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Al crítico por sus frutos

El mundo todo es representaciones

El mundo todo es representaciones

Andrés Sáenz

Crítica de teatro

Volúmenes I (1992-2000) y II (2001-2010)

EUNED

2012
 
Cuando se habla de la crítica, ese género tan necesario y ausente de las artes en Costa Rica, todas las miras apuntan a un nombre: Andrés Sáenz. Y es que es el único que ha mantenido una constancia por más de tres décadas y gracias a cuya pluma mordaz a veces y sin ambages muy personal siempre, existe un registro de mucha de la actividad teatral que ha ofrecido la cartelera nacional.
Con esta bella edición en dos volúmenes la EUNED recoge casi dos décadas de crítica de teatro publicada por Andrés Sáenz en el diario La Nación.
Anteriormente se habían compilado las críticas de Sáenz en los libros La comedia es cosa seria, 1985, que recogía las críticas de 1978 a 1982 y ¡Dispárenle al crítico!, aproximación al teatro en Costa Rica 1984-1991, publicado por la EUCR.
Estos libros no solo dan la oportunidad de volver a disfrutar muchas de las sabrosas columnas que el crítico ha hecho y que por lo efímero de la publicación son condenadas al desgaste de la memoria, sino que permiten crear un panorama amplio y en retrospectiva de lo que ha sido la actividad teatral en San José durante el fin y principio de siglo.
Andrés Sáenz es periodista, actor y director de teatro y fue profesor universitario por muchos años; su conocimiento erudito y profundo del teatro y su atinado uso del idioma han hecho de su labor de crítico un platillo imprescindible en el ámbito cultural costarricense.
En el prólogo Carlos Cortes señala: “Sus comentarios, para bien y para mal, no deben entenderse como crítica académica, ensayística o sociocultural, sino desde la perspectiva restringida del periodismo de opinión.”
Pese a ser eruditas e incluso didácticas en muchos aspectos, sus críticas no pretenden ser más que opiniones personales, como el género lo establece, producto de la apreciación de un espectáculo en una función determinada.
En este género en particular Sáenz es un maestro que goza de una pluma satírica cuyo ingenio destaca en el periodismo de opinión nacional y que incluso algunos han tratado, sin éxito, de imitar.
El que Sáenz haya elegido, desde hace más de tres décadas, su atenta dedicación al cultivo desde este oficio, le ha permitido construir un corpus invaluable para la actividad cultural del país.
El valor de este rescate de sus crónicas publicada en La Nación, lo refiere Carlos Cortés al decir: “Sus artículos, si se leen sin prejuicios siguiendo el curso de los años, revelan no solo su afán autocrítico, sino la capacidad de volver a ver con otros ojos lo mismo, valorarlo de otras maneras y, a menudo, mostrarse sorprendido por el hallazgo de algo que creía previamente perdido. En ese sentido, es notable su aprecio por la exploración de nuevas formas teatrales, por el trabajo consistente de ciertos grupos independientes o por el enfrentamiento del acto con el escenario desnudo.”
Sin duda, así es, estas críticas son obra de alguien que ama el teatro profundamente, pero que también se preocupa por el movimiento teatral costarricense y que busca otorgar el público elementos de análisis y reflexión sobre las obras que se han presentado.
En este oficio de crítico su labor constante a lo largo de los años recoge la mayoría de montajes realizados por las compañías estatales, las universitarias, los grupos independientes, e incluso espectáculos ofrecidos por compañías extranjeras de gira por el país o en los Festivales Internacionales de Artes.
En correspondencia como fueron presentadas originalmente, las críticas, incluye fichas técnicas completas de las escenificaciones así como la referencia a la función que se está valorando.
Estos aspectos formales, ya reunidos en la forma de un libro, son de gran valor para investigadores o para cualquier lector que se interese por el desarrollo teatral en el país.
Con las valoraciones de un crítico se puede estar de acuerdo o no, finalmente se trata de opiniones personales; Andrés Sáenz nunca ha pretendido hacer creer otra cosa, pero la necesidad de que existan es indiscutible. En el caso además de estas, que están tan sabrosamente escritas, vale la pena repetir y esa es la posibilidad que estos dos volúmenes nos ofrecen.

  • Manuel Bermúdez 
  • Los Libros
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