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Estamos iniciando el año 2013, y como es lógico nuestra Universidad de Costa Rica tiene siempre tareas de muy diversa índole que debe cumplir de modo muy satisfactorio.
Este cumplimiento, no solo por el prurito de apuntar luego, que es el mejor centro de educación superior del país; no, es porque la Universidad de Costa Rica hasta el momento tiene ese mérito, pero no puede ni por asomo dormirse en los laureles; más bien tenemos que ser mejores cada día; en lo fundamental mejorar la formación académica de las personas que aquí estudian, y para ello se requiere que el personal académico (docentes e investigadores/as) sean poseedores de una muy sólida formación.
Se requiere también, que la acción social sea un permanente paradigma a través del cual nuestra alma máter, día con día, demuestre a la sociedad costarricense que en aras del bien común, como señala nuestro Estatuto Orgánico, estamos enseñando conocimiento científico, tecnológico y humanista a vastos sectores de personas que por determinada razón no pudieron hacer carrera universitaria, pero que a través del Programa Integral del Adulto Mayor, Programa de Cursos Libres, Educación Continua, logramos llevar aprendizaje del más alto nivel.
Porque para eso somos Universidad, el universo del conocimiento; pero además, jamás, bajo ningún pretexto tenemos que perder la perspectiva de que esta casa de enseñanza la financia la sociedad costarricense; pero debemos ir más al fondo: esa sociedad la financia con los impuestos que pagamos, pero de esos impuestos hay que recalcar que de cada colón que el Estado recibe, setenta y cinco centavos los cancela la clase trabajadora, los pequeños y medianos empresarios; esto es, solo veinticinco centavos es lo que pagan los grandes millonarios nacionales y extranjeros, cuando lo pagan, porque si por algo se caracterizan es por evadir al fisco; nada más es escudriñar un poquito y nos damos cuenta que no pagan la cuota del Seguro Social, no entregan lo recaudado por concepto de impuesto de ventas, y evaden el impuesto de renta.
Ante esta realidad, nuestra Universidad de Costa Rica nunca debe perder el norte, que en lo fundamental se debe a esas amplias mayorías de la sociedad nacional.
Esto nos conlleva obligatoriamente a estudiar y reestudiar, pensar y repensar, el Modelo de Universidad que día con día tenemos que construir, y qué ocasión más propicia tenemos para ello, que en el marco del próximo Congreso Universitario se discuta a profundidad y se resuelva sin temor de ninguna índole, aspectos medulares, tales como la necesidad imperiosa de establecer, no reglamentos, no normas, no resoluciones, de esto estamos llenos, lo que requerimos son POLÍTICAS, las cuales marquen nuevos derroteros en materias como admisión a la Universidad; cuotas de estudiantes por carrera; regionalización universitaria; pautas para el Régimen Académico; definir qué se INVESTIGA y para quién se INVESTIGA, mejorar la didáctica del sector docente; plantear con rigurosidad la política de financiamiento de cara al FEES.
Por supuesto, son muchas las tareas y por lo demás complejas, pero no imposibles de impulsarlas, para que en el corto y mediano plazo seamos una UNIVERSIDAD de muy alta calidad científica, técnica, que esté en apego a la realidad nacional, y por encima de todo HUMANISTA, dentro de los cánones de la verdadera y auténtica REFORMA UNIVERSITARIA, hoy en el siglo XXI.
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