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Nuestro Señor Jesucristo, en un supremo acto de amor, con su muerte y resurrección, nos ofrece el más extraordinario regalo: la salvación y vida eterna. Para hacer efectivo este regalo, se debe rendir nuestra vida en un acto de fe, que procede de lo más profundo del corazón arrepentido y recibirlo como nuestro Salvador. Entonces el Espíritu Santo morará en usted confirmándole que es un hijo de Dios; así está escrito en Romanos 8:16, “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Recibir la salvación, declararse hijo de Dios y tener la vida eterna es lo más importante en la vida de las personas, ya que trasciende el plano terrenal.
Además de la vida eterna, usted tiene acceso a la bendición espiritual, emocional y física, que vienen con el perfeccionamiento de la obra de Dios en sus hijos e hijas. El Señor le transforma en una persona nueva, marcando un antes y un después, produciendo una renovación completa en su vida: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron; ahora todas son hechas nuevas”, II Corintios 5:17.
En la bendición espiritual, el Espíritu Santo le confronta con la palabra de Dios, le muestra el camino, la verdad y la vida que conduce al Padre Celestial y guía sus pensamientos, palabras, actuaciones y decisiones. Es Dios mismo que mora en usted al confesar que Jesús es el Hijo de Dios, entonces Dios permanece en usted y usted en Dios (ver I Juan 4:15). Además tiene acceso al fruto maravilloso que solo Él nos puede dar; “Más el fruto del Espíritu es amor, paz, gozo, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza; contra tales cosas no hay ley”, Gálatas 5:22-23.
En la bendición emocional, le dará poder, sabiduría, dominio propio, capacidad de amar y servir a Dios y al prójimo. Dios nos informa que tenemos virtudes que debemos ejercer siendo fieles y obedientes a su palabra; “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”, II Timoteo 1:7. Estas virtudes las podemos complementar, entre otras, con la sabiduría que nos ofrece en forma abundante el Señor en Santiago 1:5, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
En la bendición física, nos provee de mejor calidad de vida y más años para disfrutarla. Uno de los grandes deseos de las personas es tener salud y esta viene cuando disfrutamos de la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, de su amor, gozo y fe, con que podemos enfrentar las enfermedades para vivir más y mejor. Así está escrito en la Biblia: “Hijo mío, no te olvides de mí ley y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán”, Proverbios 3:1-2. La instrucción es clara y precisa para vivir más años y en paz, de ahí la conveniencia de seguir las escrituras. Y más adelante, en Proverbios 4:10 y 20 a 22, nos informa de la relevancia para nuestra salud al guardar su palabra: “Oye, hijo mío, y recibe mis razones, y se te multiplicarán años de vida… Hijo mío esté atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo”.
El escritor Norman Vincent Peale nos presenta una forma práctica de seguir la Palabra de Dios, para lograr mejor calidad de vida en forma integral: espiritual, emocional y física; “Creo que el Señor nos diseñó para estar llenos de energía y entusiasmo, para contar con una salud dinámica en el cuerpo, la mente y el alma. La vida vibrante es seguramente el propósito de Dios. Si leemos la Biblia no podemos sacar otra conclusión; la vida fluye de sus páginas. Una de sus afirmaciones más distintivas es: Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia”, San Juan 10:10.
Este mismo autor nos guía en materia del impacto de la palabra de Dios para nuestras vidas: “Gozará de un nuevo y delicioso sentimiento de bienestar; obtendrá un grado de salud hasta ahora desconocido para usted y experimentará un nuevo y sutil placer de vivir, se transformará en una persona más útil y de influencia cada vez mayor”.
En Navidad, Nuestro Señor Jesucristo tiene un especial regalo para usted: Salvación y vida eterna; y Su bendición espiritual, emocional y física. Con fe en su palabra, atrévase a abrirle su corazón, recibir el Espíritu Santo y ser una nueva persona en el Señor. Tenga presente que Él prefirió morir por usted, antes que vivir sin usted; ante este supremo acto de amor, ¿cuál es su respuesta?
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