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Política con espíritu de juventud

El articulista Cristian Cambronero llama la atención sobre el bajo perfil de la participación política-electoral de los jóvenes del país, particularmente de los veinteañeros (La Nación,  Revista Dominical 11-11-2012). Es cierto que buena parte de la juventud, atrapada o entretenida por una sobreoferta de cultura barata del espectáculo -¿acaso el nuevo pan y circo?- y arrinconada o ahuyentada por una clase política que no inspira ni desafía, toma distancia de la política.

El articulista Cristian Cambronero llama la atención sobre el bajo perfil de la participación política-electoral de los jóvenes del país, particularmente de los veinteañeros (La Nación,  Revista Dominical 11-11-2012). Es cierto que buena parte de la juventud, atrapada o entretenida por una sobreoferta de cultura barata del espectáculo -¿acaso el nuevo pan y circo?- y arrinconada o ahuyentada por una clase política que no inspira ni desafía, toma distancia de la política.
A pesar de ello, nos parece que, junto con las mujeres, sigue siendo el actor políticamente más  prometedor. Ha sido protagonista en las luchas por  la defensa de la institucionalidad pública y la protección del ambiente y los recursos naturales. Y, ahora, se manifiestan contra el estrangulamiento de la Caja, la ley mordaza y la represión policial. Sin duda, una “gran minoría”, que está haciendo la diferencia en el mundo entero.
 
Pero, más allá de buscar ensanchar la participación de la juventud en la vida política, incluido el relevo de la gerontocracia política, el país requiere del espíritu de la juventud, siempre atrevido e irreverente, que abre senderos para no seguir transitando los viejos caminos. Sí, necesitamos revestirnos de ese espíritu que sopla con fuerza y valentía, contra viento y marea, sin dejarse paralizar y desmovilizar por quienes se han especializado en infundir miedo con políticas y acciones prepotentes, que se asemejan a viejas tácticas de los tiempos de la “guerra fría”.
Hoy más que nunca hay que transformar las “armas en arados” e intercambiar los bastones policiales por flores y abrazos, para que juntos, muy juntos, emprendamos de nuevo la gran tarea de levantar los cimientos de una patria que se nos está cayendo por la falta de amor y pasión para hacer las cosas bien. Elegir el camino fácil es lo propio de una clase política remendona, es decir, que se autocomplace con  medio mantener el barco a flote, cuando de lo que se trata es de hacer un barco nuevo y, ante todo, contar con una nueva tripulación.  
El espíritu de la juventud, osado y creativo, debería estar conduciéndonos a la reconstrucción de un país que está en deuda con los forjadores de la Segunda República: mujeres y hombres que  con espíritu de juventud soñaron el país de la solidaridad y la justicia social, y emprendieron la “lucha sin fin” de lucro ni de cálculos electorales, para construir una nueva Costa Rica.
 Hoy no es día de sentarse de espaldas a la vida,
con las manos en cruz y un Jesucristo amargo en las rodillas (…)
Hoy es día de aserrar millones de cadenas
Y día de buscar panes para nutrir hambrientos (…)
Hoy es día de arar con aros de fuego
las eras del amor y el entusiasmo.
(“Esta hora nueva”, Jorge Debravo)

  • Álvaro Vega Sánchez (Sociólogo)
  • Opinión
Cold War
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