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Algo huele mal

Desde hace más o menos tres décadas algo huele mal; se ha acelerado un proceso económico, político y social, caracterizado por el deseo desmedido, de lograr las máximas ganancias, empujado por la codicia, sin dar importancia a los derechos y el bienestar de las mayorías, ni el respeto a la naturaleza, a tal extremo que los ecosistemas sufren graves daños, poniendo en peligro la vida misma sobre la tierra.

Desde hace más o menos tres décadas algo huele mal; se ha acelerado un proceso económico, político y social, caracterizado por el deseo desmedido, de lograr las máximas ganancias, empujado por la codicia, sin dar importancia a los derechos y el bienestar de las mayorías, ni el respeto a la naturaleza, a tal extremo que los ecosistemas sufren graves daños, poniendo en peligro la vida misma sobre la tierra.
Es necesario preguntarse: ¿Dónde están las causas, cuáles son las soluciones, qué fuerzas están detrás de esta desgraciada dinámica? Podremos ir descubriendo todo, si analizamos, como decíamos, el sistema busca la máxima ganancia, sin ética ni moral, por lo cual se impulsa la especulación, el engaño, la evasión de impuestos, si no la exoneración para el capital transnacional y la oligarquía, los bajos salarios, anulación de derechos adquiridos, persecución sindical y política contra la verdadera oposición al sistema, la baja inversión social, en educación, salud, vivienda, servicios y seguridad ciudadana; en esta crisis, se abandona aun más la atención de las necesidades, cada vez mayores del pueblo, pero se invierten billones y billones de dólares en socorrer a los bancos y todo su sistema financiero que, precisamente, es el culpable del descalabro que nos tiene en la crisis más profunda y extendida de nuestra historia; países enteros están en la quiebra, y la propia cabeza del sistema los usa, están al borde del precipicio; se proponen salir del hueco, sacrificando aún más a los pueblos, produciendo más desocupación, bajando los salarios reales, aumentando las jornadas de trabajo, sin el pago de horas extra, estrujando y empobreciendo a sectores medios, como pequeños y medianos campesinos, industriales, comerciantes artesanos; además, los pueblos en muchas partes del mundo sufren las consecuencias de las guerras de rapiña.
En su estrategia de globalización, el sistema ha hecho una alianza del capital transnacional con las oligarquías de los países periféricos; esta alianza ha secuestrado el Estado y sus instituciones, ha conformado, en sus centros de capacitación, desde lo político hasta lo militar, a un grupo de sirvientes fieles que hacen el trabajo sucio; estos son los encargados de las políticas dictadas, como “el memorándum del miedo”, “dictadura en democracia”, “torcer brazos”, tráfico de influencias para lograr la reelección, “llamada de atención” a la Corte Suprema de Justicia, con la destitución del magistrado Fernando Cruz Castro, crear cuerpos policiales -militares, entrenados en USA para reprimir las manifestaciones de protesta popular, la firma de la presidente de la República de la ley mordaza.
Costarricenses, están matando la institucionalidad, los derechos del pueblo, en fin,  la democracia; nos llevan a la pura dictadura; no podemos quedarnos cruzados de brazos.

  • Oscar Morera Madrigal (Médico)
  • Opinión
Democracy
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