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Costa Rica sufre una peligrosa pérdida de su democracia, advierte exministra Elizabeth Odio. (Foto: Katya Alvarado)
Costa Rica sufre una acelerada y peligrosa pérdida de su democracia, enfrenta un grave deterioro en el funcionamiento de sus principales poderes y necesita una rápida y profunda “cirugía” en su sistema político, alertó la exministra de Justicia y de Ambiente, Elizabeth Odio, durante una entrevista con UNIVERSIDAD.
Tras regresar al país luego de fungir como jueza de la Corte Penal Internacional (CPI) durante diez años, Odio dijo estar alarmada por el clima de violencia que azota al país, del desencanto de la población en su sistema democrático, del aumento de la corrupción y el descrédito de la clase política. Entre sus planes figura reintegrarse a la actividad académica en la Universidad de Costa Rica.
A continuación, ofrecemos un extracto de la conversación sostenida con la exministra:
Usted estuvo diez años fuera de Costa Rica en la Corte Penal Internacional. ¿Cuál es el país que encuentra a su regreso?
– Es un país diferente. En estos años muchas cosas han cambiado. Lo que advierto, y es lo que más me preocupa, es que ciertas tendencias que venían de años atrás presentándose en la organización social nuestra se han ido acentuando. Me refiero concretamente al ingrediente de violencia que encuentro en las relaciones interpersonales en nuestro país. Es una violencia que se manifiesta en la vida cotidiana, en las cosas que ocurren en las carreteras, en la cantidad de muertos y heridos.
¿Es una violencia que está como incrustada en nuestra sociedad?
– Venía ya de años atrás. Recuerdo que cuando estuve en una ocasión a cargo del Ministerio de Justicia elaboramos un programa de prevención del delito que incluía como un ingrediente muy importante una serie de elementos educativos que tenían que ver con las relaciones familiares y la forma en que se maneja en este país. Había violencia que se manifestaba en las acciones delictivas. El problema es que eso se ha acentuado, es más grave.
¿Ha aumentado la “calidad” de la violencia?
– La calidad de la violencia es muy seria. Si antes los choferes, por ejemplo, se gritaban, ahora se agraden, y se matan. Esto es terriblemente preocupante. Lo que pasa con la violencia intrafamiliar alarma, hay un nivel de agresión contra las mujeres, y los niños. Es realmente muy preocupante.
¿Doña Elizabeth, es una sociedad estresada la que encuentra ahora en Costa Rica?
– De un enorme nivel de estrés o de tensión que se expresa en las formas más primitivas. Lo que acaba de ocurrir en la manifestación de los motociclistas. Todos encontramos que es una barbaridad, porque no nos explicaron, es un problema de la relación del gobierno hacia las personas, porque como no pasó el paquete tributario han subido violentísimamente algunos servicios. Del dinero que nos cobran muy poco va para el Instituto de Seguros y la mayoría se dirige a la caja única del Estado. Esta es una forma indirecta muy violenta, y no estoy segura de si está bien hecho desde el punto de vista constitucional, de sacarnos el dinero. Está bien que los motociclistas tengan su derecho de protestar. Pero agarran a golpes una buseta del servicio de Heredia, con gente adentro, niños incluso. Luego una señora se baja del automóvil y empieza a increpar a los motociclistas. Las dos formas son violentísimas. Igual pasó con la marcha de apoyo a la Caja del Seguro Social.
A veces parece una violencia sin sentido. Lo que marca esto es que hay un nivel de crispación en la sociedad costarricense.
¿A qué atribuye usted este fenómeno? ¿Hay frustración en la gente?
– Creo que hay una gran insatisfacción de la gente con las instituciones que no dan respuesta pronta y certera a los problemas. Esta historia de la ingobernabilidad…
¿Usted cree que hay ingobernabilidad en Costa Rica, es cierto eso?
– No, no… Lo que hay es una deficiencia muy seria de las instituciones.
¿Es un pretexto de la clase política?
– Es un pretexto.
¿Lo dice el excontralor Alex Solís en su libro?
– Sí. Lo que encuentro es que hay necesidad de hacer una serie de cambios en todos los poderes. El Estado tiene que ser mucho más eficiente de lo que ha sido. Pero al no ocurrir tales cambios provoca en la gente una gran insatisfacción.
¿Es una bomba de tiempo?
– Sí, es una bomba de tiempo. A esto súmele que en muchas ocasiones la gente se siente manipulada, usada, porque lo que quiere no es seriamente tomado en cuenta por quienes tienen la obligación de hacerlo.
¿Usted ve mucha exclusión de las bases o grupos sociales?
– Sí, hay mucha exclusión de las bases sociales. Hay un documento esencial para entender lo que nos ocurre y son los Informes del Estado de la Nación.
¿El último advierte que Costa Rica está en uno de los niveles más bajos de la ciudadanía en la credibilidad hacia la democracia?
– Así es y esto es muy peligroso porque no es un problema de la democracia. Está demostrado que esta, sin ser perfecta, es el mejor sistema de gobierno y el único que verdaderamente garantiza los derechos fundamentales de las personas. Es en la democracia en la que podemos verdaderamente acceder a los niveles de gobierno y para obtener respuesta a los problemas. Si esa institucionalidad no funciona, la gente lo primero que dice es que queremos un hombre fuerte – ¿por qué no se les ocurre una mujer fuerte? – que venga aquí a poner orden. ¡Por Dios! Al contrario, los regímenes autoritarios agudizan y profundizan los problemas. A esto hay que ponerle mucha atención, por diversas razones. Por ejemplo, que el crecimiento económico de que nos hablan, no signifique una distribución de ingreso equitativa.
¿La última encuesta de hogares lo señala?
– Resulta que los que menos ingresos tienen los han visto reducidos, mientras que en el sector más alto, aumentan.
Al mismo tiempo hay un deterioro progresivo y acelerado en servicios públicos como el Seguro Social. ¿Si le añadimos la corrupción, casos como la trocha?
– En todo este problema hay un gran componente de insatisfacción con la corrupción que se percibe. Se ha generalizado y ese es el otro elemento, simultáneamente con la violencia, que yo noto. Siempre ha habido corrupción en los diferentes niveles, público y privado. Pero ahora se siente de una manera más violenta. A mí este asunto de la trocha me parece una vergüenza, que no haya responsables y que se utilice la figura de la emergencia nacional para que, no sé quiénes, hagan negocios que están a la vista.
¿Esto coincide con el sentimiento de que el país no tiene rumbo?
– Así es. Y esto es una cosa muy notoria. La gente siente que no se sabe para dónde vamos. Y no es cuestión de hablar de programas de gobierno, sino de fijar prioridades. ¿Por qué la insatisfacción con los servicios de la Caja? Porque a la Caja no le dan recursos suficientes y cuando tuvo recursos los usó en otras cosas.
La clase media baja es la que ha estado siendo más golpeada por estos fenómenos. Además, ahora está metido el tema del narcotráfico, estamos muy infiltrados por el narco. En Europa oí decir, con respecto a Costa Rica, que era un país donde se lavaba dinero. Al volver vi enormes apartamentos que están desocupados, como en Croacia, o la misma Panamá, en Sarajevo y me dicen que en los países del Báltico y en otras de las repúblicas de la ex-Unión Soviética. Hay muchísimo dinero que proviene del crimen organizado internacional y que no es sólo tráfico de drogas, hay de armas y de otro flagelo que es el tráfico de personas. Sin embargo, he visto iniciativas como la de la Agenda Nacional que son importantes. Se trata de personas muy serias que están preocupadas por el país y quieren proponer soluciones. Soluciones las hay.
Las encuestas indican que la credibilidad de la gente en los políticos es mínima. A como están las cosas, el Partido Liberación ganaría por tercera vez consecutiva las elecciones. ¿Y no hay oposición?
– Otra institución que entró en crisis son los partidos políticos y se refleja en todos los grupos que tienen aspiraciones a participar en el próximo torneo electoral. En las leyes electorales y las de los partidos políticos hay que cambiar muchas cosas. Un elemento que contribuye mucho a la corrupción es la famosa deuda política, el pago adelantado. Eso hay que cambiarlo y mejorarlo, así como la forma en que elegimos diputados. No es posible que sigamos votando por esas listas cerradas en donde uno no sabe por quién está votando.
¿Esa es la vieja forma de hacer política?
– Es la vieja forma de hacer política, del dedo, de los amigos, de las imposiciones, este va aquí porque soy el que manda y lo pongo de primero o de segundo o quinto. Si nosotros no vamos hacia una institución como la que tienen los regímenes parlamentarios en donde se eligen los representantes por distritos y uno vota por la gente que conoce estamos perdidos. Estamos perdiendo la democracia, eso es lo peor, estamos perdiendo democracia aceleradamente.
Esos problemas vienen suscitándose desde hace al menos 20 años, además de la presencia de corrientes de tipo neoliberal, que han cambiado la forma de ser del país. ¿Cree que hay que hacer una cirugía profunda al sistema político?
– Hay que hacer una cirugía profunda al sistema que abarca los tres poderes.
¿Al margen de lo ocurrido con don Fernando Cruz, es obvio que hay grandes problemas en el sistema judicial de Costa Rica?
– Hay graves problemas. He sabido de cómo intervienen los intereses políticos para que se elijan jueces superiores, magistrados, suplentes. Hay cosas que deben ser cambiadas en el Poder Judicial, sin lugar a dudas. Lo mismo en el Poder Legislativo, en la forma de elegir diputados, en el famoso reglamento, que por puros intereses politiqueros, tenemos una Asamblea Legislativa secuestrada.
¿Son vericuetos legales para obstaculizar?
– Para secuestrar. Le voy a poner un ejemplo, la ley de las investigaciones científicas. En este país tenemos paralizada la investigación científica porque la ley que está lista para ser aprobada en la Asamblea Legislativa, consensuada, no se aprueba porque hay dos diputados que tienen unos intereses muy subalternos para los intereses nacionales que no la dejan pasar.
¿Estas situaciones convierten a Costa Rica en un país empantanado?
– No ingobernable, sino en un país que está siendo mal gobernado desde los tres poderes.
¿Y con una clase política desacreditada que se suma?
– Por eso es que a mí me alienta mucho que gente como la de la Agenda Nacional esté haciendo propuestas y estoy segura de que en ese grupo puede haber personas que perfectamente pueden proponer sus nombres para la presidencia de la república y que pueda conformarse un movimiento político ya sea a través de los partidos actuales o nuevos. Necesitamos que los partidos se depuren, que gente nueva llegue a estos, que los mecanismos que tienen para elegir sus candidatos también se depuren.
¿Hay ausencia de liderazgos nuevos fuertes, por lo menos en los sectores de oposición. Esto parece serio?
– Diría que a nivel nacional requerimos de gentes honestas, cuya credibilidad haga que las personas vuelvan a sentir confianza y optimismo. Porque la honestidad en la clase política es un requisito esencial.
Si uno mira las encuestas, todo parece indicar que el partido más grande que hay en el país, que es el abstencionismo, sigue creciendo. ¿Cómo legitima o no esto al partido político que llegue al poder?
– Esto deslegitima profundamente. Por eso, en los meses que faltan para las próximas elecciones tenemos que hacer un gran esfuerzo y contribuir en todos los niveles a que eso no ocurra.
Pero se ve también interés en aplicar amarras por parte de la clase política. ¿Lo sucedido con el magistrado Cruz no es una muestra de esto?
– Esto no puede ser. Lo de Fernando Cruz, por ejemplo, fue un antes y un ahora. En el momento en que 38 diputados, siguiendo obviamente instrucciones de sus respectivos grupos políticos, deciden que no van a votar por su reelección, en primer lugar estaban aplicando erróneamente las disposiciones que contempla la Constitución Política. En segundo lugar, se atreven a decir cosas en ese momento como dar un aviso para que pongan las barbas en remojo. Eso no puede ser.
¿Eso es como un disparo al sistema judicial?
– Eso es una barbaridad.
¿Eso la motivó a ir a la marcha?
– Tengo muchos años de andar en marchas en este país. He marchado por la paz, por el presupuesto universitario, marché contra ALCOA, siendo estudiante marché contra las dictaduras en el continente, etc. Pero es la primera vez que marcho desde un poder para decirle a otro poder “conmigo no se meta de esta manera. Usted cumpla con lo que tiene que cumplir y yo con lo mío. Pero así no.
¿Se siente que a la clase política se le ha estado pasando la mano?
– Se sienten impunes y la impunidad es una de las mayores lacras en América Latina.
¿Algunos responsabilizan a los hermanos Arias de tratar de concentrar poder?
– Apenas estoy llegando y no tengo aún un conocimiento tan profundo.
¿Pero sí hay una tendencia de los grupos de presión por controlar?
– Claro que hay peso de grupos de presión que además son sordos. Este es otro problema que he encontrado. Cada quien defiende lo que cree que le interesa defender y no oye los intereses de otros grupos. Esto me parece muy peligroso. Cuando en una sociedad anteponemos el interés individual a la solidaridad colectiva, estamos entrando en un terreno muy peligroso. Hay que recuperar los valores de solidaridad social que nos hicieron como país y que estamos perdiendo.
¿Es necesario un proceso de consulta nacional?
– Diría que sí. Hay que ir más allá de los partidos políticos, hay que ir a los sindicatos y otras organizaciones sociales y establecer una convergencia nacional sobre los puntos esenciales que como país tenemos que buscar. Pero para eso necesitamos un liderazgo. Le pongo como ejemplo: la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Llega a la presidencia apoyada en una figura tan carismática y popular como Lula da Silva pero al poquito andar lo hace sola, con sus propios medios y recursos y marca un derrotero en un país tan complejo y grande como Brasil sacando a grandes sectores de la pobreza, agrupándolos en un sector de la clase media muy importante.
Es cierto que los movimientos neoliberales nos han traído problemas pero también no hemos sabido hacer cosas como las hechas en Brasil y el mismo Chile, donde se ha reforzado la agenda social.
Hablando de sistemas de control. ¿Qué opina de la Ley Mordaza?
– Es un horror. Va sumando puntos en la misma dirección. Se pretende con esto que no haya periodismo de investigación, ni libertad de expresión. Es muy peligroso.
Aún estamos a tiempo de hacer cambios, no se puede ser autista.
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