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La democracia se hace realidad en el mismo momento en que un ciudadano y una ciudadana la defienden con su actuación y con su palabra. Así también la libertad de expresión se activa cada vez que alguien la ejerce y dice lo que le dicta su conciencia sin mordaza y sin temor.
Los últimos acontecimientos de noviembre del 2012, a saber: la aprobación de la ley mordaza y los enfrentamientos entre policías y manifestantes en las marchas pacíficas populares y estudiantiles demuestran que nunca debemos dar por finalizada la lucha por los valores democráticos. Pero, a la vez, debería invitarnos a reflexionar y valorar también lo que hemos conquistado como pueblo y como comunidad universitaria.
Un buen ejemplo es el Semanario de la Universidad de Costa Rica, pues es un espacio creado para defender y ejercer la libertad de expresión y los valores democráticos, sin censura y sin mordazas. Este periódico no solo ha sido producto de un trabajo periodístico competente y de una determinada Dirección sino que ha tenido el voto amplio de sus lectores. La aceptación del público sin la cual el Semanario no podría existir y no hubiera podido crecer de la manera que lo ha hecho.
Sin cuestionar en lo absoluto el derecho que el señor Rector Dr. Henning Jensen así como sus Vicerrectores tienen para nombrar un nuevo Director para el Semanario, todo el mundo sabe, sin embargo, que el asunto no termina ahí, pues falta aún el voto del público; la aprobación y legitimación que les corresponde como tarea a los lectores del periódico. La gente que compra, lee y escribe en el Semanario Universidad representa un poder interesante pero sobretodo imprescindible para consolidar la democratización de los medios de información.
No conozco personalmente a la periodista Laura Martínez pero no necesito conocerla para reconocer que el empoderamiento que ha tenido el Semanario Universidad no se debe al favoritismo de ninguna autoridad universitaria de turno. El voto de los lectores no se manipula ni se fuerza, se gana, y la circulación de este periódico muestra un buen triunfo.
Considero que la línea editorial del Semanario ha sido clave en el gusto de un público que busca un tipo de información más crítica, sin censura y sin mordazas de ningún tipo. Y parece claro también, por la respuesta de los lectores que hay un apoyo enorme para que se continué dentro de la misma línea editorial.
¿Qué pasaría, me pregunto si, por ejemplo, el cambio en el periódico universitario a partir de enero 2013 no le gustara al público?
Yo diría que siempre existe la posibilidad de crear otro periódico, de fortalecer con más voces la libertad de expresión. Claro, a lo mejor no es lo más justo, a lo mejor eso era lo que había que hacerse en primer lugar; crear otro periódico y dejar Semanario tal como estaba, pero ya que no sucedió de esa manera, siempre existe la posibilidad de hacerlo a la inversa.
El punto medular, en mi opinión, es que una línea editorial crítica que ha tenido tan buena recepción muestra de por sí la necesidad de continuar su existencia. ¿No les parece?
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