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A través de una videoconferencia, el científico francés Gilles-Eric Séralini enfatizó en los riesgos a la salud que implica el consumo de maíz genéticamente modificado NK 603 y destacó que esos peligros son mayores cuando el cultivo se ha tratado con el herbicida “Roundup”, que ya se utiliza en Costa Rica.
Ambos son producidos por la multinacional Monsanto y esa variedad de maíz es una de las que recientemente recibió aprobación de la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad, para ser cultivada con fines no comerciales en Chomes de Puntarenas.
La conferencia de Séralini se realizó el pasado 13 de marzo en el auditorio de la Ciudad de la Investigación de la UCR, en el marco de la “Jornada inaugural sobre temas actuales en nutrición y seguridad alimentaria y nutricional”, organizada por la Escuela de Nutrición de la UCR.
El científico lideró un equipo de investigadores de la Universidad de Caen, Francia, que durante cinco años estudió las consecuencias del consumo de esos productos en la salud de ratas y en tejidos humanos.
Concretamente, los estudios realizados en ratas −a lo largo de dos años− demostraron una alta incidencia de tumores y muerte precoz, tanto en aquellas que fueron alimentadas únicamente con el maíz transgénico, como en las que fueron expuestas al Roundup o a ambos productos.
Esa investigación también determinó que se presentaron serios daños hepáticos, renales y hormonales, como consecuencia del consumo de los productos de Monsanto.
Séralini apuntó que la resistencia a pesticidas o herbicidas como el Roundup, es el fin detrás del desarrollo del 100 % de las plantas transgénicas para la agricultura.
Puntualizó que todos los organismos genéticamente modificados (OGM) “contienen pesticidas producidos o absorbidos”, pues “para eso fueron hechos”, ya que “la absorción de pesticidas facilita el cultivo extensivo”.
El científico afirmó que su estudio es el único con un alto grado de detalles realizado a largo plazo, el cual tuvo un costo de 3.2 millones de euros, financiados por 50 empresas y fundaciones.
Detalló que los granos necesarios para hacer la investigación fueron conseguidos en Canadá, ya que en la Unión Europea ninguna empresa quiso facilitarlos, sin un contrato de exclusividad sobre los datos obtenidos.
En Costa Rica, ambientalistas, agricultores orgánicos y hasta el Ministro de Cultura y Juventud, han manifestado −en mayor o menor medida− su preocupación ante el riesgo de contaminación de especies criollas de maíz, ante la introducción de las variedades transgénicas de Monsanto, y ya más de la mitad de los cantones del país se han declarado libres de transgénicos (ver mapa).
PODEROSO HERBICIDA
El herbicida Roundup se caracteriza por contener glifosato, un fuerte componente químico desarrollado por la empresa en 1970.
Dicho producto ya tiene presencia en el país. Según datos disponibles en el sitio en Internet del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), en Costa Rica se comercializa y usa el “Roundup 35.6 SL”, “Roundup Max 68SG” y “Roundup Transorb 48.2 SL”.
Esos productos presentan concentraciones diferentes de glifosato y se utilizan en plantaciones de aguacate, algodón, arroz, banano, cacao, café, caña de azúcar, carambola, cherimoya, cítricos, coco, cultivos forestales, frijol, guanábana, macadamia, maíz, mango, melón, palma africana, palma aceitera, papaya, pastos, piña, plátano, sorgo, soja, tamarindo, uva y zapote.
El registrante de las tres variedades de Roundup es la persona jurídica Monsanto Agrícola Honduras S.A., cédula 0801-1970-03416.
Uno de los efectos que la mencionada investigación identificó es que “puede crear perturbaciones hormonales en los receptores de andrógenos y estrógenos”.
En la conferencia, Séralini informó que para evaluar el efecto en células humanas se utilizaron muestras de cordón umbilical o de placenta. “Demostramos que el glifosato puede matar células, de manera que el Roundup es tóxico”, acotó.
Asimismo, sostiene que este producto está presente de una forma u otra en el 80 % de los OGM alimenticios y puede ser aplicado en el 61 % de los OGM agrícolas sin causarles la muerte.
EFECTOS EN LA SALUD
Al abordar en detalle los resultados de los experimentos con ratas, Séralini explicó que a lo largo de los dos años que tomó ese proceso se establecieron grupos de diez ratas, las cuales fueron alimentadas con el maíz NK603 de Monsanto, en segundo lugar con maíz transgénico con exposición al Roundup, y tercero simplemente con herbicida en su fórmula comercial en una concentración de 0,5 % de la sustancia en agua, que es “la proporción a la que está expuesto un agricultor”.
“Los animales nutridos con OGM o tratados con Roundup murieron más rápido que los que no fueron expuestos. La mortalidad fue entre 2 y 3 veces mayor en las hembras y 5 veces mayor en los machos”, expresó.
Sumado a lo anterior, el 11 % de las ratas que fueron nutridas con el maíz OGM o tratadas con el herbicida desarrollaron tumores más rápido. En el caso de las hembras, subrayó que no sólo desarrollaron mayor cantidad de tumores, sino que estos fueron en un 93 % mamarios, aunque dejó ver que esa alta incidencia se relaciona con que esos animales tienen seis glándulas mamarias.
No menos preocupante fue que en el caso de los machos, se determinó la necrosis hepática −muerte de las células del hígado− como la principal causa de los decesos. “Además, se presentaron nefropatías −daños a los riñones− progresivas y crónicas, más precoces y severas que en el grupo de control”, aseveró.
Otro elemento importante al que se refirió Séralini es que tanto el maíz como la soja genéticamente modificados −con tolerancia al Roundup− producen la enzima EPSPS, que disminuye el nivel del ácido ferúlico y de ácido cafético. Ello es problemático, pues ambos son hepatoprotectores −ayudan a las funciones del hígado− y también previenen los tumores mamarios.
Como conclusión, Séralini advirtió que, dada la aparición de tumores mamarios y efectos tóxicos en el hígado y riñones en todos los tratamientos, “aun en bajas dosis el Roundup tiene efectos graves sobre la salud”.
Cabe recordar que en una entrevista concedida a este medio (ver edición del 13 de febrero) Adrián Vargas, representante de Monsanto, expresó que “no existe ningún estudio con rigor científico, aceptado internacionalmente por expertos”, que determine la inseguridad de los OGM.
Adujo que para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO) y la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA), “los productos genéticamente modificados son tan seguros como sus homólogos convencionales”. Añadió que “casi el 100 %” del polen del maíz transgénico cae dentro de 50 metros de distancia de la planta que lo emite, por lo que se establece esa distancia entre cultivos “para garantizar la pureza de la semilla producida”.
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