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Los ateos se benefician de la Navidad

Hay eventos históricos muy concretos que vale la pena repasar. Por ejemplo, el antes y el después de algún acontecimiento que impacta de manera local, regional, continental, universal, transplanetaria regional, y en función de otras coordenadas de tiempo, espacio y dimensión, la carta magna de los astros y sus infinitas variables en funcionamiento pragmático astronómico, de vida y de inteligencia extraterrestre, o exobiología. No hay fin del mundo, salvo la muerte que nos toca. Y esa es una experiencia personal. Similar ocurre cuando un cometa se desintegra al chocar contra Júpiter.

Hay eventos históricos muy concretos que vale la pena repasar. Por ejemplo, el antes y el después de algún acontecimiento que impacta de manera local, regional, continental, universal, transplanetaria regional, y en función de otras coordenadas de tiempo, espacio y dimensión, la carta magna de los astros y sus infinitas variables en funcionamiento pragmático astronómico, de vida y de inteligencia extraterrestre, o exobiología. No hay fin del mundo, salvo la muerte que nos toca. Y esa es una experiencia personal. Similar ocurre cuando un cometa se desintegra al chocar contra Júpiter.
El Papa Juan Pablo II afirmaba que el nacimiento de Cristo era el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad. Desde su punto de vista, lo tomo por cierto. Hay un antes y un después de Cristo, aunque algunos se rehúsen a aceptar y prefieran decir “en el año tal de nuestra era”, que es lo mismo que decir “en el año tal después de Cristo”. O antes. Ahí encontramos un hecho histórico preciso.
El evento mismo del nacimiento de Cristo no es precisamente lo importante, porque pudo ser un niño cualquiera, que por el relato escrito incompleto que se ha recogido, no lo fue. Lo trascendente y significativo es su misión, su preparación, indagación, vivencia, propuesta y desafío social, educativo, espiritual y político cotidiano de ser como niños, amarse los unos a los otros, no hacerle a otro lo que no le gustaría a uno que le hicieran, es solo una muestra de síntesis que impulsa con fuerza interior la primacía del espíritu sobre la materia en este asunto, hondamente ligado a la evolución y sus alcances de desarrollo de la conciencia social y ético-moral de la raza humana.
Por cierto, ¿desde hace cuánto el nacimiento de Cristo, la Navidad, nos da de comer y nos congrega en fiesta civil y espiritual?
Instituciones del Estado y empresas privadas toman los días cercanos al 25 de diciembre, día de calendario simbólico católico para el nacimiento de Cristo, como un tiempo para el descanso, vida en familia, quizá viajes. Durante el mes de diciembre se propicia un ambiente festivo, las personas tienden a mediatizar su carácter y se suavizan las tensiones sociales. El concepto simbólico de la fecha y el nacimiento real de un hombre histórico ha impactado a todo el planeta y a todas las culturas, con sello contagioso particular en las de libre intercambio ideológico, sistemas de creencias, y diálogos e intercambios comerciales y culturales, sin fanatismo de que tienen que convertirse a esto o a lo otro, o si no, se es infiel y la sentencia porque sí, es la muerte.
La condición para ser ateo es la de no creer en Dios, en un Ser Supremo, en el Arquitecto y el Ingeniero Universal, sino creer en la Nada, que venimos de la Nada y vamos a la Nada. Pienso que si en esa línea se es bondadoso, se cuida a la naturaleza, se vive sanamente y se impulsa el principio de igualdad para todos los humanos y especies del planeta, somos dignos de ser recordados con gratitud por el amor, con hechos, que profesamos incondicionalmente a los seres humanos y a la cultura de vida.
Es el asunto de ser, de pasar el umbral, ubicarse en medio del puente que une la materia y la antimateria, lo visible y el mundo de lo sutil, la fuerza intrínseca que la mueve, y el Ser. En lo personal, una mente como la mía es práctica, creo en el hecho histórico de Cristo y en su pensamiento, obra y ministerio para la posteridad material y espiritual que promueva el avance positivo, constructivo, introspectivo y de futuro para toda la Humanidad.
Los ateos también comen el pan de la vida, participan a su manera de la celebración de los valores de Cristo, aún por contradicción, y viven su nacimiento, vida y obra. Pienso muy para mis adentros, que si así no fuera, perderían sus trabajos y mucha de su palabra; no habría dinero ni recursos estatales -menos privados- para mantenerlos en su ocio pensante.
No solo de palabras y creencias vivimos los seres humanos.
Muchas personas, así como economías de subsistencia y mundiales, se miden por la industria y venta de productos relacionados con Cristo a los mercados internacionales, vía legal o vía contrabando, actividades que están relacionadas con el lucro activo, sacar provecho en beneficio propio de las festividades católicas y cristianas a lo largo del año, lo cual incluye a los países que persiguen, expulsan y matan a los católicos y cristianos, como las ateocracias y las teocracias, eso incluye el gas, el petróleo y la política hindú de India.

  • Miguel Rojas (Catedrático UCR)
  • Opinión
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