democracia, en su concepto más etimológico, refiere al “poder del pueblo”, tecnificando un poco más este término, “el poder del ciudadano”; ahora: ¿Realmente tiene el ciudadano costarricense el poder?
Durante las últimas semanas nuestro país ha vivido un ambiente de efervescencia social, manifestaciones, bloqueos, represión policial, pero por sobre todo indignación. Diversas formas tienen los ciudadanos en nuestro país para manifestar sus diferencias con las políticas impulsadas por el Ejecutivo o el Legislativo, pero ninguna tan visible y criminalizada como la de los ciudadanos de “a pie”, porque también existen otras, veamos algunas de ellas.
La Democracia del Empresario: Este personaje no necesita salir a las calles, ya que controla la producción del país, sus diferencias con el Gobierno son saldadas con amenazas de despido masivo, con un “parada” en la producción, y en casos más extremos, con la salida del país. Son aún más lesivas para el país sus políticas de amenaza cuando algo no sale como lo desea el patrón, es invisible, no tiene nombre, se escuda detrás de un emporio llamado empresa, no responde por sí mismo, para eso están infinidad de abogados, lo único que hace es girar órdenes amenazantes y lesionar al país, su “acceso a los medios de producción” como diría Marx, lo convierten en más poderoso, incluso que el mismo Presidente, pero, no sale a la calle, por lo tanto no limita la libertad de tránsito.
La Democracia del Político: Experto en el lobby, sus intereses generalmente representan a la clase de la que él forma parte, su democracia la ejerce frenando proyectos, evadiendo impuestos, robando dinero público, sacándose de la mano nombramientos clientelistas, durando cuatro años en la construcción de un puente, autodenominándose “filibustero”, removiendo magistrados intachables que van en contra de los intereses económicos de sus amigos, entre otras interminables conductas, sus acciones polémicas las justifica con el argumento de reacomodos, no sale a la calle porque su poder lo ejerce de manera personal en Zapote, en Cuesta de Moras, o por medio de un memorándum, tampoco bloquea calles.
La Democracia del Comunicador: En esta democracia como principales próceres tenemos a una señora muy madrugadora, en su programa radial, las visiones que ella nos plantea son la verdad, solo eso, jamás ose llamar a su programa para contradecirla; si usted forma parte de la clase política, no es recomendable que le contradiga; si forma parte de la clase empresarial, ella es capaz de hacerlo ver como un héroe, aunque también como un monstruo, recuerde que la voz de ella es nuestra voz, la suya, la de todos. Sin embargo, no está sola, otro personaje del género masculino, quizá tenga un poco de todos los descritos hasta el momento, en contraposición con su igual femenina, al parecer trabaja durante la noche, ya que siempre está “En Vela”, su posición, durante los últimos días, no ha podido ser más aplaudida desde Zapote, criminalizando la protesta social, el sindicalismo y todo aquello que sea un manifestación ciudadana, maneja a su antojo las publicaciones de su periódico. Tampoco bloquea calles.
La democracia del pueblo: Es minúscula, ya que es minimizada día con día por todos aquellos que tienen acceso al poder, ya sea político económico o de generación de opinión, tiene su máxima expresión en las calles, ya que es la única forma de que la distinguida presidente de la nación les ponga atención; es invisible para el principal medio de comunicación escrito de este país, y cuando ocupa sus páginas es para ser denunciada por ser provocadora de “zafarranchos”; está integrada por el sector más variopinto y heterogéneo que se pueda imaginar, desde estudiantes y trabajadores hasta curas luteranos, artistas y ambientalistas; es tan diversa en su composición como la cantidad de grupos que representa, siempre catalogados como “minoría”, y como en democracia gana la mayoría, no son tomados en cuenta hasta que, en su derecho a la manifestación, bloquean alguna carretera, ese, sin lugar a dudas, catalogado por el gobierno como un acto criminal.
Cabe destacar que no todos los empresarios, comunicadores, ciudadanos, -y en menor número- políticos se comportan de la manera antes descrita. Pero para nosotros los ciudadanos que no tenemos ni apellido rimbombante ni empresas bajo nuestro mando, es importante que sepamos defender nuestros derechos, si tiene que ser en la calle, que así sea, es la única forma de que nos pongan atención; el derecho a la manifestación fortalece la democracia, es, por sí solo, la máxima expresión del verdadero poder del pueblo, del pueblo “…valiente y viril…”
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