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Vargas Llosa y el legado del Papa

Ciertamente la renuncia de un Papa no es algo que suceda todos los días. Por eso no es de extrañar que la decisión de Joseph Ratzinger de abandonar el supuestamente vitalicio cargo eclesial de “Vicario de Cristo en la Tierra” haya tomado a la mayoría de los expertos por sorpresa.

Ciertamente la renuncia de un Papa no es algo que suceda todos los días. Por eso no es de extrañar que la decisión de Joseph Ratzinger de abandonar el supuestamente vitalicio cargo eclesial de “Vicario de Cristo en la Tierra” haya tomado a la mayoría de los expertos por sorpresa.
Entre la multitud de artículos que se han publicado al respecto hay muchos que lamentan esta decisión, incluso entre algunos escritos por confesos no creyentes. Este último es el caso del escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien, en un artículo publicado recientemente en el diario español El País (24/02/13), lamenta la renuncia de un Papa que, a pesar de ser conservador, “reflexionaba con hondura y originalidad, apoyado en una enorme información teológica, filosófica, histórica y literaria”.
Hay que reconocer que Vargas Llosa acierta cuando dice que Ratzinger fue “un Papa conservador”. De hecho fue tan conservador que durante sus casi ocho años de papado se dedicó a destruir muchos de los avances alcanzados en el último concilio de la Iglesia, el Concilio Vaticano II, y sobre todo, se empeñó en condenar a las parejas homosexuales y en satanizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Ni siquiera se atrevió a discutir el tema del celibato sacerdotal. ¿Se puede llamar a eso “reflexionar con hondura y originalidad”?
Por otro lado, ¿acaso es de extrañar que este Papa fuera conservador? Ratzinger fue un Papa conservador porque la institución que lo eligió para ocupar ese cargo no sólo es conservadora sino que además se aleja cada vez más de las necesidades del cada vez más escéptico y secularizado mundo moderno.
Pero tal vez lo más preocupante sea que al final de su artículo el escritor peruano afirme que el mayor legado de Ratzinger en su opinión es el haber luchado por preservar “la alta cultura clásica y renacentista”, cultura que, de acuerdo con Vargas Llosa, “impregnó al mundo entero con ideas, formas y costumbres que acabaron con la esclavitud (y que) hicieron posibles las nociones de igualdad, solidaridad, derechos humanos, libertad, democracia, e impulsaron decisivamente el desarrollo del pensamiento, del arte, de las letras, y contribuyeron a acabar con la barbarie e impulsar la civilización”.
Lo menos que se puede decir sobre la peculiar lectura que hace Vargas Llosa de la historia de Occidente es que es terriblemente sesgada y exagerada. Difícilmente puede considerarse como «guardiana de la cultura occidental» o de “la libertad y la democracia” a la institución que dio origen a las cruzadas y a la brutalidad de la Inquisición, la que durante siglos se dedicó a juzgar y a perseguir a científicos y pensadores de la talla de Galileo o Giordano Bruno, la que bendijo y justificó la conquista de América y el posterior genocidio de millones de aborígenes a manos de los conquistadores o, más recientemente, que bendijo y protegió a dictadores como Mussolini, Franco o Pinochet.
Por eso, difícilmente la elección de un nuevo Papa provocará un cambio significativo en la Iglesia católica. Si es de esperar algún cambio en el futuro de esta institución todo parece indicar que este sólo podrá venir “desde abajo”. Un verdadero cambio sólo vendrá cuando los propios católicos se atrevan, como decía el filósofo Kant, a liberarse de su tutela y a pensar por sí mismos.
 

  • Jerry Espinoza Rivera (Profesor)
  • Opinión
DemocracyFranceMussolini
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