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ITCR implementa admisión especial para estudiantes de escasos recursos

Leilani, Mario y Kevin son tres de esos cientos de estudiantes de zonas rurales, donde tras terminar la secundaria el sueño de ingresar a alguna de las universidades públicas parece cosa de unos pocos.

Leilani, Mario y Kevin son tres de esos cientos de estudiantes de zonas rurales, donde tras terminar la secundaria el sueño de ingresar a alguna de las universidades públicas parece cosa de unos pocos.
Sin embargo, encontraron la puerta abierta en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR) gracias al Programa de Admisión Restringida (PAR), que reserva el 10 % de los cupos de todas las carreras para estudiantes provenientes de zonas con bajo Índice de Desarrollo Social (IDS) y que tienen dificultades económicas para afrontar el gasto que implica dejar sus hogares y comunidades para estudiar.
Este 2013 el “TEC” matriculó a 174 estudiantes por medio del PAR, aunque el programa que se inició en el 2006 ya ha beneficiado a 762 personas de todo el país. De no ser por este tipo de iniciativas, esas personas verían pasar de lejos el hecho de alcanzar un título universitario en el sistema público.
 
NIVELAR DIFERENCIAS
María Teresa Hernández, una coordinadora del PAR, explicó que para ser tomados en cuenta en este programa, lo primero es que los estudiantes realicen la prueba de admisión del ITCR y obtengan la nota mínima de admisión.
Posteriormente, se revisa si el estudiante logró una nota que esté como máximo 50 puntos por debajo de la nota de corte de la carrera a la que quiere ingresar, y luego se revisa si proviene de algún cantón o distrito del país con bajo Índice de Desarrollo Social (IDS).
El IDS es un indicador elaborado por el Ministerio de Planificación en el 2007, donde se enlistan todos los cantones y distritos del país según su grado de desarrollo. El ITCR toma dichos datos como referencia sobre las oportunidades de ascenso social y estudio de sus habitantes.
“Pero el factor más importante para admitir a alguien por el PAR es su condición socioeconómica particular. Para esto se envían trabajadores sociales a todo el país, a los lugares donde identificamos a los posibles admitidos por este programa”, manifestó Hernández.
La tarea del PAR no es solo facilitar el ingreso a la universidad, sino también procurar “nivelar” a estos estudiantes, con el fin de que tengan éxito en el curso de su carrera, tratando de dejar de lado las carencias y limitaciones propias de su entorno.
“Si no hubiese entrado al PAR, tal vez no hubiese podido estudiar. En las zonas rurales hay pocas oportunidades. Muchas personas no tienen los recursos para poder estudiar, y el PAR los brinda a quien tenga deseos de formarse y superarse”, comentó Leilani Rivas, de Piedras Blancas de Osa.
Para esto, antes de iniciar su primer semestre en el ITCR, los estudiantes admitidos por el PAR reciben cursos de nivelación en materias como inglés, química, física y otras que son importantes para el paso por el ITCR, lo que según los estudiantes es una gran ayuda.
María Teresa Hernández reconoció que encuentran serias deficiencias en la formación de muchos estudiantes, en materias como física o química, lo que muchas veces se debe a que en sus colegios ni siquiera tienen un profesor nombrado para estos cursos, por lo que el TEC procura nivelarlos y ponerlos a punto antes de iniciar las clases.
“El AÑO PAR”
Mario Alberto Chávez, estudiante de mecatrónica y proveniente de Atenas —Alajuela—, explicó que además el programa hace la “concesión” a los estudiantes del PAR, de no penalizarlos en su beca si su rendimiento económico no es el mejor durante su primer año.
Esta concesión se da para colaborar en el periodo de adaptación de que requieren los estudiantes, no solo en lo académico, sino también en lo social y en lo personal.
“Para muchos es difícil dejar a sus familias que están muy lejos. El agua les sabe feo, el frío los afecta si son de zonas calientes, extrañan la comida y a sus familias y amigos”, detalló Hernández.
Para atender esta situación, la Oficina de Orientación y Psicología del ITCR obliga a estos estudiantes a asistir a citas individuales y en grupo, con el propósito de darles seguimiento y las herramientas que requieren para mantenerse estudiando.
Para Kevin Jiménez, estudiante de primer ingreso y procedente de Cariari de Pococí, el PAR significó la puerta que puede hacer la diferencia en su futuro y el de su familia.
“Allá, en lo que es trabajo, no hay muchas posibilidades: es la bananera, la piñera o construcción. Pagan entre ¢800 y ¢1000 la hora. No hay muchos recursos para estudiar, pero estos programas le permiten a uno esforzarse y aprovechar esta oportunidad que se nos da”, afirmó.
El rector del ITCR, Julio Calvo, aseguró que el PAR es una forma en la que la universidad intenta atacar las grandes diferencias que existen entre la educación pública rural o de las zonas marginales, y la que se imparte en los colegios públicos urbanos o los centros privados.
Calvo destacó que el PAR procura hacer un acompañamiento integral para el estudiante, pues de poco sirve darle la admisión al ITCR si debe enfrentar la falta de recursos, la lejanía de su hogar y la falta de una preparación adecuada.
Aclaró que esta no es la única iniciativa de responsabilidad social que tiene el ITCR, ya que más de la mitad de la población total de estudiantes recibe una beca para poder estudiar.

  • Javier Córdoba 
  • Universitarias
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