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Guías sexuales vitales

La sexualidad no es una afloración ahistórica, es un conjunto de actividades que se enmarcan en intercambios productivos y reproductivos de mercancías y mercados. Las labores de lo doméstico, el parto, la crianza y los afectos son el 76 % del trabajo que necesita este mundo, pero que no se paga.

La sexualidad no es una afloración ahistórica, es un conjunto de actividades que se enmarcan en intercambios productivos y reproductivos de mercancías y mercados. Las labores de lo doméstico, el parto, la crianza y los afectos son el 76 % del trabajo que necesita este mundo, pero que no se paga.
Se da en condiciones de esclavitud, en la casa, sin costo alguno o, a cualquier costo, por amor. Esta subjetividad puesta a responder alimenta sistemas de mercado que penetran en la densidad de los cuerpos sexuados, pero no deja ganancias allí. Al contrario, hombres y mujeres traen dinero de su trabajo, para mantener hijos. Vienen del trabajo a trabajar, no por opción; el poder adquisitivo salario del hombre ha decrecido en un 1200 % en los últimos 20 años.
“Los roles sexuales tradicionales producen bienes subjetivos pero no objetivos y por lo tanto no contribuyen al estatus económico de la pareja” (Burin, 1990). ¿Si las mujeres vienen del trabajo a laborar en qué momento y condiciones hay sexo? Y, si antes de ir al trabajo, tienen que trabajar y controlar amorosamente lo privado, ¿dónde está la libertad de oportunidades o  autonomía? ¿Si después del trabajo de toda una vida no hay salario ni pensión, dónde está la balanza comercial de pagos?
En el comercio de los sexos, los humanos se reproducen para hacer poblaciones de relevo y que las empresas ganen con la compra de pañales y luego cuenten con jóvenes empleados calificados. ¿Cuánto cuesta para una o un humano, la crianza de un hijo? ¿Calculan la economía digna o se reproducen por accidente? Desde los años 60 un 70 % de los ticos es concebido en forma no deseada y el 41 % de las primíparas son niñas adolescentes (MS, 1995).
El direccionamiento del deseo del mercado usa las relaciones entre congéneres sexuales a nivel biológico, pero no bio-lógico. Ellos si sacan cuentas de los refrescos o pañales que venderán para la próxima generación. “A partir de la revolución burguesa, la familia nuclear confisca la sexualidad de hombres y mujeres, la encierra y la absorbe en la seriedad de la función reproductora” (Foucault, 1980).
La sexualidad reconocida es “utilitaria” y “fecunda” de ahí en adelante otras sexualidades son ilegítimas y periféricas, porque están fuera de la “ética del trabajo”, la cual no puede dispersarse en placeres. De la misma época procede el esfuerzo por definir el “verdadero sexo” en un solo cuerpo.
La sexualidad no se define por el grado o tipo de placeres con los que el sujeto se relacione a menos que usted esté excavando en la culpa, de hecho la sexualidad no es individual, sino la incursión del control social en la individualidad humana. La reproducción no es solo el dispositivo del biopoder, control económico y sujeción de los cuerpos. La mala repartición de la riqueza puede que no se deba solo a políticos con propuestas autoritarias en mercados desregulados, no debemos tener expectativas elevadas de ellos, también aprovechan la confusión frente a poblaciones tan grandes, para no hacerlo bien.
Son datos argumentales e históricos que enmarcan la sexualidad humana. El matrimonio es cuestión de estratificación social, depende del precio de la boda, no de la calidad de relación. Para reordenamiento político y acumulación de la riqueza, las parejas se casan de acuerdo con los intereses de sus grupos de negocios. No se puede expulsar a los sujetos de su historia, el determinismo social o el “Ello” como advenimiento absoluto en el “Yo”, eliminan al ser sexuado y sus opciones. Sin embargo, hay que cuestionar las decisiones del Eros y promover la autonomía del sujeto, esto es la base en las Guías Sexuales.
La capacidad de auto-organización del sujeto es un sistema que trabaja en construir y reconstruirse reclamando para sí información sexual del mundo externo. El reclamo informativo para organizar su comportamiento desde sistemas de relaciones originales y no estereotipadas. Toman en cuenta que el sujeto es autoconstitutivo de su propia identidad, se objetiva y “resubjetiviza” a partir de la conciencia para lo cual requiere un cerebro desarrollado.
El bio-control silencia para domesticar, no permite aprender a contarse ni aprender a contarse de otra manera. Decir la “verdad sexual” de sí mismo para asegurar la sumisión no tiene sentido, decirse la verdad es para aprender a cuidarse. Con las Guías Sexuales tal vez algún día pasemos de la mera demanda de tolerancia y no-violencia a crear nuevas formas de vida y de trato, porque la sexualidad no es una materia del aula, es cultura vital.

  • Idahyma Barrantes (Profesora y psicóloga social)
  • Opinión
Violence
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