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Escuchando narradoras

Pasos audaces

Pasos audaces

Tomo I

Ensayos sobre cuentistas

Centroamericanas

Willy O. Muñoz

EUNED

2012
Los estudios de Willy O. Muñoz de la narrativa femenina latinoamericana y centroamericana en particular, ya le han merecido una serie de publicaciones y reconocimientos. Tal es el caso de los volúmenes I y II de Huellas ignotas: antología de cuentistas centroamericanas, publicados por EUNED en 2009.
Ahora, con esta nueva reunión de ensayos bajo el título de Pasos audaces se dedica a analizar algunas aspectos puntuales presentes en obras de algunas cuentistas centroamericanas, en particular algunos que han sido considerados, hasta hace muy poco, temas tabú.
El primer tomo se divide por áreas temáticas que va desarrollando cada una por aparte, con lo que intenta desglosar la presencia de ese tema en las obras, su tratamiento y el contexto en que se produjeron.
Esta aproximación permite una lectura distinta a partir de variables no muy frecuentes en el estudio del género del cuento.
El primer ensayo es sobre el personaje negro y lo hace a partir de un estudio previo que dio pie a la Antología del personaje negro en la cuentística de escritoras centroamericanas, que publicó en 2007. Aquí estudia entre otras a la autora costarricense Alicia Castro Argüello y su cuento “Y se hicieron amigos” fechado en 1936, donde dos niños negros se hacen amigos de una niña blanca. Dice el autor: “(…) este cuento de corta dimensión ficcionaliza el primer contacto entre negros y blancos, situación en que ambas razas se atraen mutuamente por el exotismo de la otra.”
El segundo ensayo es sobre el erotismo, tema eludido y recurrente a la vez en las cuentistas del istmo. La primera narradora centroamericana, dice el autor, en escribir un cuento sobre el deseo sexual de la mujer fue la costarricense Yolanda Oreamuno en “Valle Alto” (1946).
Este valor preponderante del texto de Oreamuno hace que buena parte del ensayo se dedique a él, aunque también analiza otros dos textos de autoras costarricenses cuales son Ondina de Carmen Naranjo (1983) y Fedra de Emilia Macaya (1986) donde descubre una referencia a la sexualidad femenina más directa y reveladora.
Pero es la salvadoreña Jacinta Escudos, sostiene Muñoz, quien da un paso trascendental en la literatura erótica de las escritoras centroamericanas al romper tabúes y escribir cuentos eróticos con un verbo encarnado que arremete contra las prohibiciones e imposiciones de la sociedad. Se refiere a los libros Contracorriente (1993) en el que dedica un análisis al relato Hirohito, mi amor, y Cuentos sucios (1997) del cual toma Y todos esos hombres viéndome.
También cita a otras autoras y obras como la guatemalteca Mildred Hernández, la panameña Digna Valderrama, la hondureña Lety Elvir o las costarricenses Silvia Kruse y Dorelia Barahona, para afirmar que “en los últimos tiempos ha habido un cambio de tono en la narración, con el cual enjuician enérgicamente la posición hegemónica del hombre.”
En el tercer ensayo aborda el tema de la homosexualidad masculina, siempre circunscrito a los cuentos de las narradoras centroamericanas. Aquí retoma textos de la hondureña Mimí Díaz Un rato de vagancia (1959), la panameña Moravia Ochoa Josefa (1962), la guatemalteca Walda Valenti Confidencial (1967), la costarricense Myriam Bustos Enfermedades de la piel (1978) y El primer hombre (2000) y dedica mayor reflexión al texto de Mildred Hernández Un día en la vida de Güicoyón Pérez (1995) y Extraños (2009) de la salvadoreña Jennifer Rebeca Valiente, así como a otros textos más recientes donde el tema es abordado francamente por las autoras.
Consecuentemente el cuarto ensayo es sobre el lesbianismo. Sostiene el autor que: “La primera en escribir un cuento sobre una atracción lesbiana es la costarricense Victoria Urbano”. Se refiere al cuento Cristina (1952).
No obstante, el tema de la homosexualidad de mujeres sí es más frecuente en la cuentística femenina centroamericana y una nutrida reunión de citas de textos así lo demuestran en este apartado.
El ensayo final se refiere al travestismo y la transexualidad, que aunque son temas poco abordados “los pocos cuentos escritos problematizan la supuesta naturalidad del género”.
Aquí analiza con particular detenimiento Simbiosis del encuentro (1985) de Carmen Naranjo y No aflojar (1997) de Myriam Bustos y Memoria de Siam (2008) de Jacinta Escudos.

  • Manuel Bermúdez 
  • Los Libros
Yolanda Oreamuno
Notas

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