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Obama asume en medio de crisis económica y un cambiante escenario internacional

Barack Obama inició su segundo mandato como presidente de Estados Unidos el pasado 21 de enero, con difíciles desafíos internos y una siempre compleja situación internacional, que alimentan las especulaciones sobre el carácter que imprimirá a su nuevo mandato.

Barack Obama inició su segundo mandato como presidente de Estados Unidos el pasado 21 de enero, con difíciles desafíos internos y una siempre compleja situación internacional, que alimentan las especulaciones sobre el carácter que imprimirá a su nuevo mandato.
El debate comenzó con la conformación del gabinete, con nuevos nombramientos en la importantes jefaturas de los departamentos, como los de Estado, Defensa y del Tesoro, además de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés). En este país los departamentos equivalen a los ministerios de otras naciones.
Para reemplazar a Hillary Clinton en el Departamento de Estado, eligió al senador John Kerry; y para sustituir a Leon Panetta, en Defensa, nombró al exsenador republicano Chuck Hagel. Su asesor de Seguridad, John Brennan, es el nuevo director de la CIA. Y Jack Lew, hasta entonces jefe de gabinete de la Casa Blanca, reemplazará a Timothy Geithner en el Departamento del Tesoro.
El senador Kerry fue el segundo candidato para dirigir el Departamento de Estado, cuando la representante de Estados Unidos en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Susan Rice, decidió retirarse. Ella, partidaria de una real politik de línea dura, dejó espacio a un político que fue candidato a presidente contra George W. Bush, cuando −en un debate− dio muestras de un sólido conocimiento de temas internacionales y dejó mal parado a su rival.
La elección de Chuck Hagel como secretario de Defensa desató reticencias en el Senado, donde este antiguo senador republicano fue criticado por los grupos más conservadores, por sus votos en asuntos polémicos relacionados con Israel e Irán.
Hagel y Brennan “son personajes muy diferentes”, comentó el analista uruguayo, Emiliano Cotelo. “Me llamó mucho la atención algo que suena casi a contradicción: John Brennan, propuesto como jefe de la CIA, es duro, alguien que defendió técnicas de interrogatorio fuertes, torturas incluso, alguien que defiende la eliminación de terroristas en terceros países. Mientras Hagel, el candidato para Defensa, es un crítico de la guerra, que se opuso a políticas de aumento de tropas en Afganistán. Suena incompatible”, destacó.
En el Departamento del Tesoro, Lew aportaría la experiencia adquirida al frente de la Oficina de Administración y Presupuesto durante dos períodos, uno con Obama y otro con Clinton, que fue la última vez que Estados Unidos logró un superávit fiscal, situación que seguramente a Obama le encantaría repetir, aunque las circunstancias se lo impidan.
Los cambios en política exterior, en seguridad y en la dirección de la economía son destacados por los expertos para enfatizar lo que parece ser la intención del presidente, de dar a este segundo mandato un rumbo distinto al del primero, lo cual está profundamente condicionado por la realidad que enfrentará en los tres terrenos.
ECONOMÍA DIFÍCIL
Es, particularmente, en la economía donde residen las mayores debilidades y las menores posibilidades de revertir los desequilibrios, en el plazo de cuatro años que dura el nuevo período de Obama.
“Cuatro años después del inicio de la crisis financiera, la economía mundial sigue siendo frágil y los países de ingresos altos muestran un crecimiento magro”, señaló el Banco Mundial en su más reciente informe sobre las “Perspectivas económicas mundiales”.
Desde el año pasado, el Fondo Monetario Internacional advirtió sobre la situación fiscal en Estados Unidos. Las previsiones son de que en el 2016, su deuda pública superará el 110 % del Producto Interno Bruto (PIB), un porcentaje que es de solo 90 % para los países de la eurozona.
No obstante, no solo el exceso de gasto preocupa, pues el déficit comercial no para de crecer. Las cifras dadas a conocer este mes muestran que alcanzó los $48,7 mil millones en noviembre pasado, mientras la deuda pública federal (no incluye las estatales ni las locales) superó ya los $16,4 millones de millones.
Es evidente que nada de esto es sostenible, pero las magnitudes de estos déficits tornan muy difícil volver a una situación de equilibrio. Esto genera un gran debate con los republicanos —que quieren más recortes— y conflictos con la política del Gobierno, de preservar programas sociales, mientras gasta miles de millones apalancando la banca.
Se llegó a finales de año a un precario acuerdo sobre los gastos en el Congreso, empero quedan pendientes temas como el aumento del techo de la deuda y la reforma tributaria, que tensarán los debates para la nueva administración de Obama.
DESEQUILIBRIOS SOCIALES
Otro debate ha surgido en Estados Unidos, alimentado desde muy diversas perspectivas, se trata de la creciente disparidad social. El catedrático de políticas públicas de la Universidad Pompeu Fabra y profesor de políticas públicas en la Universidad Johns Hopkins, Vicenç Navarro, recordó que “el crecimiento del déficit público (tanto en EE.UU. como en la Unión Europea) no se ha debido a un excesivo aumento del gasto público social, sino a la reducción de impuestos, sobre todo a las rentas del capital”, principalmente en la administración de Bush hijo.
En la décimo segunda edición del prestigioso informe The State of Working America se señala también que la inequidad en salarios e ingresos ha crecido sin parar en los últimos 35 años, y califica los últimos 10 años como una “década perdida” para la clase media norteamericana, que ha visto su nivel de vida decaer de forma sostenida.
George Friedman, fundador y presidente del Centro Stratford, afirmó en un artículo reciente −titulado “La crisis de la clase media y el poder americano”− que “la amenaza para Estados Unidos es la persistente caída de los niveles de vida de la clase media, que está reacomodando el orden social vigente en el país desde la Segunda Guerra Mundial y que, si continúa, representa una amenaza para el poder americano”.
El mayor peligro que el país enfrenta a largo plazo, agregó, se está incubando ahora. “Estados Unidos se construyó sobre la base de que la marea alta elevaba todos los barcos. Este no fue el caso para la generación pasada y no hay indicio alguno de que esa realidad socioeconómica vaya a cambiar pronto”.
Robert Reich, economista norteamericano y comentarista político, piensa que la “desigualdad está minando nuestra democracia”. Muestra, con ejemplos, cómo la caída de los ingresos de la clase media va paralela a la destrucción de los sindicatos, que perdieron su poder de negociación.
HACIA EL PACÍFICO
En este marco, la segunda administración de Obama enfrenta grandes desafíos. Uno es redefinir sus políticas y prioridades en un mundo donde la posición relativa de poder de Estados Unidos está cambiando rápidamente. El otro es adecuar sus gastos militares a la situación de crisis económica que el país atraviesa.
Sobre esto escribió Leon Panetta poco antes de dejar su cargo como secretario de Defensa. En un artículo titulado “El reequilibrio de Estados Unidos hacia el Pacífico”, afirmó que, como resultado de las limitaciones presupuestarias, “Estados Unidos ha desarrollado una nueva estrategia de defensa para el siglo XXI”.
Después de todo, aseguró, “el centro global de gravedad está virando hacia la región de Asia-Pacífico”, una visión que ya había sido desarrollada por el propio presidente Obama y que le tocará promover al nuevo secretario de Estado, John Kerry.
La nueva estrategia, expresó Panetta, “descansa sobre cuatro pilares”. En resumen, señaló que el primero es el “compromiso de Estados Unidos con un conjunto de principios que ayudaron a fomentar la paz y la seguridad en la región en el siglo XX”.
El segundo pilar “es una prioridad personal: modernizar y fortalecer las alianzas y asociaciones de Estados Unidos en la región, y desarrollar otras nuevas”. El tercer pilar del reequilibrio de Estados Unidos es el de “mejorar nuestra presencia en los océanos Pacífico e Índico”. El pilar final “es la proyección de fuerzas. Planeamos tener el 60 % de nuestra flota naval basada en el Pacífico para 2020”, puntualizó.
Panetta tuvo el cuidado de advertir que esta estrategia no está orientada contra China, pero es evidente que ese giro hacia Oriente es consecuencia del imparable surgimiento de una nueva potencia natural en esa región, aunque Estados Unidos no pierda oportunidad de recordar que es también “una potencia del Pacífico”.

  • Gilberto Lopes 
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