Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
“El dolor nos agarra hermanos hombres” (Cesar Vallejo).
Ya no llueve…pero ayer cabalmente, una llovizna cayó mansamente, cuando el poeta cambió de lenguaje a uno más colectivo o talvez más oscuro.
Cincuenta años atrás, Antidio me recordaba a Vladimir Mayakovsky que leía su poesía en plazas y fábricas. Para Antidio los espacios eran los rincones cantonales, el Castella y una que otra casa donde se reunían los ávidos de poesía, con el fin de emprender y entender la poesía.
Antidio, el que intentaba descifrar de las palabras sencillas aquello del canto de los sapos, resumía nuestros descuidos en esa frase: “cuando el sapo calla, ya no somos los mismos”. Este canto lastimoso que nos hace pensar en el olvido de nosotros mismos. Podría decir que cuando el sapo calla entonces lo hace para recordarnos que nos hemos convertido en extranjeros de nuestra patria vestidos con ropaje ajeno y falsas alegrías.
Antidio, el patriota extranjero, nos descubrió a muchos la identidad de los pueblos y el amor por esta tierra dejada de lado.
Siempre recordaré el primer festival del libro en los años cincuenta, en compañía de Fonkén, de Palacios y de Calufa, cuando buscábamos acomodar a los poetas invitados que venían del extranjero. Lo recuerdo en su casa en compañía de su primera dama, la dueña de “ese mal como presa ciega hace su nido en la molicie muerta”, la poetiza de 17 años. Entre tantas cosas también recuerdo esa noche compartida con el poeta Jorge Artel, el poeta que luchó a sus alcances, por la soberanía panameña.
Habrá grandes y pequeñas lágrimas en otras latitudes: llorarán Gerónimo (Ernesto Cardenal) el alumno de Thomas Merton, los González de Solentiname, el coronel Urtecho y su compañera María y junto con otros como Calufa, Rodrigo Carazo, Vicente Saenz, Jorge Debravo y Carlos Rafael Duverrán, se encontrarán en la última morada gris. Muchos otros republicanos de España, vendrán a su encuentro, recordando aquel paraíso que perdimos.
Una enorme lágrima congelada se suspenderá con el recuerdo de la tuya Antidio, porque Federico García Lorca querrá mostrarte su último verdadero suspiro y te dirá que sí, que tienen razón todos aquellos que siguen pensando y creyendo que la muerte es un absurdo; por eso hay que justificar la vida como lo intentaste y lo lograste, cerrando coherentemente con la edición de “La gesta de Juanito Mora”.
Antidio Cabal González ha fallecido y vamos acompañándote sobre el paso, pensando “Dios en las flores había renovado el mundo” y en el silencio del absurdo resonaremos: “cuando el sapo calla, ya no somos los mismos”.
Este documento no posee notas.